El pasado 2 de octubre se conmemoró la Matanza de Tlatelolco, de manera muy ordenada, a pesar de algunos disturbios que, por cierto, fueron realizados por un grupo muy joven que seguramente no había nacido en 1968. Además, es importante mencionar que el hecho de poder manifestarse de manera pacífica, eligiendo la forma de hacerlo, es un derecho ganado tras lo sucedido en el 68.
No cabe duda de que el tiempo es implacable y fue notable la ausencia de algunos de los líderes del Movimiento Estudiantil. Casi todos porque ya han fallecido, también fue destacado que algunos de los dirigentes, ahora participaron en la marcha conmemorativa y varios lo hicieron en silla de ruedas. Por lo visto, sigue en ellos cuando menos una parte del espíritu de la revuelta.
A mí me llamaron mucho la atención dos sucesos, una que el presidente electo, el licenciado Andrés Manuel López Obrador, prometió al momento de finalizar la ceremonia en la Plaza de las Tres Culturas, este 2 de octubre de 2018, la creación de una Comisión de la Verdad sobre el Movimiento Estudiantil. La segunda, es la serie de críticas que Joel Ortega ha recibido por parte de varios de sus compañeros del Comité de Huelga por el título de su libro más reciente, Adiós al 68. Por supuesto que el 68 no se puede olvidar, pero sorprende la intención de crear una Comisión de la Verdad para investigar responsabilidades después de 50 año, ya que han muerto casi todos los presuntos responsables de la represión brutal que el gobierno estableció en contra de los estudiantes. De los grandes artífices de los actos represivos sólo vive Luis Echeverría, pero es un hombre muy mayor, que hace muchos años dejó de aparecer en la esfera pública y que ya fue investigado acerca de su actuación, aunque, al parecer, la investigación fue interrumpida y no se le atribuyeron responsabilidades por lo que fue exonerado. En entrevistas previas a esta investigación, y también posteriores, siempre dijo que Gustavo Díaz Ordaz había reconocido y asumido todas las acciones sobre la represión y lo había hecho aceptando la carga de éstas de manera total.
De los líderes del 68 van quedando cada vez menos, como ya se mencionó, muchos han fallecido y otros se han ido retirando. Bien dice Joel Ortega que, al terminar el movimiento, de los 300,000 estudiantes participantes, 297,000 siguieron su vida, seguramente, sin olvidar ni renegar de su participación, pero si ocupándose de formar y vivir una vida, tanto individual como grupalmente, es probable que sin agobiarse, aunque sí viviendo de acuerdo con los fundamentos del movimiento en el que habían figurado, el cual tuvo diferentes niveles, como sucede en acontecimientos sociales de las características que el 68 tuvo. La carrera que hicieron los líderes del Comité Nacional de Huelga ha sido muy diversa. Al final, las dudas sobre la lealtad de sus miembros han ido destruyéndose. El poder gubernamental no sólo no consiguió infiltrar plenamente a la dirigencia, sino que las reuniones que se establecieron cerca del 2 de octubre, en búsqueda de soluciones, entre el gobierno y los líderes, al parecer, no dieron mucho resultado, aunque los mediadores gubernamentales, Andrés Caso Lombardo y Jorge de la Vega Domínguez, tuvieron una larga y destacada carrera. Caso Lombardo fue secretario de Estado, De la Vega Domínguez, además de secretario de Estado, fue gobernador de Chiapas, embajador en Canadá e incluso llegó a ser precandidato presidencial. En 68 eran dos jóvenes políticos pero, seguramente, contaban con toda la confianza del régimen, y sólo tenían 10 o 15 años más que la edad con la que contaban la mayoría de los líderes estudiantiles.
Pronto empezaron a aparecer divergencias entre los líderes, al cabo de los años se han ido restañando, aunque algunas permanecen. Son famosas las diferencias entre González de Alba y Elena Poniatowska, así como muchas de las críticas a Luis Spota. Diversos líderes tuvieron, y están teniendo, papeles destacados en la vida social, cultural y política. Varios estuvieron presos hasta 1971 y luego partieron al exilio, otros se exilaron directamente, muchos realizaron estudios en el extranjero y, al regresar, se incorporaron a la vida social, cultural, educativa y política. Se cuentan entre ellos casos muy destacados, algunos llegaron a ser secretarios de Estado, como Rosa Luz Alegría; otros fueron legisladores, Salvador Martínez della Rocca “El Pino”, Gómez Álvarez; diferentes perfiles se posicionaron en la vida educativa, como Guevara Niebla, quien ha tenido un papel importante; y, hay casos de escritores, defensores y participantes de diferentes movimientos sociales, por ejemplo, González de Alba. Casi todos han tenido y mantenido una actitud libertaria. Un ejemplo notable de conducta de anarquista, como los generados al final del siglo XIX, es Marcelino Perelló.
Desde luego, resulta interesante que los diversos actores publiquen obras que enriquecen el conocimiento sobre el complejo movimiento. Los textos de Aguayo y de Ortega que recomendé hace unos días son destacados en este sentido. Hay muchas otros que han sido publicados a lo largo de estos 50 años, por supuesto, son visiones parciales, y a veces personales, de los hechos. Insistiremos en que el movimiento fue muy complejo.
Tanta complejidad hay en todo esto que creo que más que una Comisión de la Verdad necesitamos estudios históricos de profesionales que nos permitan comprender cómo una lucha, que pudiéramos calificar más bien como una riña, entre dos establecimientos de educación media superior, escaló hasta donde lo hizo. Sería importante saber bien a bien por qué el gobierno optó por una represión tan intensa, que resultó tan grave como torpe; por qué el titular del poder ejecutivo escuchó a asesores extremistas como Gutiérrez Barrios, quien, por cierto, hizo después una destacada carrera política, o a Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial, quien también tuvo posteriormente un largo recorrido político y militar. Otras preguntas a responder pueden ser cómo influyó el ambiente mundial del 68, cuál fue la participación extranjera (de Estados Unidos, concretamente) y la ausencia de otros países (Cuba y la URSS), o por qué la participación de estudiantes de otros lugares del país fue sólo marginal. Quedan muchas más interrogantes.
Sólo visto desde fuera y con ojos analíticos, así como con formalidad profesional, podremos llenar las lagunas que tenemos los integrantes y quienes no participaron del Movimiento del 68. Los posibles culpables de la brutal represión están muertos o a punto de morir. Una Comisión de la Verdad no tiene objeto. Sí lo tiene el hecho de fomentar, patrocinar y promover estudios históricos, y no mandarlos a hacer, porque le quitarían objetividad.
No deja de ser muy interesante su reflexión
Solo una verdadera investigación histórica dará luz a los hechos que ocurrieron
Es algo que jamás se llegará a la verdadera verdad pero una persona Díaz Ordaz al menos tomó toda la responsabilidad imposible que el jefe de los granaderos como que era Echeverría jamás ha sido hombre para aceptarlo. Sofía
Dr Ramiro creo que la verdad son los muertos, desaparecidos y encarcelados que por su edad y creencias les marcó su vida. El libro de Joel Ortega me pareció lleno de sinceridad, compromiso y claridad.
Saludos y muchas gracias Marcela
Dr como siempre sus comentarios oportunos e interesantes, gracias. Con referencia al movimiento del 68 y sus líderes, los cuales tomaron diferentes caminos y algunos fueron “comprados” por el gobierno. Aún no se ha hecho una investigación con fuentes históricas de la participación real
de los involucrados en este terrible suceso del 2 de Octubre. Es por esto que para mi resulta importante la creación de la Comisión de la Verdad sobre el Movimiento Estudiantil, propuesta por el presidente electo López Obrador. Es importante que se investiguen las fuentes históricas de esa época, por ejemplo el Archivo General de la Nación abrirá esos expedientes, los periódicos de la época no relataron los hechos como realmente sucedieron, pues estaba subordinada al gobierno, como ahora muchos lo están.
Es una lástima que no se le pueda ya castigar a Echeverria Álvarez, porque claro que tuvo una gran ingerencia en el Movimiento del 68, así como la tuvo en 10 de Junio de 1971, conocido como el “Halconazo”
Muy interesante Doctor.
Definitivamente un tema sumamente complejo.
Estoy completamente de acuerdo con usted, no tiene caso crear una Comisión de la Verdad, ya no hay a quién culpar ni a quién perseguir, como usted lo dice, la gran mayoría ya están muertos, por eso quizás la crear dicha comisión. Por otro lado, una investigación historia suena sumamente interesante.
Un placer como siempre Doctor