Hace años los mexicanos teníamos la fama de ser una de las poblaciones más felices del mundo. Por dar un solo ejemplo, nuestras enfermeras eran y son altamente cotizadas en el extranjero por su buen humor, cariño y cuidado al tratar a personas mayores. Sin embargo, nuestros niveles de felicidad han descendido.
Podemos constatar en la literatura y estadísticas que existen muchas maneras de medir la felicidad en diferentes naciones del mundo. Tal es el caso de Bután, un país comunista, budista, con un ingreso per cápita considerado por debajo de el de la clase media mexicana, y el cual era considerado uno de los pueblos más dichosos porque tenía una religión fuerte, buenos lazos familiares y niveles mínimos de bienestar en materia de alimentación, salud y seguridad.
Actualmente se toman en cuenta nuevos factores para medir la felicidad, tales como: la seguridad, los índices de criminalidad, la existencia de pensiones y sistemas de salud universales, la calidad de la educación, la vivienda, las actividades comunitarias tanto con la familia como con los amigos, el altruismo, las tasas bajas de desempleo y el prestigio.
Cuando uno compara el nivel de felicidad de los mexicanos con los nuevos criterios, resulta que ya no estamos tan bien posicionados como en el pasado. Algo que nos está sucediendo es que nos enfermamos más y nos hemos convertido en personas más inseguras (física y mentalmente). Estamos enfermos de sobrepeso, somos más adictos a las drogas, a los juegos electrónicos, a los celulares, a las compras compulsivas, no contamos con seguros médicos ni pensiones suficientes para enfrentar la longevidad creciente y, lo más grave de todo es que, como consecuencia a estas circunstancias, vivimos con miedo.
¿Qué podemos hacer?
- Continuar con un proyecto de cobertura universal en salud que favorezca la prevención, incluida la salud mental. Invertir de manera decidida en un gran Instituto donde se investiguen las enfermedades silenciosas como la diabetes que está impactando de manera exponencial a la salud y bolsillos de los mexicanos.
- Combatir en serio la corrupción y la impunidad. Es decir, fortalecer el sistema de justicia mexicano. Es muy difícil que las personas que están expuestas a la inseguridad se sientan felices: cada asalto, todo acto de violencia, desaparición, muerte, merma el bienestar de las personas.
- Que el sistema de Afores tenga una cobertura universal y comience a operar el nacimiento de cada persona. Que se fomente el ahorro en la educación básica y los administradores del fondo para el retiro garanticen que la inflación no consuma el dinero guardado durante años.
- Continuar mejorando la educación de los mexicanos incluyendo las nuevas tecnologías y los métodos modernos de pedagogía.
Cabe mencionar que muchos de los mexicanos continuamos siendo felices porque tenemos lazos importantes con la familia y los amigos (a diferencia de otras culturas). Por lo tanto, habría que invertir más en sitios de convivencia social de tal manera que los niveles de bienestar no sigan a la baja. Estos sitios no sólo deberán ser seguros, sino bonitos (lo feo nos deprime aún más).