La mordaz crónica de Carlos León

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El 17 de abril me percaté que el periodista capitalino, Carlos León, hubiera cumplido 110 años –y que se nos adelantó en el paseíllo de la vida en 1981–, entonces me pareció oportuno recordar a una de las plumas privilegiadas de la crónica taurina. Como buen escritor, incursionó en diferentes giros literarios. Fue epigramista, guionista de cine y autor de diálogos en las películas de Mario Moreno “Cantinflas”, entre otras, “El Padrecito”.

Hoy por la extensión de sus crónicas, los días de corridas, tal vez sería imposible que le cedieran el espacio en los diarios, como el que ocupaba desde su fundación en el diario Novedades, haciendo crónica primero en el Toreo de la Condesa –hoy El Palacio de Hierro Durango–, ocupando un lugar en el palco de Maximino Ávila Camacho –hermano del presidente Manuel–, y  posteriormente en La México, así como ocasionalmente en Cuatro Caminos –hoy terminal del Metro–, destacando por su elegancia al vestir, inefable bigote, nariz aguileña y mirada gélida.

De profesión fue abogado, pero nunca ejerció. Fue caricaturista en El Universal y con algunos más y otro gran caricaturista, Ernesto “Chango” García Cabral, fundó la revista “Don Timorato”. Tradujo obras de teatro y escribió el guion “Yo Colón” en 1953, que por mucho tiempo presentó “Cantinflas” en el Teatro Insurgentes.

La que fuera esposa de Justino Compéan, Hilda O’Farril, socia en su tiempo del Novedades, leí que lo describía como “implacable en sus escritos”. Su crónica semanal, “Cartas boca arriba”, tenía la característica de dirigirse a alguna persona y por ahí creo que aprovechaba para tener listo mucho del contenido, e iba tramando la crónica después de la corrida, con gran chispa y conocimiento, no sólo en el tema taurino, sino en el político y social, con su colaboración dominical “Titirimundi”.

Fueron públicos sus diferencias con Carlos Arruza, Manuel Benítez “El Cordobés” y Manolo Martínez, al que le colgó el mote de “Manolo Telones”. También, por dar idea a un subalterno y hombre de la confianza de “El Ciclón” –conocido así Carlos Arruza–, le dedicó las siguientes líneas: “Salta un sapo a la arena; no perdón, es Cerrillo vestido de verde” –refiriéndose al banderillero Javier Cerrillo–.

Curiosamente en los años 50 del siglo pasado, pedía que se retirara Luis Procuna y el día de su despedida, el 10 de marzo de 1974, tituló la hazaña del torero: “Procuna en la despedida, da la tarde de su vida”. En carta que le dedicó a Esperanza Tapia, dueña de Las Delicias en el centro capitalino. Fue la tarde de esa fecha, con Chucho Solórzano y Eloy Cavazos en el cartel con toros de Mariano Ramírez.

Antes, tuvo una diferencia pública con Curro Rivera, al que le puso primero “Curro Cantinflas”. En la temporada 1970-71, y a sugerencia del mismo torero, quedó en “Currinflas”, porque le hizo más gracia al torero, e incluso le comentó por escrito que a su hijo así lo apodaban en la escuela.

Lo anterior se recoge en una carta que envió Curro a Carlos León en noviembre de 1972, donde afirma eso porque esa temporada que comenzaba le llamó “Paspartout” Rivera, y lo felicita en la misiva; incluso le comentó “se voló la barda” y le pide que “siga a mi persona con ese sobrenombre” y, además, le dedicó su actuación próxima en La México.

La presentación de la carta la titula con gran guasa: “Niega Curro ser del ‘Gang’ de Manolo Telones”, refiriéndose a un boicot para que Paco Camino no torease en México, y se refiere a Manolo Martínez y al periodista del Esto, Francisco Lazo.

Al domingo siguiente de publicar la carta de Rivera, titula su crónica “La regó Santaclos Dávila; oreja de aguinaldo para Rivera”. En carta que dirige a Salvador Allende, en aquel momento presidente de Chile.

paco camino
Paco Camino, torero español retirado (Fotografía: Todo Colección).

Una de dulce para Manolo Martínez fue el 23 de diciembre de 1979, después de la gran faena a un toro de bandera de San Miguel de Mimiahuapám, de nombre “Amoroso”, titulando la crónica: “Con el soberbio Amoroso Manolo estuvo en coloso”;  y subtituló “Apoteosis de Manolo y Baillères”, que en carta la remite a Pedro Illana, quien fuera dueño del Tío Luis, restaurante de La Condesa, y a quien nombra “Rey del Pollo”.

Y cierro porque habrá que hacerlo, recordando la tarde de la larga cordobesa de Alfonso Ramírez “Calesero”, del 10 de enero de 1954 que tituló: “El Calesero saturó de arte la Plaza México, cortó una oreja pero mereció el premio Nobel de la torería”. Esa imagen por muchos años la vimos en el programa de Toros y Toreros del Canal 11, y cuando estuve ahí, al verla me provocaba el deseo de gritar, y ahora cuando la visualizó en la mente, digo “¡Olé!” para mis adentros. Cada que tenía la oportunidad de apretar la mano del artista, se lo decía.

A la semana siguiente del triunfo en una gran fiesta, Carlos León inventó el Premio Nobel del Toreo para otorgárselo en medio de grandes honores.

Es pues justo recordar a uno de los cronistas taurinos más importantes de México y más aún que acaba de pasar el aniversario de su nacimiento.

Y así me podría seguir, pero es momento de desear que estén bien y hacer un recuerdo a quien recientemente partió a la Gloria; me refiero a Alejandro Algara, que de muy niño conocí, pues Arenero le dio clases de toreo de salón a uno de los mejores intérpretes de Agustín Lara; se llevaban muy bien según recuerdo. A sus seres queridos, un abrazo con gran afecto.


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GABRIEL ABAROA MARTÍNEZ.

Extrañaré al buen ALEJANDRO ALGARA con quien logré disfrutar de una buena amistad y compartí algunos serios compromisos en torno al maestro Agustín Lara, destacándose la instalación de la estatua del Maestro en el Parque de México de Lincoln Heiggs de la Ciudad de Los Ámgeles, Ca.

Alejandro nos deja el recuerdo de su fuerte personalidad y de su excelente voz. DESCANSE EN PAZ.

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