En medio del atropello del día a día con los cambios climáticos, sociales, políticos y económicos que estamos experimentando en esta última década, se suma una nueva mutación viral, el coronavirus, que nos pone al filo de nuestro conocimiento para controlarlo. ¿Sabes por qué sucede y si esto terminará en pandemia?
En el Imperio romano se presentaron tres episodios de pandemias muy serias, en la época de Tito Flavio Vespasiano (alrededor de los 80 d. C.), la peste galénica o también conocida peste antonina (165-180 d.C.) que fue una pandemia de viruela, y la peste negra o bubónica del imperio romano de Oriente (imperio bizantino), en la época de Justiniano en el 541. Casi un siglo después apareció otra pandemia, la peste negra en 1346, la cual se calcula que provocó la muerte de casi tres cuartas partes de la población europea.
La conclusión es evidente: de igual forma entre las personas que comen lo mismo, que unas se enferman y otras no, hay quienes pueden destruir a las bacterias que las invaden y otras sucumben a ellas. En una oficina cerrada puede haber seis personas con resfriado y cuatro sanas. ¿No se han contagiado las sanas o sus sistemas inmunológicos han frenado o eliminado la enfermedad antes de que se presenten los síntomas?
Los virus son similares a un código en un software de computadora: son secuencias de instrucciones para ensamblar proteínas, semejantes a los que cada ser vivo porta en sus cadenas de ADN. No son buenos ni malos ya que son elementos de la naturaleza y tienen un fin específico. Inclusive nuestro cuerpo está preparado para convivir, o si es necesario, contrarrestar cualquier “guerra” contra ellos. Ésa es la principal función de nuestro sistema inmunológico.
El reto que hoy tenemos es que durante el proceso de evolución inconsciente del ser humano, hemos creado un entorno que provee de diferentes “venenos” para nuestro cuerpo. Hemos puesto sustancias a nuestras comidas para mejorar su sabor. Engordamos a los animales y los ayudamos a crecer más rápido con sustancias químicas. Generamos hábitos de consumo de alimentos que no permiten ser procesados en tiempo y forma por nuestro cuerpo. Todo esto pone en un complejo estado de guerra a nuestro sistema inmunológico en el día a día.
También le podemos sumar nuestro estado de ánimo en medio del estrés que nos autogeneramos, y que en tales condiciones produce cortisol, el cual interviene en la regulación del sistema inmunitario, lo que puede constituir una ventaja al estimularlo para que reaccione mejor ante una situación de riesgo. Sin embargo, con el paso del tiempo las hormonas del estrés debilitan nuestras defensas y disminuyen la capacidad del organismo para combatir patógenos externos. Por esta razón, las personas estresadas son más propensas a contraer infecciones virales como la gripe o el catarro, y pueden tardar más en recuperarse de una enfermedad o lesión.
Cuando no estamos dispuestos a tomar consciencia de nuestros conflictos, asumirlos y buscar solución, ellos pasan al plano físico y se manifiestan como una enfermedad. Eso significa que lo que pensamos y la manera en que generamos las emociones en nuestro cuerpo, son la fuente de la mayoría de nuestras enfermedades. Sucede directamente cuando es autogenerada e indirectamente cuando mantenemos a nuestro sistema inmunológico ocupado y no puede atender un nuevo virus o la bacteria que se presenta.
Mientras se encuentra una solución para la cura del coronavirus, que ya ha puesto en cuarentena a tres ciudades en China y en alerta a las instituciones de salud en los principales países, podemos empezar por atendernos de manera individual. Entrar en un proceso de observación y preguntarnos: ¿qué estoy sintiendo en mi interior?, ¿qué pensamientos recurrentes me generan ansiedad o me preocupan?, ¿mi mente está en el pasado o en el futuro por mucho tiempo?, ¿cómo me estoy alimentando?, ¿qué porcentaje del día estoy realmente en paz?
Responderlas conscientemente nos dará una foto de dónde nos encontramos y podremos observar los cambios necesarios para disminuir el estrés y los estados de ánimo dañinos que ponen en jaque a nuestro sistema inmunológico. Habrá que aprender a perdonar y perdonarse, así como fortalecer el amor a nosotros mismos. Es momento de pasar de un aprendizaje inconsciente, hacia una evolución consciente del ser humano. ¿Estás listo para salir inmune de una posible pandemia?