La muy conocida expresión: “ver en cada cosa, las dos caras de la moneda”, tiene un origen mucho más lejano de lo que solemos imaginar.
Los romanos quisieron rendir culto a uno de sus dioses más preciados, representándolo en sus monedas.
El dios recibía el nombre de Jano y tenía bajo su tutela los comienzos, las transiciones y los finales.
Conscientes de ello, es que los romanos decidieron representar a Jano como una figura bifronte. Es decir, con dos caras.
En este contexto, hablar de brechas digitales implica que la nueva era plantea problemáticas inéditas.
La más preocupante, quizá, hoy por hoy, es el número de personas que se rezagan día con día de los avances que la expansión de lo digital trae consigo.
Por otro lado, dirigir la mirada hacia las competencias que habrá de requerir el mundo que se abre paso, es enfilar la atención en buena medida sobre quien ya está dentro de este mundo digital.
Colocarse entre aquellos que buscan avizorar cómo será ese tiempo por venir, y, sobre todo, qué demandará de quien pretenda representar un aporte importante en el mundo laboral.
Así, por una parte tenemos que, según las estadísticas con que se cuenta, de los 617 millones de habitantes de América Latina, 322 millones tienen acceso a Internet, un 52.2%.
Pero que esta cantidad representa sólo el 10.6% de los usuarios que a nivel mundial usan Internet.
Está solo un punto por arriba de África, cuyas cifras son dramáticas en todos los aspectos.
Menos de la cuarta parte de los africanos puede conectarse a Internet, y su participación a nivel mundial llega apenas al 9%.
El porcentaje de latinoamericanos conectados es significativamente menor que el de los europeos; y no se diga respecto a los norteamericanos. Y se halla por debajo de los ciudadanos de la zona de Oceanía.
En el caso de Europa la cobertura de Internet rebasa el 70% de los habitantes, mientras que en Oceanía llega al 72%.
La cifra más alta la tiene, desde luego, Estados Unidos y Canadá, en cuyos territorios prácticamente el 87% de sus ciudadanos accede a Internet sin ningún problema.
Este modelo, claramente desigual, se repite a su manera. Como si fuera un espejo macabro, cada nación, por bajo que sea su índice de acceso a Internet.
Por otro lado, la manera en que se han modificado apenas en un puñado de años las competencias da cuenta una era caracterizada por un presente reducido a una fracción de vida hacia otro presente que emerge tan rápido como de nuevo es suplido por otro presente.
De acuerdo con el World Economic Forum, en 2015, las diez competencias o habilidades laborales y personales que tenían mayor valor social y laboral, que eran las más apreciadas era:
- 1. Resolución de problemas;
- 2. Coordinación con los demás;
- 3. Gestión de personas;
- 4. Pensamiento crítico;
- 5. Negociación;
- 6. Control de calidad;
- 7. Orientación a servicio;
- 8. Toma de decisiones;
- 9. Escucha activa; y,
- 10. Creatividad.
Media década después, algunas de estas habilidades o competencias han cambiado de lugar y otras han dejado su lugar a las necesidades de un mundo que se desplaza incesantemente.
Para este 2020, el mismo World Economic Forum presenta las siguientes modificaciones con respecto al de 2015:
- 1.Como habilidad número más preciada se mantiene la Resolución de problemas;
- 2. La Coordinación con los demás, segunda en 2015, pasa la 5ª posición, para 2020;
- 3. Gestión de personas cae del tercero al cuarto sitio;
- 4. Pensamiento crítico pasa del cuarto lugar al segundo;
- 5. Negociación cae del quinto al noveno puesto;
- 6. Control de calidad desaparece, y emerge una nueva categoría: inteligencia emocional;
- 7. Orientación cae del séptimo al octavo sitio;
- 8. Toma de decisiones sube del octavo al séptimo lugar;
- 9. Escucha Activa; desaparece y aparece una categoría nombrada flexibilidad cognitiva.
- 10. En el cambio que representa el mayor y más radical cambio de concepción, se presentará: Creatividad, que en 2015 fue colocada en el lugar décimo.
De modo pues que Creatividad, cinco años después, se halla solo por debajo de resolución de problemas y pensamiento crítico.
Hoy, está claro, carecer de conectividad es no solo faltar a un derecho humano elemental, sino colocar a las y los individuos en una situación de vulnerabilidad personal y social que perpetuará sus condiciones de pobreza.
Mas, está claro también, que la conectividad es una condición indispensable, pero no suficiente.
No hay ninguna duda, pues, de la centralidad de los dos ejes sobre los que trabaja AlfabetizaDigital: inclusión y fomento de las creatividades digitales.
Constituyen el detonador que ha de acompañar a la conectividad hacia una nueva agenda tecnológica que sirva a mejorar las condiciones de vida, material y cultural, de las personas.
Sólo así, Resolución de problemas, Pensamiento crítico y Creatividad, las tres habilidades para el mundo de un futuro que ya está aquí, serán una realidad para los más amplios sectores de toda sociedad.
Seamos capaces, pues de sembrar y navegar bajo la mirada al futuro de aquel Jano, sin desentendernos del pasado.