En 1209 Francisco de Asís decidió presentarse ante el Papa para que le aprobara la primera regla de la Orden Franciscana. Inocencio III –el Papa en turno que soñaba con reconstruir la Iglesia- aprobó verbalmente la hermandad pensando en la pobreza y la sencillez como motor para el cambio. Ochocientos años después otro Francisco, quiere con las mismas armas reconstruir la Iglesia.
Jorge Mario Bergoglio, nació en Buenos Aires en 1936. De origen italiano y condición humilde (su padre era empleado ferroviario). Se tituló como Técnico Químico y en 1957 ingresó en la Compañía de Jesús. En 1969, a los 33 años, se ordenó sacerdote y en 1992 fue consagrado Obispo. Ha ocupado numerosos cargos de relevancia, entre ellos, Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.
Quienes lo conocen lo definen como un hombre austero y piadoso que acostumbra abrir sus brazos a todos y especialmente a los más necesitados. Aún siendo Cardenal en vez de usar automóvil, viajaba en metro o en autobús. Le gusta el futbol y el tango. Tiene don de gentes y simpatía. Es un promotor de la vida y su postura sobre aborto, drogadicción, matrimonios homosexuales, eutanasia, experimentación con embriones humanos, es bien conocida.
El diario la Nación www.lanacion.com contó recientemente a sus lectores que Bergoglio viajó a Roma al Cónclave en clase turista (como acostumbra), aunque tenía ofertas de un boleto de Primera clase, cuenta también la Nación, que un grupo de señoras le pidieron que aceptara como regalo un par de zapatos nuevos porque los que traía estaban considerablemente gastados.
Es un Papa intelectual, estudioso de la teología y Profesor de varias asignaturas, al mismo tiempo que sabe gobernar, es visionario y de convicciones firmes; acostumbra llamar a las cosas por su nombre. Si algo es inexacto o equivocado, no duda en decirlo, en cualquiera de los foros en que se encuentre, por ejemplo siendo Cardenal en Argentina no tuvo inconveniente en denunciar medidas injustas del Gobierno.
La cantidad de espacio dedicado en los medios al Cónclave, la presencia de alrededor de seis mil periodistas en el Vaticano, la cobertura que tuvo el evento en Redes Sociales, la presencia de más de 150 delegaciones de diversos estados del mundo y la llegada de cientos de miles de peregrinos nos ponen ante uno de los acontecimientos importantes de la década.
Asistimos al momento histórico en el que se delinean a grandes rasgos las principales características de la Iglesia en el Tercer Milenio: claridad, caridad, pobreza y justicia. Amor, unidad, verdad y belleza dicho de otro modo.
Verlo fue quererlo –escribió un colega periodista- su sonrisa y su actitud conquistaron los corazones del mundo y su frase “os pido que vosotros recéis para que el Señor me bendiga”, inédita en el inicio de un pontificado, mostró la sencillez y humildad que le caracterizan
En su primera rueda de prensa contó a los periodistas por qué eligió el nombre de Francisco: “Durante las elecciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación para el clero, el cardenal Claudio Hummes: un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba. Y cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: «No te olvides de los pobres». Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís (…) Francisco es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación… como quisiera una Iglesia pobre y para los pobres”, dijo el Papa Francisco.