La frase clave en la Calidad de Vida es Relaciones Interpersonales. Nuestro bienestar depende en gran medida de la calidad de nuestras relaciones y es el espacio laboral, sin duda, uno de los lugares donde más relaciones experimentamos.
Como en todo, las relaciones interpersonales en el ámbito profesional pueden ser buenas o malas. ¿De qué depende? y ¿cómo debemos manejarlas?, en especial, para que sean un activo, un aporte positivo a nuestra satisfacción promedio en la vida.
Comencemos por entender que el trabajo presenta retos particulares a otras esferas de la vida. Un buen día nos vemos implantados en una organización, que tiene su cultura, su ritmo y está integrada con personas desconocidas con las que habremos de convivir de 8 a 12 o más horas. Sin mencionar que algunas de esas personas son nuestros jefes, subordinados, compañeros, clientes o proveedores, y en cualquier caso hay que llevarla lo más cordial posible.
Podemos desarrollar ciertas habilidades, pero lo primero es comprender y estar consciente de lo que enfrentamos. Practicar más la observación y la escucha activa, algo nada fácil en nuestros vertiginosos tiempos.
Hablemos de un fenómeno en particular: el compañero Pasivo Agresivo. Esa persona a la que le sueles pedir las cosas más de una vez y no responde; que retrasa sus entregas o te omite en los emails. común, pero más frecuentemente es, como dice Melody Wilding[1], “hostilidad recubierta de azúcar”. “Es una manera indirecta, incluso a veces furtiva o despreocupada de expresar la ira o el resentimiento”. Otra manera muy insidiosa de comportamiento pasivo agresivo es el chisme, dice Wilding. Pero el comportamiento pasivo agresivo puede tomar cualquier número de formas. Desafortunadamente, identificar este tipo de comportamiento no siempre es fácil, pero su señal más reveladora es su persistencia.
El entorno de la oficina en realidad podría estimular este tipo de comportamiento simplemente porque la gente realmente no puede expresar sus sentimientos tan directamente como sería posible en un entorno social. También pueden estar sujetos a las reglas de la oficina, por lo que buscan otras formas de ejercer influencia.
La cultura de una organización individual puede hacer que el comportamiento pasivo agresivo sea mejor o peor, dice Wilding. Por ejemplo, si la administración es excesivamente punitiva o la gente se siente ridiculizada cuando algo va mal, las personas podrían ser más propensas a ser pasivo agresivas para evitar la responsabilidad, porque no quieren ser la que tiene la bolsa si surge un problema. Pero mientras que la mala gestión puede empeorar el comportamiento pasivo agresivo, este comportamiento puede surgir incluso en el mejor de los lugares de trabajo.
Algunas personas usan estrategias pasivo agresivas porque es la forma en que han aprendido a navegar las relaciones interpersonales. En algunos casos una persona podría haber crecido en una casa donde no estaba bien expresar su opinión y que han sido socializados en este tipo de comportamiento, dice Wilding. Es posible que la persona ni siquiera esté consciente de que él o ella está siendo pasivo agresiva.
El comportamiento pasivo agresivo también puede surgir en respuesta a una situación estresante ‒miedo a un proyecto o un nuevo papel–. La persona que está comportándose de tal manera, trata de evitar una situación que la intimida.
Un gerente con experiencia conoce el comportamiento pasivo agresivo cuando lo ve. Sin embargo, otros deben aprender a confiar en su intuición. Si piensan que algo está en marcha, tienen dos opciones, ignorarlo completamente y, a veces, desaparecerá, o confrontar el fenómeno.
Si eliges confrontar el fenómeno hay algunas estrategias que puede utilizar:
- No lo tomes personal. Aprende a ver el comportamiento pasivo agresivo como un patrón sistémico o de comportamiento. No es sobre ti. Culparte a ti mismo no hará que la situación mejore y sí te subirá en un espiral de estrés que puede hacer que las cosas empeoren.
- Ayuda. Si estás en un papel de liderazgo, parte de tu misión es crear seguridad emocional para esa persona y el resto del equipo. Piense en el tono de las reuniones y las interacciones. ¿Son los miembros del personal capaces de expresar cómodamente sus opiniones? ¿Hay un nivel básico de respeto y confianza de los líderes? El liderazgo por terror es cosa vieja que deteriora el clima organizacional y socaba la calidad de las personas y de la organización en su conjunto.
- Comprender la causa raíz. Piensa en lo que puede estar pasando en la vida de esta persona que Tú puedes ayudar a abordar de una manera compasiva. Abordar el problema subyacente puede ayudar a reducir este tipo de comportamiento. Algunas veces las personas que posponen las cosas son pasivo agresivas o, a veces, simplemente están asustadas, tienen una crisis doméstica o simplemente están enfermos. Para averiguar si éste es el caso, pregunta “¿Qué hay sobre este proyecto con el que estás teniendo dificultades?”, “¿Hay algo que pueda hacer el equipo o Yo mismo para apoyarte a sacarlo adelante de la mejor manera posible?”.
- Trazar líneas claras. Si has llegado a la certeza de que en el equipo cuentas con un elemento pasivo agresivo, tienes que aprender a establecer límites con estas personas. Decirle: “Ésta es la sexta vez que has llegado tarde a una reunión en el último mes, la próxima vez, si no llegas a tiempo, mejor no entres”.
Tu más importante misión si eres el líder, es mantener una atmósfera armónica propicia para la productividad organizacional, que permita a cada quien alcanzar sus objetivos y en el agregado hacer avanzar a la organización. Si eres un miembro más de la gerencia media o en general de la organización, has lo que debes en tu ámbito de competencia y si es necesario informa a tus superiores.
Lo más importante es asumir la responsabilidad de cambiar los comportamientos negativos que contaminan las relaciones interpersonales en el ámbito laboral, sólo así podremos disfrutar de nuestra actividad profesional y asegurar que estamos logrando… Vivir con Sentido.