A menudo escuchamos los términos introvertido y extrovertido para describir a una persona. Por creencia popular se le llama introvertidos a las personas calladas y extrovertidos a aquellos que son todo lo contrario. Pero, ¿cuál es la diferencia científica entre ellos y en qué consiste cada uno?
La sociedad ha creado estereotipos para las personas extrovertidas y las introvertidas, básicamente tachando a los primeros de ser “el alma de la fiesta” y a los últimos de ser reservados y no tener interacción social. Sin embargo, hay mucha desinformación sobre qué es lo que convierte a una persona en uno u otro.
El cómo decidas pasar tu tiempo libre no determina si entras en una de estas categorías, más bien, depende de que decidas hacer una vez que tus energías están bajas.
Los introvertidos prefieren “recargar” su batería física estando solos, mientras que los extrovertidos prefieren hacerlo en compañía de otras personas. Pareciera que esto no es de mucha importancia, pero puede afectar la vida social, familiar y laboral de cada persona dependiendo de si prefiere recuperarse física y mentalmente solo o acompañado.
Todo comienza en el cerebro
Recientemente se comprobó que es el desarrollo del cerebro de cada persona lo que determina si una persona es introvertida o extrovertida. En primer lugar tenemos a la dopamina, un neurotransmisor que causa sensación de bienestar y regula las respuestas emocionales. Los extrovertidos reciben mayores cantidades de este químico mientras que los introvertidos reciben menos. Esto se debe a que los introvertidos tienen menor flujo de sangre en las regiones del cerebro en donde se produce la dopamina, lo cual indica que este neurotransmisor juega un papel crucial en determinar si una persona será extrovertida o introvertida.
Los cerebros de ambos grupos de personas también son fisiológicamente diferentes. Los introvertidos tienen la corteza prefrontal más gruesa, que es el área encargada de los pensamientos profundos y la toma de decisiones. También muestran más actividad neuronal en las zonas del cerebro asociadas con el aprendizaje y el estado de alerta.
Mientras tanto, los extrovertidos tienen en el hemisferio derecho una amígdala de mayor tamaño. Esta también ayuda a procesar las emociones y por ende los extrovertidos tienen menos posibilidades de desarrollar otras condiciones mentales, como depresión o ansiedad.
Pero las diferencias no terminan ahí, ya que distintos medicamentos o alimentos pueden producir efectos diferentes en ambos grupos de personas. Por ejemplo, la cafeína le funciona mejor a los extrovertidos, ya que tiene un efecto positivo en su memoria. Los extrovertidos también pueden terminar sus labores aunque surja una distracción, como una canción, mientras que los introvertidos se enfocan en dicha distracción y pierden la concentración de lo que estaban haciendo antes.
Pero no todo son malas noticias para los introvertidos, ya que se ha descubierto que son mejores en posiciones de liderazgo. Además, los extrovertidos suelen fingir o mostrar una versión diferente de ellos mismos en redes sociales, mientras que los introvertidos se dan a conocer tal y como son. Esto se debe a que los introvertidos prefieren mostrarse a través de una computadora y así evitar tener que abrirse ante otra persona cara a cara.
Un individuo no debe necesariamente encajar en una de estas categorías, ya que se ha encontrado que dos de cada tres personas no son completamente introvertidas o extrovertidas, sino que contienen rasgos de ambos grupos.
Aunque la manera en cómo una persona es criada y la interacción que recibe en su infancia afectan su comportamiento en la adolescencia y edad adulta, son sus genes y químicos cerebrales los que van a determinar si es introvertida, extrovertida o un poco de ambas.
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