El niño que tenía miedo de salir de casa

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Mi primer recuerdo está adherido al miedo. Tenía tres años. Íbamos en la carretera rumbo a Acapulco. De pronto, sentí un violento jaloneo: mi papá perdió el control del coche y nos estampamos contra un camión que venía de frente. Mi hermano salió volando por el parabrisas. Murió en pocos minutos. Después supe que mi papá iba borracho. Me lo dijo mi mamá cuando se estaban divorciando.

Cuanto más antiguos, los recuerdos son más brumosos. Pero yo sé que siempre tuve dudas. Desde que me acuerdo, dudo sobre lo que debo hacer: crecer o quedarme chiquito, salir a divertirme o cuidar a mi mamá. Pienso mucho respecto a qué debo escoger, pero casi siempre gana quedarme chiquito y estar cerca de mi madre. No sé bien por qué.

Cuando estaba en sexto, mis papás, preocupados, decían que a los doce años ya debería tener amigos. No entendían de dónde venía mi insomnio. Me mordía las uñas, las pesadillas me castigaban el sueño y tenía miedo a la oscuridad. Por eso dormía con mamá, con las luces prendidas. A ella no le molestaba. Gracias a eso los ruidos extraños desaparecían.

Niño en la lluvia.
Imagen: Pinterest.

Otra razón para llevarme a terapia es que casi no salgo a la calle: sólo voy a la escuela y me quedo a clases de karate. Regreso directito a la casa porque pienso que si no estoy, pueden entrar ladrones. Cuando voy a otro lado, me atrapa la idea de que puede ocurrir algo catastrófico: un incendio, un asalto, un terremoto… En una época, casi no veía a mi papá. A veces prometía recogernos, pero luego se le olvidaba. Yo sufría pensando que le había pasado algo grave. Cada minuto de espera era aprovechado por el miedo para ir penetrando en mi cuerpo y galopar en mi corazón como si fuera un caballo desbocado. Me sudaban la frente y las manos. El llanto se me quería salir y yo, por pena, me lo aguantaba. Por suerte, eso nunca me sucedió en clase; me hubiera muerto de vergüenza.

El miedo es como un niño chiquitito, pero muy fuerte, que amenaza, grita, golpea, llora y asusta, y yo… siempre terminé obedeciéndolo. Como un depredador, me vigilaba todo el día. Me atacaba cuando me deprimía, cuando estaba cansado o de malas, casi siempre en las noches o en la soledad de la casa.

A veces, mientras veía la tele, aparecía de repente en la pantalla. De un salto se metía en mi cabeza y la invadía. No me dejaba pensar, distraerme o dormir. Lo odio. Soy el prisionero; mi cabeza es la cárcel. Fanny, mi psicóloga, quiere saber de qué manera el odio manifiesta que no estoy conforme con ser prisionero del miedo y cómo me puede ayudar a hacer mis cosas preferidas… Si sólo pudiera hacer lo que me encanta.

Acepto que el miedo era mi compañía, estaba siempre a mi lado. Incluso me ayudó a cuidarme. Me alertó de todos los peligros que me acechaban. Lo malo es que el miedo chupa la energía. Por eso yo siempre estaba cansado y de mal humor. ¿Saben lo que es cuidar a un niño berrinchudo, enojón y además celoso? Las pocas veces que invité a amigos a la casa, de inmediato el miedo se me trepaba y me empezaba a torturar. Quería que fuera su esclavo día y noche.

Miedo.
Ilustración: Pinterest.

Yo me defendía gritándole: “¡Déjame dormir!”, “¡Ya no aguanto más!”, “¡Cállate!”, “¡Déjame en paz!” Trataba de seguir durmiendo. Me esforzaba en convencerme de que no era el miedo sino la costumbre lo que me despertaba. Como no me movía, empleaba todas sus armas: sombras horribles, ruidos e imágenes aterradoras.

Un día, Fanny me pidió que dibujara a Intrépido, mi personaje favorito. Es como un amigo que le tiene miedo a algunas cosas, pero no a todo. O tiene miedo pero lo pospone porque le gana la curiosidad y la valentía. Su cabeza está rasurada de un lado y del otro no. “Valentía” es su palabra favorita y dice las mismas cosas que las canciones que escucho. Como ésa del chavo que, aunque sus compañeros le peguen o se burlen de él, no tuerce el brazo, sigue con lo que quiere hacer, como si sus ideas le dieran fuerzas.

Dibujando a Intrépido, mientras platicábamos, descubrí todo lo que he hecho para combatir el miedo. Me di cuenta de que crear a Intrépido, mis clases de karate, mi curiosidad y los cuentos de terror son formas diferentes de no dejarme dominar.

Desde que soy experto en miedos, me encanta inventar. Como me asusta estar solo, leo mucho. Leí 86 historias de terror; cada una más pavorosa que la otra. Conforme leía, iba inventando cuentos que, cuando los contaba, a todos los niños de mi clase se les paraban los pelos de punta. A mí no, porque soy el dueño de los cuentos y, aunque no me guste, soy el dueño del miedo.

Miedo.
Ilustración: Nicole Xu.

Un día me di cuenta de que la curiosidad iba dejando atrás al miedo. Fui a casa de mi primo cerca de Taxco y nos salimos en la noche. Imagínense: yo, que no salía de mi casa… Aparecieron ruidos extraños, pero cuando el miedo lanzó sus alaridos, yo le grité más fuerte: “¡Ya cállate! Acompáñame sin hacer berrinches”. Me hizo caso. Sí, me obedeció, así que yo empecé a mandar.

Parece que nunca lograré deshacerme de él, pero ya me di cuenta de que cuando ve a Intrépido junto a mí, se me acerca despacito y me habla al oído. En ese momento se convierte en aliado. Me alerta de los peligros que estoy corriendo. Luego se calla. Ahora ya puedo pensar sin que me amenace. Hasta me ayuda a tomar decisiones. Miedo está junto a mí. O soy su esclavo, sigo huyendo o encerrándome en casa, o lo vuelvo mi consejero.

Hace dos semanas, mientras me ponían la cinta negra en el karate y todos me aplaudían, Miedo permanecía junto a mí, en silencio. Era el mismo que me había acompañado desde el día del accidente, pero se veía más débil, como si hubiera encogido. Le dije: “No tienes que desaparecer de mi vida. A veces te necesito. Pero es necesario que aprendas a respetarme. No soy el mismo de antes”.

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Preguntas narrativas

  • ¿Alguna vez Miedo te ha visitado?
  • ¿Cuál es la historia de tu Miedo?
  • ¿En qué momentos de tu vida se hace presente?
  • ¿Qué características tiene tu Miedo?
  • ¿De qué se alimenta?
  • ¿Existe alguien o algo que ayude a dominarlo?
  • ¿Qué deseas para tu vida que Miedo te impide hacer?
  • ¿Puedes describir algunas ideas o acciones a través de las cuales has dialogado con el Miedo?
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deborah prum

Excelente ! dice todo en
unas cuantas palabras …..todo con medida nada con excesos !
bravo

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