Depuración: urgente necesidad democrática

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¿Cuál es el deber ser de nuestros políticos y funcionarios públicos?

Desde la creación de la polis griega, el concepto de ciudadano, hacía corresponsables del bienestar de sus semejantes a todos los miembros de la sociedad helénica. Los ciudadanos anteponían el beneficio común antes del particular, comprendían que la búsqueda de bienestar colectivo beneficiaba inclusive al demos o pueblo, lo que tuvo como consecuencia el surgimiento de la democracia.

En todos los sistemas democráticos del mundo, incluido el nuestro, el bienestar ciudadano es la piedra angular en la legislación de las leyes; ergo, el deber ser de nuestros políticos y funcionarios es salvaguardar los intereses colectivos de nuestra sociedad.

Pese a que es claro el objetivo de la democracia, la estructura político-democrática de nuestro país ha transmutado a un sistema demagógico, en el cual, todos los implicados en el partidismo utilizan el engaño social como herramienta electoral. Las promesas de campaña solo son un bastión más de una red de mentiras que al parecer no ha recibido castigo alguno por parte de las instituciones, ni mucho menos, ha sido reprobada por el ideario colectivo.

Los ciudadanos debemos entender que los políticos y funcionarios públicos son electos para generar el bienestar ciudadano. Es por ello, que el uso descarado de la mentira resulta repulsivo, pues engañar al ciudadano, es traicionar los ideales mismos de una sociedad democrática.

Al embaucar al ciudadano, los funcionarios públicos están usurpando un puesto que no les corresponde. Aunque podemos asimilar esta premisa con facilidad, lo realmente alarmante es que no existen mecanismos públicos o privados que castiguen estas acciones. Y es que, el engaño al ciudadano no es una simple cuestión de moral; este acto lleva implícito un abuso para con el ingenuo, una farsa tal, que ha llegado al punto en el que los pobladores han entrado a un estado de alienación.

Por tal motivo, es menester y nuestra responsabilidad depurar el sistema actual, y quizá, la única alternativa es crear un organismo encargado de evaluar el desempeño de los políticos bajo una rúbrica de veracidad en sus actos. Si los funcionarios públicos no cumplen con sus promesas o, mejor dicho, compromisos para con la ciudadanía, deben ser destituidos de inmediato.

Depurar, significa coloquialmente: quitar lo no deseado, entre ello, lo que no responde, no funciona, sobra, etc. Debemos transformarnos de una sociedad pasiva a una activa, una población capaz de derogar a sus funcionarios falsarios, los cuales, prometen una serie de actos, productos y mejoras que jamás llegan.

¿Acaso es utópico pensar en un organismo ciudadano que lleve a cabo este acto?

Y además le agrego: ¿Y para qué hicieron nacer el fuero?

Samuel Podolsky

@sampodol

spodolsky@elsemanario.com

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Antonio Prida

Crear un organismo encargado de evaluar el desempeño de los políticos bajo una rúbrica de veracidad en sus actos, me parece una magnífica idea que habría que prponer a Juan Pardinas del IMCO.

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