Venezuela ¿el tablero de la Guerra Fría del siglo XXI?

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La dictadura de Nicolás Maduro y el levantamiento de Juan Guiadó, han perfilado a Venezuela como el escenario óptimo para una nueva batalla geopolítica que representaría uno de los escenarios en el que las grandes potencias midan su poder e influencia.

 

En 1945, la Guerra Fría dividió la geopolítica en dos grandes bloques, Estados Unidos y la Unión Soviética lideraron sus propias alianzas y, sin tomar acciones directas uno contra el otro, los capitalistas del Occidente y los comunistas del Este sumergieron al mundo en una atmósfera de guerras ideológicas, políticas, económicas y propagandísticas.

Por un lado, la Unión Soviética apoyó revoluciones y levantamientos en países socialistas, mientras que Estados Unidos mostró su influencia en la desestabilización en América Latina y – en su férrea lucha contra el comunismo – financió la reconstrucción del continente europeo devastado por la segunda guerra mundial, dando pasos claros al imperialismo y hegemonía norteamericana.

A pesar de la tensión, ningún bando se atrevió a levantarse militarmente contra el otro; sin embargo, desarrollaron sistemas de misiles antibalísticos de alcance transcontinental, que poco faltó para que causaran el estallido de una guerra en 1962 con la intensión de la Unión Soviética de equipar a  Cuba con un buque de misiles.

A pesar de habérsele puesto fin en 1989, las tensiones entre Rusia y Occidente no escalaron a menores y los temores de un congelamiento entre sus relaciones mantienen vivo el fantasma de la Guerra Fría.

Las piezas se mueven en el tablero geopolítico

Con el levantamiento de Guiadó en Venezuela, se añadió leña a la hoguera de tensión geopolítica. Por un lado, Estados Unidos ha expresado su completo apoyo al joven presidente de la Asamblea Nacional, mientras que Rusia y China han salido a defender y manifestar su respaldo, a Nicolás Maduro.

Alemania, España, Francia, Holanda, Portugal y Reino Unido dieron un ultimátum a Maduro para que anuncie nuevas elecciones. Las fuerzas europeas han advertido que de no ser así, reconocerán a Guiadó como presidente de Venezuela.

Con esto, la tensión entre bandos es creciente. La Casa Blanca dijo que iba a desplegar “todo el peso económico y diplomático de Estados Unidos para lograr la restauración de la democracia en Venezuela”.  Sergei Ryabkov, viceministro de Asuntos Exteriores ruso, fue más explícito al expresar su respaldo al gobierno de Maduro: “Estaremos, si lo desean, junto con este país en defensa de la soberanía, en contra del inadmisible quebrantamiento del principio de no intervención en asuntos internos.”

 

Las jugadas

Pero, con todo esto, Venezuela podía ser sólo la ficha a mover en las estrategias de la guerra comercial y política, sin dejar de lado que detrás de esa pugna está la mayor reserva de petróleo del planeta.

Para la internacionalista y analista en temas geopolíticos, Nydia Egremy, lo que hoy sucede en Venezuela escenifica la última gran jugada por el control de la energía fósil y para preservar su hegemonía en América Latina, Estados Unidos juega hoy como hace 70 años, apoyando el golpismo sudamericano en plena Guerra Fría y Donald John Trump lo hace con gran ventaja, pues tiene en su bolsa a Brasil – el gigante sudamericano -, Argentina, Chile, Colombia, Perú, Ecuador y Paraguay.

¿Estrategia política de Donald Trump?

El magnate busca ganar la reelección, pero ve cada vez más alejada esta posibilidad a medida en la que el Congreso bloquea el cumplimiento de sus promesas de campaña, lo que podría explicar una parte de su ánimo por “atender” la situación de crisis que vive Venezuela.

El discurso que ofreció Mike Pence el 22 de enero al pueblo venezolano en el que hace un llamado a levantarse en contra del régimen de Nicolás Maduro, estuvo en línea al que en 2011 Barack Obrama envió al pueblo de Libia contra Muammar Gaddafi. En ambos mensajes, los representantes del gobierno estadounidense se pronunciaron a favor de la paz y la libertad del pueblo, insistiendo en la frase “estamos con ustedes.”

Barack Obama logró la reelección; pero, en abril de 2016, reconoció que como jefe de Estado su mayor error fue no medir las consecuencias de la invasión a Libia en 2011 apoyado por la OTAN, una inestabilidad política en la que el país árabe quedó sumergido por el vacío de poder, la disputa por el liderazgo y el levantamiento de grupos terroristas, además del desmoronamiento económico.

Para Nydia Egremy el peor error que puede cometer Donald Trump es una intervención militar en Venezuela, pero si puede imponer graves sanciones contra el país bolivariano; sin embargo, la situación puede complicarse para el mandatario norteamericano, ya que sus políticas proteccionistas impuestas en su afán de “hacer a América grande de nuevo” han avivado las tensiones con el gigante asiático.

Donald Trump, ve en Venezuela una opción para mostrar su fuerza continental a China, que está fortaleciendo lazos comerciales con las decaídas economías latinoamericanas.

Pero China no es nueva en el tema y puede tomar a Venezuela como la piedra en el zapato de Trump. Pekin se ha opuesto a las sanciones unilaterales contra Venezuela y ha afirmado que históricamente las intervenciones o imposiciones han complicado el problema sin generar soluciones.

“Las sanciones llevarán a un empeoramiento de vida de la población [en Venezuela]. [Los países que promueven las sanciones] deberán responder por las graves consecuencias que acarrearán”, ha declarado el Ministerio de Exteriores chino, Geng Shuang y reiteró su cooperación con Venezuela en todos los ámbitos.

Por su parte, Rusia podría preferir mantener a Nicolás Maduro como una ficha a la que tiene que cuidar, pero su intervención directa como en el caso de Siria podría quedar reservada y en caso de que el conflicto escale a niveles de riesgo, plantear una negociación estilo Guerra Fría.

Paradójicamente, la relación comercial entre Venezuela y Estados Unidos sigue, particularmente en el sector energético y, pese a las sanciones financieras y desencuentros políticos, la cancillería venezolana mostró indicios de tregua con el gobierno de Trump y anunció 30 días de negociación para establecer una oficina de intereses entre ambas naciones, sin desamparar las prerrogativas diplomáticas.

“Desde principios del siglo XX la política exterior estadounidense practica un modelo de injerencia que asume la narrativa de defensa de la democracia, y más recientemente, de protección a los derechos humanos,” Nydia Egremy.

Con todo esto, no se puede dejar de mencionar que la oposición venezolana contra el modelo bolivariano, proviene de las clases medias altas, con fuertes vínculos económico-culturales en Estados Unidos. “Por lo general, esa oposición ha dependido de las finanzas y apoyos estratégicos estadunidenses.”

Para Michael Cox, profesor emérito de Relaciones Internacionales de la London School of Economics, sería poco probable que las tensiones escalaran más allá de lo que hasta hoy lo han hecho.

“Todavía tenemos armas nucleares y esto sigue siendo una gran poder disuasivo. Hay relaciones económicas importantes entre Rusia y la Unión Europea, las cuales no son insignificantes. También hay muchos rusos que viven en Occidente”; sin embargo, los dirigentes de ambos bandos son impredecibles y eso mantiene en vilo la situación.

¿Quién pierde en todo esto?

Sin duda alguna el pueblo venezolano. El ciudadano que hace más de 20 años vive bajo amenazas y una incierta situación por darse un gobierno distinto a los anteriores.

Naciones Unidas ha cifrado en 40 muertos y más de 850 detenidos en Venezuela durante las movilizaciones en apoyo a Juan Guiadó.

La crisis humanitaria en Venezuela es innegable y ciertamente amerita la atención internacional que ha alcanzado, pero no se pueden ignorar los intereses políticos y económicos que cada potencia guarda debajo de sus mangas. ¿Hasta qué grado escalaran? La historia podría flagrar el siguiente episodio.

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HUGO

Saludos Adriana!
Muy buen artículo!

El pronunciamiento de México respecto de la situación en Venezuela ¿indica que estaría en el bando de Rusia? ¿Qué implicaría esto?

Muchas gracias!

Ignacio Beteta

Hola Hugo, Yo estimo que el apego constitucional de México a la “no intervención” no lo inclina hacia ningún bando. El discurso que la cancillería mexicana ha sostenido, apela a continuar la relación diplomática con Venezuela, un discurso que desde mi punto de vista le da una postura imparcial con margen de maniobra, que le permitirá salir bien librado y continuar con buenas relaciones una vez definido el rumbo del gobierno bolivariano, sea el bando que sea.
Saludos!

Juan Alberto

No se menciona en el artículo el famoso “cambio de canicas” durante la guerra fría. Hoy podría ser: Tú no te metes tanto en Ucrania y nosotros no nos metemos tanto en Venezuela. Si bien es cierto que no es el mismo poder de la Federación Rusa que aquel que ostentaba la URSS en sus mejores momentos como para negociar pero tampoco EUA, reflejado en la OTAN, tiene el mismo poder por lo menos económico y social. Así es que nuevamente están equilibrados como para llevar adelante operaciones de ese tipo.
Por otra parte yo no estoy muy seguro cuando presidentes, papas, etc. reconocen sus errores como el que se menciona en el artículo respecto a Obama. Así como los movimientos de vuestro Chapulín Colorado estaban fríamente calculados me temo que estos, al igual, son errores fríamente calculados. Reconocer un error es equivalente a pedir perdón, pero el perdón sin la consecuente “reparación” es una falacia.
Por último, años atrás trabajé para una empresita venezolana dedicada al Brokeraje obviamente de combustibles. Allí conocí en parte los entretelones de la problemática: Venezuela vendedor, EUA comprador que implicaba, y aun hoy implica, una relación casi simbiótica. El petroleo venezolano es del tipo “ultra pesado” y hay importantes destilerías en EUA preparadas “exclusivamente” para ese tipo de crudo. Había, y dudo que aún lo haya, una importantísima y descarada practica de “robo de crudo” utilizando todos los medios normales de PDVSA. Es decir que la empresa estatal trabajaba en buena medida para beneficiar a una élite mafiosa en detrimento de la economía de Venezuela. Chávez parece ser que cortó con eso, o por lo menos lo minimizó hasta donde yo se. Esa, creo, fue la principal causa de la reacción desmesurada de los estamentos superiores de la burguesía Venezolana y lógicamente la reacción del lado comprador por la pérdida de cuantiosos beneficios mediante el crudo robado vendido seguramente a precio vil.

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