Después de dos semanas de retraso, se iniciaron las jornadas de vacunación a la población de mayor riesgo, los adultos mayores, pero más allá de la buena noticia de que por fin se está inmunizando a este sector de la población, el proceso está manchado por la desorganización.
Amontonamientos, largas filas de espera bajo el sol, bajo la lluvia y el frío, dependiendo de la zona del país, y personas que no alcanzaron a recibir su dosis los obligan a asistir al día siguiente.
La logística que idearon las autoridades sanitarias fue llamar un con un día de anticipación a quienes recibirían la vacuna, hacerlos asistir a una unidad médica en un periodo de tiempo a partir de las 9:00.
Personas con la desesperación que ha provocado la pandemia acuden más temprano al lugar para apartar su puesto ya que es requisito estar presente en la fila para acceder a la aplicación de la dosis.
Algunos módulos no reciben vacunas a tiempo, retrasa el proceso y provoca que los adultos mayores esperen por más tiempo bajo condiciones de las cuales no deberían estar expuestos ya que la intención debería ser protegerlos.
En otros de los casos, personas que se formaron desde temprano no alcanza a recibir su dosis y los obligan a asistir al día siguiente, volviéndose a exponer y arriesgar sus vidas.
Las exigencias son constructivas y no destructivas
Lógicamente la situación en que se encontraban los adultos mayores que acudieron a recibir su vacuna, algunos tuvieron que llevar consigo sillas y sombrillas para poder sobrellevar las horas de espera, generó indignación en redes sociales.
Los defensores del gobierno desviaron la conversación hacia el terreno de la ¨moralidad¨, cuando nadie discutió lo positivo de que los adultos mayores recibieran la vacuna, sino que la operatividad del proceso debería de mejorarse para salvaguardar la salud de este sector de la población en la etapa crítica de la pandemia en nuestro país.
El primer día se aplicaron 23 mil 369 dosis, muy lejos de lo necesario para avanzar con el plan de vacunación, en este paso llevarían 17 años para que todos los adultos mayores reciban la primera dosis.