La gente salió a las calles a reprochar las palabras de la presidenta brasileña, quien aseguró que sacaría a su país de la crisis que vive; su popularidad cae hasta el 8%.
Brasil (elsemanario.com).- La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff pasa por su peor momento al frente de la nación sudamericana. Ayer, después de que emitiera un mensaje en el que aseguraba que sacaría a su país de la crisis económica y política, y que sabe soportar presiones e injusticia, el pueblo fustigó en su contra.
Los brasileños están cansados, la noche de este jueves salieron a las calles a protestar a cacerolazos contra el gobierno de Rousseff, contra el Partido del Trabajo incluso llegaron hasta reproches contra Lula, quien fuera en su momento un presidente querido.
El pueblo sudamericano golpeó sus cacerolas e hizo sonar los cláxones de sus automóviles en 22 ciudades de Brasil (Sao Paulo, Río de Janeiro, Brasilia, entre otras) en repudio al discurso de la presidenta difundido por radio y televisión y en donde prometió salir de la crisis, la más dura en más de veinte años.
También en redes sociales hizo ruido la protesta, el hashtag #cacerolazo llegó al primer lugar de trending topic en Twitter, en la red social así como en Facebook, hubo una masiva convocatoria para que la gente se sumara a la manifestación.
“El cacerolazo es una protesta contra un gobierno que creó un proyecto de poder que llevó el país a la bancarrota”, dijo Celso Dacca, de 58 años, testimonio recabado por el diario Folha de San Pablo.
Lo sucedido revela un claro y profundo deterioro en la situación política de Dilma, quien asumió su segundo gobierno en enero pasado. Las encuestas señalan que el 71% de los brasileños reprueban su mandato y el 66% pide su destitución o juicio político.
Lo más alarmante del último sondeo publicado por Datafolha, es que la aprobación de la presidenta de izquierda está en apenas un 8%, dos puntos por debajo del último reporte realizado hace apenas unos días.
La popularidad de Rousseff es la más baja para cualquier presidente brasileño en los últimos 25 años, incluso más baja que la de Fernando Collor de Mello en 1992, cuando enfrentó una impugnación por corrupción.
Y es que Brasil está sumido en una de sus peores crisis en la historia. El escándalo de corrupción en Petrobras, que involucró a altos funcionarios y la crisis económica más dura en 25 años con una inflación al doble de lo que esperaban las autoridades y con el riesgo de un déficit del PIB al final del año, han sumido a la nación sudamericana en una inestabilidad de la cual no ven cómo salir.