A mi amigo Jaime Ruiz Sacristán.
Tenía preparada una reflexión acerca de la educación y el empleo que dejaré para otra ocasión. El domingo en la mañana recibí la terrible noticia de que se nos adelantó un buen amigo, y cualquier otra reflexión parece trivial o inútil.
Cuando pasamos por momentos como éste, perder a una persona querida, a una persona cercana y, sobre todo, en las circunstancias actuales, nos hace reflexionar sobre lo que hacemos en la vida diaria y cómo lo hacemos. Qué tan cerca estamos de las personas que realmente importan y si nos hemos tomado el tiempo para que sepan cuánto las apreciamos, o lo importante que son para nosotros. Cuando vemos hacia atrás creo que nos quedamos cortos y pensamos que siempre habrá un mañana para decírselos, pero lamentablemente no es así.
Por otro lado, el confinamiento que vivimos hoy por la contingencia sanitaria no nos permite despedirnos de nuestros seres queridos como quisiéramos, ya sea de acuerdo a nuestra religión o costumbres, y nos limita a no poder asistir a un encuentro para abrazar y mostrar nuestro respeto y cariño a sus familiares, y darle el último adiós a un amigo. Esta restricción y separación física lo hace particularmente difícil para todos, pero especialmente para su familia, nuestro más sincero acompañamiento desde aquí.
A Jaime tuve la suerte de conocerlo en la universidad, después en los años setenta coincidimos en Citibank donde fue mi jefe y desde entonces conservamos una amistad que pasaría por diferentes etapas, y que en varias comidas nos poníamos al corriente de nuestras vidas.
Era un hombre muy preparado, inteligente, excelente negociador, con gran sentido del humor, accesible, y principalmente íntegro, siempre firme en lo que creía y pensaba, me tocó conocerlo como jefe, como amigo, y recientemente en una relación muy particular, como Presidente de la Bolsa Mexicana de Valores y yo representando a sus clientes, a las Casas de Bolsa. Algunas veces estuvimos sentados en el lado opuesto de la mesa y siempre fue muy duro con sus posturas pero muy respetuoso, todo el tiempo buscando cómo resolver de manera constructiva y pragmática cualquier problema. Muchas otras veces trabajamos juntos en proyectos para desarrollar el mercado de valores, siempre positivo, siempre creativo y echado para adelante, una persona de primera con una gran calidad humana.
Sin duda, el sector financiero y el sector privado lo extrañarán, fue director general y consejero de grupos financieros y bancos nacionales y extranjeros, consejero de empresas industriales, Presidente de la Asociación de Bancos de México y Presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, tan sólo recordando algunos de sus muchos logros.
Para Maribel, sus hijas, nietos, hermanos, y a todos sus familiares, amigos y colaboradores, nuestro más sentido y afectuoso pésame, y me atrevo, por las circunstancias actuales, a decir que muchísimas personas se suman a este mensaje.
Adiós a un amigo, compañero y gran ser humano… quedó una comida pendiente. ¡Te vamos a extrañar!
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Excelente reflexión. Nos reafirma que muchas veces no le damos la importancia a lo que realmente vale la pena: la familia y los amigos. Brindemos por la vida.
Que importante es reflexionar sobre la importancia de la familia y los amigos, sobre todo en este mundo tan difícil en el que vivimos. Aprovecho para mandarles a todos un csriñodo saludo.
Estimado Pepe, me parece una despedida muy profunda, tienes toda la razón, esta maldita epidemia tiene muchas aristas terribles