En su característico sabor amargo-cremoso o endulzado al gusto europeo, aderezado con frutas, adicionado con gotas de cognac o tequila y hasta con chile, el chocolate es la delicia prehispánica más cosmopolita del siglo XXI, apetecido por todas las clases sociales y paladares de todas edades. Sin embargo, este aporte de Mesoamérica al mundo y que hoy significa una industria que ronda los 99 mil millones de dólares, podría desaparecer antes de 2050 por la apatía de las nuevas generaciones de agricultores y el cambio climático.
La suma de ambos factores ya afecta a países cuya economía dependen de la producción de cacao (theobroma cacao): Costa de Marfil (38 por ciento) y Ghana (19), suman por sí solas la mitad del cultivo mundial de la semilla. Los siguen: Indonesia (13), Nigeria (5), Brasil (5), Camerún (5), Ecuador (4) y Malasia (1).
Todos ellos producen el 90 por ciento de la semilla y la exportan a la industria y mercados europeos y estadounidense. En años recientes ha habido un cambio significativo, pues cada vez más el cacao viaja a China e India, las potencias emergentes y nuevos devoradores de chocolate, según estima la UNCTAD (United Nations Conference on Trade and Development).
La semilla que produce el chocolate fue bautizada por los mayas como Ka-Kaw (de ‘kakh’ fuego y ‘Haa’ agua). El cacao sirvió como moneda de cambio (tlacacáhuatl) en tiempos prehispánicos y en el virreinato, la adicción por el chocolate llegó a ser tal, que la Iglesia prohibió que las señoras consumieran en los templos la bebida, porque se distraían del ritual litúrgico.
Y aunque México reúne las condiciones climáticas para ser gran productor de cacao, apenas ocupa el onceavo lugar a nivel mundial. Sólo participa en el mercado mundial con 2 por ciento (27 mil toneladas anuales), que representan ingresos estimados en unos mil millones de pesos.
Las zonas de cultivo se concentran en Tabasco (66 por ciento), Chiapas (33), Guerrero y Veracruz, y generan empleos que bien pudieran ampliarse y así promover el desarrollo de esas entidades endémicamente atrasadas.
Proponerse producir cacao de mejor calidad para alcanzar mejores precios en el mercado externo, estimular el mercado interno y desarrollar una industria competitiva, bien pueden ser objetivos a corto plazo del sector agroindustrial mexicano. Más aún, hoy que la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte se hace más tortuosa con Estados Unidos.
A nivel planetario, esa modesta fruta cultivada en climas húmedos tropicales tiene su propio grupo de expertos y cabilderos: la Organización Internacional del Cacao (ICCO). En su órgano informativo, el Quarterly Bulletin of Cocoa Statistics 2016-2017, se revela que en los últimos 50 años crecieron la oferta y demanda mundial de cacao a un ritmo anual promedio de 2.5 por ciento.
Eso significa que hoy, la población mundial va al alza en el planeta y come más chocolate. De ahí que en el ciclo pasado se produjeran 7,450 toneladas de cacao; cifra muy superior al ciclo 2015-2016. Estos resultados podrían cambiar drásticamente por las cada vez más fuertes variaciones climáticas.
Las lluvias e inundaciones inciden en la pérdida de zonas de cultivo por deslaves. Ciclos variables de humedad y calor propician el incremento de enfermedades (por hongos y bacterias) así como de plagas en las plantaciones. Por ello, el Panel Integubernamental sobre Cambio Climático prevé que en años próximos Costa de Marfil y Ghana perderán extensiones significativas de áreas de cultivo de cacao. Tal escenario sería catastrófico para los adictos al chocolate.
Otro factor negativo es el desinterés de las nuevas generaciones de agricultores en ese cultivo, pues no lo consideran una opción empresarial atractiva. ¡Claro que esa percepción está equivocada! Basta ver las cifras del mercado mundial del chocolate: Estados Unidos se mantiene como el mayor consumidor mundial con 20 por ciento del consumo, aunque los suizos son los mayores devoradores per cápita (11 kilos por persona).
Paradójicamente, un tercer factor negativo para la industria chocolatera es ¡el aumento en el suministro de cacao! El mercado hoy exige chocolates más puros, sin aditivos y de primera calidad, por lo que hay más demanda de cacao. Por ello, la agencia Bloomberg prevé que en la temporada 2017-2018 la producción aumente en 97 mil toneladas. Tal sobreoferta incidiría negativamente en el precio de la semilla, que hoy alcanza 2.5 mil dólares por tonelada. La única ocasión en que cotizó a 4 mil dólares fue en 1970, pero nunca más ha recuperado ese precio.
El adictivo chocolate también tiene efectos terapéuticos. La teobromina y epicatequina, flavonoides del cacao, hacen que esa pasta negra sin azúcar sea excelente protector cardiovascular, potencie el rendimiento deportivo y regule la presión arterial. En el México antiguo se usó como ungüento contra quemaduras y bebida tonificante. ¡Cultivemos cacao y consumamos chocolate!
Que desaparezcan todas las bebidas industrializadas antes que el chocolate. Delicioso artículo.
Muy interesante artículo. No me puedo imaginar un mundo sin chocolate. A consumirlo, que placeres como ese no hay ninguno.
Como siempre ilustrativas y muy bien sustentadas las letras de esta escritora.
Excelente artículo, muy completo. Felicidades.
Delicia prehispánica usufructuada por trasnacionales. Ojalá nos pusiéramos más astutos para beneficiarnos con su explotación: cultivo y transformación. Muy interesante artículo que nos deja tareas por hacer, como país.