Leer poesía

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El lenguaje distorsionado, las voces sordas, el griterío fragmentado, la zafiedad posteada, el linchamiento cobarde, las palabras laceradas, el significado perdido. Es tiempo de leer poesía. La rebeldía a la masa es la comunión con el silencio, la rebeldía a la ignominia es la reunión con la frase lenta, sentida, meditada. Es tiempo de leer poesía. Dejar de responder para escuchar, esperar a que las palabras reposen y adquieran su ritmo, su musicalidad. El tiempo no se lleva las apalabras, al contrario, las arraiga, una vez sembradas se repiten y nos representamos a nosotros mismos con frases vacías, frívolas, hirientes, de sonidos torpes, usamos un lenguaje que se degenera. Las palabras aman y desprecian, las palabras somos nosotros, depositadas en la psique, en el alma, en la costumbre, las sacamos en el parloteo incesante de la cotidianeidad, creemos que la mente olvida y no es así, aprendemos de lo indecible y lo repetimos.

Leer poesía nos regresa a la fe en el lenguaje, a su cauda de significado, a su estancia con lo que somos. Crear imágenes de esas emociones que no alcanzamos a entender, recrearlas en un poema y verlas, explicarlas, vivirlas. Dar la espalda a la inmediatez de las respuestas, de las exigencias mediáticas y esperar a que la poseía nos habite, sea el plano de lo real que ya no vemos, que desaparece entre la obscenidad de las redes, del mentiroso “nuestro tiempo”. La poesía es el tiempo, la metáfora, la realización de un espacio en palabras que podrían describir otro espacio, el escándalo de ser la misma frase que escribió el poeta hace cien o mil años, y no ser la frase que alguien vomitó hace unos segundos. La palabra es mucho más, es un arma que describe lo más profundo y doloroso, que mata y da vida, la voz humana es una cadena de experiencias, y cada frase se une a los eslabones de nuestra biografía. La sociedad vociferante viola a las palabras, ensucian el compromiso que tenemos con el lenguaje, con ese imborrable espejo de nuestra existencia.

Lo que hemos dicho y lo que hemos callado se queda en nuestro rostro, leer poesía, respirar en esas líneas que fueron guiadas por emociones y horas, nos habita la mirada y el silencio. La realidad que se ve desde la poesía no puede verse desde la grosera voz que lanzan las redes agazapadas en el grito cobarde. Es tiempo de leer poesía, de darle a la vida la construcción lenta y dolorosa de la fe, de le entrega, del camino que va en sentido opuesto a la frenética respuesta de la masa. La poesía no avanza, se detiene, las frases milenarias permanecen, la modernidad, la actualidad, no es de la poesía. Hemos llorado y ansiado lo mismo desde que recibimos el inexplicable y prodigioso designio de estar aquí, cada día, cada milenio sentimos lo mismo. El poema lo sabe, lo dice y lo conserva. Dejemos que la actualidad agonice ahorcada por el hambre de zafiedad de la masa, descansemos en la poesía, mientras las metáforas siguen su eterna voz, la masa ensordecida se asesina a cada instante. Es tiempo de leer poesía.

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Jorge

Ha sido una muy agradable sorpresa leer este estupendo artículo de Avelina Lésper, en tiempos ayunos de humanismo y de sentido común. Felicidades a la autora y al periódico. Muchas gracias

veronica

Hermosa frase de Avelina en su artículo:
La poesía no avanza, se detiene, las frases milenarias permanecen, la modernidad, la actualidad, no es de la poesía. Hemos llorado y ansiado lo mismo desde que recibimos el inexplicable y prodigioso designio de estar aquí, cada día, cada milenio sentimos lo mismo.

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