¿Hemos perdido la capacidad de dialogar?

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Si cada vez somos menos pluralistas y nos alejamos más del diálogo, rodeándonos únicamente de aquellas personas que piensan igual que nosotros, ¿qué hacemos entonces para recuperar la conversación?

 

Dice Rita Segato que la academia nos hace abandonar la conversación. Es cierto, allá donde debiera haber más ideas, verdaderos debates, posturas críticas y abiertas es común toparse con cerrazón, círculos sumamente celosos de compartir el conocimiento, así como mediocridad no por falta de formación, sino por falta de curiosidad y espíritu aventurero para pensar fuera de la caja; resulta sumamente atrevido que Segato se haya pronunciado así en un espacio que forma parte del circuito académico, la Universidad Iberoamericana, pero este espacio es también atípico, particularmente si nos adentramos en los proyectos y propuestas del Departamento de Letras y de la Cátedra de Teología Feminista; mención particular también merece el equipo detrás del doctorado en Estudios Críticos de Género, trinchera desde la cual se están haciendo planteamientos novedosos y, aún más importante, transgresores, incluso para los especialistas del tema.

¿Qué hacemos entonces para recuperar la conversación? Esa en la que creía Sócrates y por la que pagó un precio tan alto. Si cada vez somos menos pluralistas y nos alejamos más del diálogo, rodeándonos únicamente de aquellas personas que piensan igual que nosotros, ¿cómo reencontrarnos con aquellos que son diferentes y que precisamente por su diferencia pudieran aportarnos algo significativo a nuestras vidas? Un camino comienza a abrirse al encontrar a la antropóloga feminista Rita Segato (Buenos Aires, 1951), quien, invitada por la Ibero, campus Ciudad de México, impartió un seminario titulado Fundamentalismo, masculinidad y crueldad. Durante cuatro días, del 12 al 15 de noviembre, compartió sus líneas de investigación, sus inquietudes como académica (y como mujer) que habita un mundo profundamente polarizado y violento.

Rita Laura Segato
Imagen: Universidad Iberoamericana.

Fue quedando claro al escucharla que la violencia contemporánea es un tema estructural y no circunstancial, lo de la “circunstancia” trágica y terrible lo han posicionado muchos medios de comunicación que explotan la nota roja y los acontecimientos con tintes alarmistas. En el caso específico de la violencia contra las mujeres, asunto que a pesar de la negativa de diversos gobiernos locales para declarar alertas de género por feminicidios y otros delitos contra niñas, jóvenes y adultas, pone de manifiesto que no se trata de casos aislados, sino del síntoma de un sistema profundamente machista, misógino y fundamentalista, pues el fundamentalismo como estructura se ha ido adueñando de un sinnúmero de espacios, aun aquellos que se abanderan como democráticos.

Producimos diferencia para producir conflicto

Normalmente creemos que las problemáticas más arraigadas del mundo actual tienen su origen en las diferencias de la humanidad, religiosas, políticas, económicas, sociales… Rita opina diferente, la investigadora afirma que producimos diferencia para generar conflicto, no es que seamos diferentes (o diametralmente opuestos, cayendo en la trampa dicotómica) y por ello los conflictos. Es decir, hiperbolizar las distinciones que podemos encontrar entre un individuo y otro, o entre religiones, ideologías, creencias y, en general, entre grupos humanos y culturas, es utilizado como estrategia sistémica para aumentar las divisiones y las problemáticas a nivel global.

Entonces, valdría detenerse aquí y plantear, ¿por qué la guerra? Si nos hacemos esta pregunta a la manera en que se cuestionaron el psicoanalista Sigmund Freud y el científico Albert Einstein en un intercambio epistolar que se suscitó en el contexto posterior a la Primera Guerra Mundial y poco antes del horror de la segunda, podremos ir desmenuzando algunas respuestas, sin embargo, habría que señalar algo fundamental: la guerra es inmensamente lucrativa, en ese sentido, Rita comparte que los conflictos bélicos no solamente son necesarios para el capital y para todo el sistema edificado sobre él, sino que se han convertido en la esperanza de retomar el control para el capitalismo como organización, pues desde hace tiempo está atravesando una profunda crisis que ha llevado a la humanidad, a los ecosistemas y a una gran cantidad de personas a una situación de precariedad y desastre; por supuesto que, entre todas estas circunstancias, hay unos pocos, poquísimos beneficiados.

por qué la guerra
Tanque FT, modelo usado durante la primera guerra mundial (Foto: Getty Images).

La puerta infranqueable

¿Vivimos en comunidades realmente democráticas? Vale la pena la interrogante, sin importar donde estemos leyendo esta reflexión, y es que, sin pluralismo, comenta Segato en diferentes momentos de sus charlas, no hay democracia. Quizá estemos ya demasiado acostumbrados a la simulación en este mundo que se alimenta de Ficciones (¿pensaba en eso Borges cuando tituló su libro de cuentos?). Por ejemplo, la utopía como posibilidad inalcanzable y a la vez deseable, ¿puede resultar autoritaria? Una especie de sociedad obligatoria se cierne sobre los sueños y las ideas que compartimos, un modelo social inamovible; esto si nos posicionamos como lo hicieran algunos marxistas o algunos idealistas de la revolución francesa, por mencionar dos casos paradigmáticos. ¿Es necesario ese puerto de llegada, único y perfecto? Una manera de replantearnos lo utópico sería pensar en términos de horizontes, así, en plural. ¿Cómo avanzar hacia ellos?

Sería conveniente parar y pensar que las posibilidades pueden ser realidades si nos decidimos a reinventar la política, y con ella todo lo demás. Clarificarnos, repetirnos en un diálogo tanto interior como exterior que somos seres políticos, hay que asumirlo plenamente y ejercerlo según una de las ideas surgidas de la segunda ola de los feminismos que dice: lo personal es político, por ello, defender que el lenguaje es una postura política (qué decimos y cómo lo decimos), que nuestro actuar en el mundo lo es también, que nuestro pensamiento se traduce en acciones políticas, nos permitirá acercarnos a esos horizontes, y lo más importante, irlos redibujando conforme nos redibujamos a nosotras mismas. Quizá así, la utopía dejaría de ser un lugar y comenzará a ser un momento: aquí y ahora.

pintor surrealista
‘Das Tuch’ (El velo), Edgar Ende, 1946.

Retos y tareas para con nosotras mismas

Las reflexiones suscitadas en el seminario, de las que aquí se comparten apenas algunas ideas en torno a lo trabajado durante el primer día (12 de noviembre), donde el eje principal fue Antropología de la religión vs. Antropología por demanda: estudios de género y colonialidad, nos pueden permitir prácticas y acciones cotidianas distintas en sus matices respecto a los posicionamientos de otros feminismos y posturas. En esos matices, lo fundamental: creer en el diálogo, pensar en plural, reconocerse en las otras que son en apariencia distintas, pero que son humanas, y lo más importante para concluir esta primera parte, entender que más que aliados feministas, como se ha nombrado a los hombres que se posicionan del lado de la causa en pensamiento y acciones, habría que hacer eco de que cada persona, sin importar su sexo biológico, identidad/expresión de género y preferencia sexual, es decir, todos nosotros, humanos que habitamos el mundo, somos necesarios, podemos decir incluso que indispensables, para reconfigurar el todo que componemos. Entre más nos unamos, a pesar de las diferencias, o justo por ellas, entre más formemos una colectividad que nos hermane, y logremos hacer comunidad (opuesta en todo sentido a lo que el sistema neoliberal enseña y transmite en cada rincón, y que se ha traducido no solo en formas de pensar y en sistemas de exclusión, sino en maneras de entender el amor, en nuestras ideas sobre el trabajo, el éxito y las relaciones humanas…) entonces los hombres, incluyendo esos considerados “verdugos” por ejercer masculinidades violentas, serán los principales beneficiados, y nosotras, habitaremos junto con ellos un mundo donde cabrán todos los mundos, para decirlo a la manera de los pueblos originarios chiapanecos.

Sobre el porqué de esta conclusión (que probablemente sonará escandalosa ¿”verdugos” beneficiados?) se hablará en notas posteriores, correspondientes al resto del seminario Fundamentalismo, masculinidad y crueldad.

 

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