Se llama Mariya Gabriel. Nació en Bulgaria. Desde el 1 de diciembre de 2019 es la comisaria de Innovación, Investigación, Cultura, Educación y Juventud, de la Comisión Europea. Tenía 10 años cuando cayó el Muro de Berlín.
A Gabriel ha correspondido la organización, en condiciones radicalmente distintas una de otra, de las dos ediciones llevadas a cabo hasta ahora de un evento ambicioso y de amplio espectro: The European Research & Innovation Days.
Hace unos días apenas, del 22 al 24 de septiembre, en condiciones absolutamente inéditas, se ha llevado a cabo por segunda vez esta iniciativa que busca conjuntar los alcances del conocimiento aplicado con las necesidades que marcan el trazo de un horizonte de futuro.
En esa dirección, al inaugurar la segunda edición de The European Research & Innovation Days, Gabriel subrayaba que se trata no sólo de ciencia, sino de hacer a nuestras sociedades más inclusivas, más comprometidas con el medio ambiente, más resilentes.
La generación de conocimiento, su aplicación, el desarrollo de nuevas tecnologías debe apuntar a buscar el equilibrio entre el desarrollo personal y el general, entre el desarrollo y el entorno natural del planeta.
Así, bajo el signo de la crisis ambiental y la emergencia sanitaria, The European Research & Innovation Days, vino a reiterar una verdad que no por sabida, no debe ser remarcada tanto como sea posible: nada podrá hacerse como antes, nada es ya como antes.
Marcado, pues, de modo indeleble por la amenaza del Coronavirus, sacudido por los estragos económicos de las medidas paliativas, el evento insignia de la Comisión Europea en materia de Investigación e innovación, lejos de abandonar temas precedentes, pareciera caminar hacia su reforzamiento.
El Pacto Verde (The Green Deal), en sentido, sigue siendo para el entorno europeo la parte central de su ruta de navegación.
Ciertamente, se han desplazado hacia el centro de esta hoja de ruta, temas que estaba ahí de modo latente, y que hoy son inaplazables: el teletrabajo y la teleeducación, por mencionar dos.
A la par del Green Deal, Europa tiene claro que la sociedad digital ha de avanzar de modo más rápido, justo e inclusivo hacia ese nuevo estadío.
Lo digital, es claro, para la UE no se refiere sólo al acceso de ciertas tecnologías para algunos, sino de construir una base que apuntale las nociones de ciudadanía, tolerancia, equidad, entre algunas de ellas.
Como presentes han estado, también, de modo transversal, a lo largo de estos dos días de sesiones virtuales, los elementos y desafíos que conforman los Objetivos del Desarrollo sustentable (ODS), que impulsa la Organizaciones de las Naciones Unidas desde hace un par de años.
Ya antes de su inicio los I&R Days, por su nombre abreviado, anunciaban su convicción de que Europa debe encabezar “una transformación digital inclusiva y centrada en el ser humano”.
Para luego asentar que “la digitalización puede permitir el empoderamiento generalizado de los ciudadanos, ayudar a desarrollar nuevos conjuntos de habilidades para adaptarse a las necesidades laborales futuras y luchar contra la desinformación y los prejuicios étnicos y de género”.
La convicción europea es que la digitalización, como ellos llaman a esta enorme transformación en cuanto ámbito de la vida social existe, “impulsa la innovación en todo, desde la infraestructura y las redes hasta la conservación del patrimonio cultural”.
“La tecnología digital también es clave para garantizar que Europa cumpla sus compromisos en materia de medio ambiente, clima y sostenibilidad”.
Y aún más, se dice, de cara a la crisis sanitaria y a su resolución en un marco de fortalecimiento de las sociedades democráticas.
“Protege y promueve los valores y procesos democráticos e impulsa la revolución de los datos en el corazón de los descubrimientos científicos innovadores, como durante la crisis del Covid-19”.
Ha sido ésta, la pandemia, desde luego, una de las grandes protagonistas del encuentro. El uso de la Inteligencia Artificial y la telemedicina se discutieron no como hechos por venir sino como realidades de hoy.
Del mismo modo que el manejo de datos personales se ha entrecruzado, en los debates suscitados, con la imprescindible edificación de una ética del tiempo digital.
Pero no sólo ello, cómo mitigar los sesgos por género o etnicidad, cómo instrumentar los nuevos entornos laborales robotizados sin que amenacen lo humano, cómo transitar hacia las nuevas habilidades que se requieren para los nuevos tiempos, han sido algunos de los tópicos sobre los que han girado los debates en el ámbito de la sociedad digital.
Al final de estos tres días intensos, los resultados son alentadores. Más de 35 mil participantes de 188 países. Mucho más allá del propio ámbito europeo. 146 sesiones de discusión, reflexión y llamado a tomar acciones.
La pequeña niña búlgara de diez años que miraba derrumbarse el Muro en Berlín, y con él un mundo, al cabo de muy pocos años, le ha tocado en suerte convertirse en una de las grandes promotoras de la edificación impostergable de las bases de una nueva era. Todo ha sido muy rápido.
Lo será aún más.
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Esta conjunción entre la tecnología y las ciencias ambientalistas es el único camino que plantea la conservación del planeta, sin embargo el ser humano es por naturaleza un individuo social que requiere de la cercanía de sus pares, la pandemia ha limitado el contacto de una forma que probablemente será irreversible.