Emprender o no emprender, el dilema de muchas personas

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Emprender en proyectos propios parece ser el ideal para poder realizar actividades que se disfrutan, siendo su propio jefe y con proyecciones de crecimiento.

Sin embargo, este salto implica situaciones que muchas personas no están dispuestas a pasar o que simplemente, no cuentan con un espíritu emprendedor que los motive a correr ciertos riegos.

El emprendimiento está tan de moda, que es casi una obligación hacerlo para muchas personas, pero de “no quererlo realmente, puede ser una muy mala experiencia”, afirma el sitio Acción Preferente.

El problema radica en que el emprender va más allá de una cuestión pasajera, ya que es un modelo de vida que difícilmente se cambia por algún otro trabajo, por muy bien pagado que sea.

De esta manera, hay tres señales de que una persona no es emprendedora o que en este preciso momento, no está preparada para arrancar esa gran aventura.

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La primera es que visualice todo desde una perspectiva ligada a qué tantas habilidades de buen vendedor pueda tener.

El pretexto se centra en la idea de que “no soy buen vendedor”, sin conceptualizar que si bien esto es muy importante para cualquier negocio, el emprender implica mucho más que eso y además, el arte de las ventas se aprende todos los días.

Otro indicio es que basa sus argumentos en una valoración errónea de la situación económica general, en donde la considera tan complicada, que cualquier proyecto  seguramente fracasará.

En el mundo de los negocios y el emprendimiento, el éxito y el fracaso están tan ligados que prácticamente se necesitan mutuamente. No hay éxito eterno y para poder alcanzarlo y permanecer más tiempo en él, hay que aprender de los fracasos.

Es decir, el problema no es el fracaso en sí mismo, sino la percepción de que no se podrán levantar de él una vez que suceda.

Y tal vez la más honesta, es cuando se asumen como personas que definitivamente no son emprendedoras. No tienen planes de inversión, están muy a gusto con un trabajo tradicional y no se ven en un futuro, manejando sus propios proyectos.

En algún momento tal vez las condiciones cambien y los obliguen a asumir riesgos que en este momento no les interesa, pero de entrada, si no tienen ningún sueño o motivación ligado al hecho de emprender un proyecto, lo mejor es que ni se acerque a estos temas.

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