El gran problema de México en relación con el manejo de su política y estrategia de comercio exterior, es que la mayoría de los encargados de su diseño son teóricos que podríamos clasificar como burócratas improvisados, habilitados como expertos en comercio internacional, que diseñan programas y negocian acuerdos sin un conocimiento de la operación real del comercio internacional, del comercio exterior de México y de la estructura de la planta productiva nacional.
Esta situación ha generado muy pobres resultados para México en materia de comercio exterior y, naturalmente, de generación de riqueza nacional, particularmente a partir de la entrada en vigor del TLCAN que, sin duda, era el proyecto más importante para el desarrollo de nuestro país pero que por su mal manejo y pésima instrumentación, no ha tenido los resultados previstos.
Tampoco ha habido resultados con los otros TLC’s firmados con un total de 52 países, pues si en el año 1993 tuvimos déficit con 30 países por -11,923 millones US, para 2018 el saldo fue con 34 países por -59,402 millones US, en tanto que para el periodo 1993-2018, el déficit fue con 39 países por un nada despreciable monto de -844,535 millones US y, naturalmente, al ser el comercio exterior un elemento fundamental para el desarrollo económico de México –ya que en el 2017, la exportación representó el 36% de nuestro PIB total–, los resultados son necesariamente desalentadores pues esos teóricos, han convertido a México en una país maquilador de ensamble básico, con la incorporación decreciente de valor agregado.
La caída de nuestro PIB total y del PIB per cápita en el periodo 1981-2018 es muy elocuente, y también lo es en el periodo 1993-2018 debiendo señalar que en 1994 entró en vigor el TLCAN, sin embargo, hay que hacer especial referencia que a partir de 2001 y, mucho más a partir del 2014 –en que prácticamente han estado en vigor los TLC’s firmados con 48 países y los 33 APPRIS–, que esos funcionarios recomendaron negociar y firmar para generar más riqueza, empleos y bienestar, la situación ha sido todo lo contrario y verdaderamente deprimente.
El Foro Económico Mundial (WEF), señala que uno de los grandes problemas de México para lograr su desarrollo es la baja competitividad de su marco sistémico, generada grandemente por la pésima calidad de las instituciones públicas y la de sus funcionarios que son incapaces de generar políticas públicas que mejoren la tramitología y que diseñen estrategias, con programas y proyectos realistas que incidan positivamente en el desarrollo del país.
El ex Subsecretario de Comercio Exterior en el periodo 2016-2018, Juan Carlos Baker, es un ejemplo claro del esquema que ha prevalecido pues en 1998, a los 21 años de edad ingresó a la Secretaría de Economía como Asesor del Subsecretario de Negociaciones Comerciales, y no es que haya sido un mal funcionario pero por lo que dice su currículum vitae, parece que no tenía experiencia previa alguna para “poder asesorar” adecuadamente en la materia, situación que también se ha presentado con muchos otros funcionarios de altísimo nivel, pero que han llegado al puesto por ser amigos de alguien de más alto nivel que también padece de las mismas carencias.
Anexos:
Currículum de Juan Carlos Baker.