Las tensiones entre China y Estados Unidos y la oportunidad para México

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El 6 de agosto, con las instrucciones emitidas por Donald Trump para prohibir cualquier transacción con TikTok y WeChat, se confirmó que las tensiones entre Estados Unidos y China no sólo están lejos de aligerarse, sino que van en franca escalada. Si la medida sorprendió por lo arbitrario, lo que vendría después, con el bloqueo a Huawei para acceder a chips que son fundamentales para su producción y operación, no se queda atrás. México no debe permanecer indiferente ante este proceso, que será una de las claves de la geopolítica en las próximas décadas.

Hay que tener bien claro cuál es nuestra posición en el mapa de las relaciones internacionales que se perfila, con un antagonismo entre dos potencias con modelos políticos muy diferentes. Sobre este escenario es preciso delimitar, con perspectiva estratégica, el análisis de oportunidades y amenazas, fortalezas y debilidades. Más aún porque, a estas alturas, es claro que nuestro país tiene una oportunidad irrepetible en esta historia: podemos atraer un volumen muy importante de inversiones a partir de las operaciones de manufactura que muy probablemente tendrán que dejar China, así como ser puente entre ese país y Estados Unidos para el intercambio comercial y sobre todo en términos de cadenas productivas.

En esta trama no sólo existe una gran proyección en tanto plataforma manufacturera y logística de exportaciones a Estados Unidos de empresas de diversos países, incluyendo chinas, sino desde el bloque T-MEC hacia China. Contamos con ventajas competitivas muy relevantes para ese propósito, incluyendo el T-MEC, pero también adolecemos de vulnerabilidades en las que hay que trabajar para estar en condiciones de realmente recibir esas inversiones.

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Ilustración: Daniel Razo.

Lo que es un hecho es que la oportunidad está ahí. Simplemente pensemos en el contexto detrás de los recientes comentarios del Presidente de la taiwanesa Foxconn, proveedora fundamental de Apple, en el sentido de que, aunque China seguirá desempeñando un papel clave en su producción, los “días como fábrica del mundo se han terminado”. No sólo están considerando alternativas para la cadena de suministro inclusive del producto estrella, el iPhone, sino en sistemas productivos regionales con cierta autonomía, lo mismo en India y el sudeste asiático que en nuestro continente.

Claves del conflicto

El antagonismo de las dos potencias se ha agudizado de manera progresiva desde la campaña presidencial de Trump, quien acusaba ya entonces a los chinos de prácticas como dumping, manipulación cambiaria, barreras no arancelarias, así como piratería y robo de propiedad intelectual.

Como recordaremos, apenas llegó a la Casa Blanca, decretó una serie de aranceles a productos de China, que en su oportunidad tomó represalias. Aunque se acordó una tregua, la mayoría de las medidas está en pie y, por el contrario, la tensión se ha extendido a otras áreas, incluyendo la diplomática, con el cierre de consulados, desencuentros sobre la situación política en Hong Kong y diferendos críticos en materia de defensa, como las operaciones en el Mar de China Meridional de ambos países.

La competencia tecnológica, cada vez más abierta y agresiva, en la que se inscribe el boicot a TikTok y el acoso a Huawei, es probablemente el signo más claro de que esta tensión bipolar seguirá en ascenso. Ocurre que China ya no es sólo “fábrica del mundo”, que accedió a ese estatus con su fuerza demográfica, incentivos a la inversión de gran impacto, como lo fueron sus Zonas Económicas Especiales, y un costo laboral inicialmente muy competitivo. Ahora también es un sólido competidor en algunas tecnologías que marcarán el futuro en varios sectores.

La competitividad emergente en tecnologías de punta le da a China un perfil de influencia global que puede contraponerse a la hegemonía estadounidense. Se agrega a una política de mayor presencia en el mundo, simbolizada por la ambiciosa iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, lanzada por Xi Jinping en el 2013. Si el diferendo tecnológico con los estadounidenses y por el liderazgo en el desarrollo de la plataforma 5G se agudiza, inclusive podríamos ir hacia un escenario de dos ecosistemas digitales separados, contrario a la tónica de integración previa.

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Ilustración: The Telegrpah.

Una nueva China

Hoy vemos dos modelos económicos diferentes con gran capacidad de influir a nivel global, con uno de ellos, el de China, en rápido ascenso para afianzar a ese país como gran potencia, con capacidad de competir con Estados Unidos y Occidente.

Puede configurarse un mundo bipolar en términos de potencia económica e incluso geopolítica, entre China y Estados Unidos. Sin embargo, no sería como en la época de la Guerra fría, pues hoy existen otros países o bloques con capacidades económicas o militares sobresalientes, en especial la Unión Europea, Rusia e India, si bien no con la preponderancia que pueden proyectar Estados Unidos y China.

El modelo chino de capitalismo de Estado se caracteriza por una mezcla pragmática de economía de mercado con la administración y planeación central del Partido Comunista. Para la conducción nacional e internacional se recarga en un sólido cuerpo técnico-burocrático, con la inspiración confuciana basada en la meritocracia, el control y la eficacia.

En cambio, el sistema estadounidense, con su conocida resiliencia sustentada en un sistema político y económico descentralizado y una sociedad más plural o democratizada, es más proclive a la entropía, pero también, y por ello mismo, a la innovación y a la flexibilidad. Sin embargo, es claro que es un país que hoy pasa por un momento difícil de polarización política y social, si bien puede superar tal circunstancia por esa misma capacidad de superar errores y escollos, aprovechar oportunidades y reinventarse.

El gobierno de Xi Jinping ha traído cambios importantes en la carrera china hacia el desarrollo económico, reforzando la autoridad del gobierno central o el Partido Comunista, la centralización y la relación entre las empresas privadas y el Estado. Hoy, cuando se piensa en competir o en alianzas con una compañía china importante, debe considerarse que, en cada vez más casos, se compite o se trabaja contra o con el gobierno chino, decidido a marcar el paso de su economía.

Los analistas consideran que el gobierno de Xi ha acotado el proceso liberalizador para inclinarse en un enfoque de planeación centralizada de la economía. Si bien éste se lleva a cabo, en gran parte, a través de las empresas y los mercados, la tendencia se ha reforzado debido a las crecientes tensiones con Estados Unidos y el éxito en el control del brote del Covid-19, lo que ha fortalecido la confianza en su sistema de gobierno.

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Ilustración: Jonathan Bartlett.

Como sea, las empresas extranjeras con operaciones en China o que buscan participar en su mercado encuentran ahora más barreras y prácticas anticompetitivas, como subsidios y reglas preferenciales, mientras que muchos chinos agradecen que con un gobierno más fuerte e intervencionista, como el de Xi, hay mayor orden en el crecimiento de su país, con más controles legales e institucionales.

Una cosa es clara: China ha entrado a una nueva etapa de desarrollo. Ya no sólo la de atraer inversiones y el énfasis en el ahorro e inversión intensiva en infraestructura: todo lo que la llevó a convertirse en el exportador número uno.

¿Y México?

La misma dinámica del comercio exterior de Estados Unidos hoy marca los efectos de estas tendencias y la oportunidad que se abre para México. A partir de este año, nuestro país se convirtió en el principal socio comercial de nuestros vecinos del norte, superando a China y a Canadá. No habíamos ocupado ese primer lugar, que tuvieron por décadas los canadienses, hasta que fueron relevados por los chinos en 2015. A nosotros ya nos habían desplazado del segundo lugar dese 2006.

Hoy se presenta una encrucijada que no deberíamos desaprovechar, y en este sentido, vale mucho la pena atender al reporte que acaba de sacar al respecto, el 3 de agosto, el influyente Instituto Peterson de Economía Internacional. No podemos ser indiferentes, desde el título: “Vietnam y México podrían convertirse en jugadores mayores en las cadenas de suministro globales”. Los llaman las “próximas estrellas en ascenso”.

De acuerdo con el reporte, la guerra comercial y la pandemia han sacudido a las multinacionales que exportan desde China. Señalan que empresas como Omnidex, GoPro, Apple, Microsoft y Google estudian planes para trasladar la producción de insumos y componentes de sus cadenas de suministro globales de China a, principalmente, Vietnam y/o México, aprovechando sus bajos costos laborales y su proximidad a los mercados chino y estadounidense, respectivamente.

En 2019, Omnidex (bombas industriales) llevó parte de sus líneas en China a Vietnam, mientras que GoPro (cámaras de imagen) hizo lo mismo, pero a Guadalajara. Esta planta jalisciense se encargaría de la proveeduría al mercado estadounidense y lo que deja en China se ocuparía del resto del mundo.

La pregunta que hacen los analistas es si estos ejemplos conducirán a una tendencia a largo plazo más amplia y profunda: una pregunta abierta que dependerá de la eficacia con que ambos países aborden la oportunidad.

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Ilustración: Dario Castillejos.

Sobre México, destacan una serie de factores que hay que tomar en cuenta para apuntalar una estrategia competitiva. De entrada, hacen hincapié en la contención de la pandemia y en que ésta puede empeorar la situación de inseguridad pública.

En esa tónica, llaman a adoptar políticas más favorables al comercio y la inversión. A la necesidad de inversiones nacionales en infraestructura y educación, para ampliar la reserva de mano de obra altamente calificada.

México ofrece gran flexibilidad para brindar servicios a las empresas y a consumidores en tres regiones clave: América del Norte, Asia y Europa. Supera a Vietnam en ello, pues el valor agregado extranjero en nuestras exportaciones proviene principalmente de Estados Unidos, China y Alemania. Ellos están más atados a su región.

En cuanto a los costos laborales, en el ramo de manufactura y por hora, para México es de 4.82 dólares y en Vietnam de 2.99 dólares (promedios), mientas que en China llegan a 6.50 dólares.

Destacan también las ventajas por acuerdos de libre comercio, en particular el T-MEC, el de la Unión Europea y la Alianza Transpacífica. Aquí también somos más competitivos que los vietnamitas: 0.1% en aranceles de importaciones desde países aliados, vs. 5% de ellos.

El dictamen del Instituto Peterson no debe minimizarse, ante el reto que del creciente proteccionismo en los principales mercados de exportación: Los dos países no tendrán más remedio que adoptar políticas favorables al comercio y la inversión, como simplificar los procesos de exportación e importación en la frontera y fortalecer la protección de los inversores, para contrarrestar las políticas de relocalización de las economías avanzadas.


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