2020 se perfiló como el año en el que Pemex registró su peor crisis de su historia con pérdidas récord de 480.966 millones de pesos a causa de la pandemia, 38% más que en 2019. Los principales indicadores operativos y financieros señalan un deterioro que se ha agudizado en los últimos años. El colapso de precios internacionales del petróleo de 2014, la forma como se le hizo frente, la falta de inversión en infraestructura y la sobrecarga fiscal; hicieron de Pemex un cadáver viviente.
La 4T presentó a Pemex como una joya que brillaría en el sexenio de López Obrador y se colocaría como punta de lanza para el crecimiento económico del país, apostando por una industria que agonizaba y, que a pesar de los múltiples esfuerzos y recursos que se le inyectaron, no logra despegar y pierde fuerza con niveles de producción por debajo de lo esperado.
De acuerdo con los proyectos de la 4T, Pemex se convertiría en una pieza clave del crecimiento y eslabón fundamental para el desarrollo, por lo que la Administración decidió echar mucha carne a ese asador y presentar a la petrolera como una joya, misma que a dos años del Gobierno de López Obrador no logra brillar como se esperaba, incluso se ha opacado con baja producción y dudas en sus operaciones.
Con presupuesto de 544 mil 598 millones de pesos de gasto programable; es decir, 4% por arriba del otorgados en 2020, y un adicional extraordinario por parte de la Secretaría de Energía por 45 mil 050 millones para la construcción de la refinería de Dos Bocas; Pemex inició el 2021 con la producción de 1.648 millones de barriles de petróleo crudo, un retroceso marginal del 0.02% respecto al cierre de diciembre.
Datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) reportaron en enero una producción anual con caída del 4.3% y contracción mensual del 0.16% en su extracción nacional con 1.59 millones de barriles diarios.
La emergencia sanitaria de la Covid-19, el freno en las actividades productivas, la caída en la demanda de energéticos y las restricciones acordadas entre los miembros de la OPEP+, 2020 se convirtió en el año de retos para Pemex y el de la peor crisis en su historia.
En 2020 el sector petrolero mexicano no fue la excepción y se hundió en la crisis global que asoló la industria petrolera. En los últimos meses del año de la pandemia, Pemex registró niveles muy por debajo de los objetivos prometidos por la 4T. En su reporte anual, la petrolera reportó una producción de crudo por 1.660 millones de barriles diarios, frente al objetivo de 1.9 millones fijados para el 2020.
Los datos de la CNH indican que frente a las cifras del 2019 la producción de petróleo registró una caída del 1.1% y está casi en 300 mil barriles por debajo del objetivo planeado por la Administración para 2020, sumando 16 años continuos de reducciones en su producción.
La Administración, representada por Rocío Nahle, se escudó en el acuerdo con la Organización para Países Exportadores de Petróleo (OPEP+), y señaló que México no podría superar los 1.7 millones de barriles diarios durante 2020.
Pero sin o con acuerdo, los datos de producción de petróleo en México no convencen. A finales del mes de febrero Pemex presumió una hegemonía sobre sus socios, una relación que inició en 2018 con la apertura de la paraestatal a la inversión privada.
La petrolera reportó a los inversionistas una producción de 145 mil barriles diarios, comparada con una producción privada de 21,900 barriles, cifra que fue dada a conocer por la CNH, pero no se aclaró si los nuevos desarrollos, estrellas de los proyectos de infraestructura de la 4T, contemplan los campos prioritarios y la totalidad de las asignaciones obtenidas mediante las rondas petroleras.
La falta de transparencia facilita que se cuantifique producción de campos que tenían un avance previo al inicio del periodo analizado por Pemex.
Con esto, pareciera que la Administración de AMLO busca demostrar que, a pesar de la situación negativa que asola a la industria global y los estragos de la pandemia, Pemex sigue siendo una mejor opción que los socios privados.
La esperanza de la Administración para hacer despegar a Pemex fue depositada en la refinería de Dos Bocas, un proyecto que en 2018 fue presentado como la estrella en infraestructura que, con una inversión estimada en 160 mil millones de pesos, reviviría a la agonizante producción petrolera interna y permitiría al país aspirar a una autonomía energética.
Sin embargo, producción de petróleo crudo a nivel nacional ha mostrado una tendencia a la baja en los últimos 18 años, con un decrecimiento anual de 2.63%, según estimaciones del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y, de continuar esta tendencia, Pemex tendría que importar petróleo para abastecer a la nueva refinería de Dos Bocas.
Según modelos matemáticos financieros de identificación de riesgos financieros para empresas privadas, Petróleos Mexicanos (Pemex) está en “zona de quiebra”, como reportó la Auditoría Superior de la Federación (ASF) en su informe acerca del desempeño del corporativo de la petrolera, luego de que en el 2019 duplicó su rendimiento negativo sobre activos, llegando a 18.1% negativo, y registró un capital contable negativo de 1,977 billones de pesos, empeorando 36% en este rubro.
Desde 2009, los gastos anuales de la petrolera mexicana fueron mayores a sus ingresos, situación que la obligó a endeudarse más. Sus obligaciones financieras crecieron 113% en términos reales de 631,850 millones de pesos a 2 billones en los últimos 10 años.
La producción total sin socios ha caído de 2.154 millones de barriles diarios en 2016 a 1.64 millones en 2020. Si bien los socios privados no han cumplido con sus metas han logrado desarrollar una producción que en 2017 no existía. Pemex por si sola no ha logrado demostrar ser la joya que llegaría a brillar dentro y fuera del país.