Para escribir de todo y de nada hay que divertirse primero. Que las ideas que forman letras me entretengan primero a mí y, luego, por sabia composición, entretengan al lector. Esta columna semanal está destinada a aquel que ríe porque pasa una mariposa y porque se hace justicia en un tribunal; a aquel que siente cuando una película le saca las lágrimas y también porque un niño lo toma de la mano. A aquel que está ávido de conocer más sobre algo y está harto de las malas noticias. Se puede decir que mi columna es positiva en todos los sentidos. No quiero escribir de nada que no sirva o no genere valor; de nada que sea destructivo y que no sirva para nada. Quiero que mi columna invite a pensar, a soñar despierto, a ir más allá de nuestras propias creencias y convicciones y a hacerles reflexionar sobre las cosas (de todo y de nada).
Agradezco la oportunidad a “El Semanario” de escribir para mí. Y no lo tomen a mal, pero uno siempre escribe para uno mismo. Para sacar lo que uno tiene dentro, para entregar su alma, energía, pensamiento y sabiduría en letras que hacen palabras y juntas crean una oración con sentido (o a veces sin sentido), expresando el sentimiento profundo de un ser humano.
Al hacerse pública mi columna, se vuelve de todos y se convida con los demás de una manera generosa para que algunos la critiquen, otros la ovacionen, pero sin duda, para que todos la gocen. Esta columna es sentida y sale del corazón, que es la parte más noble y legítima del intelecto.
Servirse de la palabra para expresar su sentir es por mucho la mejor forma de expresión que tiene el ser humano, y que ésta pueda ser escrita y compartida con los demás, sin duda hace de la misma una fuerza de opinión que suma ideas al pensamiento colectivo y deja a quien lo escribe una satisfacción por la magnificencia de compartir su sentir, su forma de pensar y su entender.
Espero les guste y gocen. Cualquier comentario a la columna, la cual comenzará a circular la semana que entra, favor de enviarla aquí