Esperaba ansioso y acongojado la entrega de mis tacos de banqueta (light de lechuga y pollo) en cierta afamada taquería “fresa” de Polanco. Venía de hacer corajes en la Delegación, porque un colega constructor, que hizo un edificio al lado del mío, le puso tres pisos a su obra de manera totalmente ilegal y ¡ahora está sacando una licencia para otro, en frente, con cinco pisos más de lo permitido! Al menos si va a hacer su “tranza”, como es la cultura, ¿por qué no compartirla en beneficio de la sociedad? —¡Jaja! leyéndonos las cartas entre gitanos— me dijo el tipo de las quejas ciudadanas. Entre tanto, sorprendido, degustando mis tacos, observaba los finos movimientos del franelero que sagazmente negociaba con los del parquímetro y el policía montado en su “bicla”, la cuota para el “chesco” y con el repartidor de legumbres su “mochada”, para dejar su camioneta en la banqueta, al mismo tiempo observaba en el televisor sobre la cabeza del agobiado taquero, las denuncias de los periódicos extranjeros (porque a los de aquí nadie les cree su imparcialidad), sobre las múltiples propiedades y cuentas bancarias que les han aparecido de pronto a tantos gobernantes, ex gobernantes y funcionarios coludidos con tantas empresas y empresarios.
Actos de corrupción a todos los niveles, desde las infracciones de tránsito hasta las “casas blancas”, azules, moradas y de todos los sabores y colores, así como si nada, un sarcasmo nacional en que acaba por no pasar absolutamente nada, como si fuera un secreto a voces por todos conocido y lo aceptáramos como una realidad y lo permitiéramos, porque todos lo hacemos y lo sabemos, pero mejor nos hacemos “güeyes compadre”, bien decían las abuelitas, “¡que agarras hueso y ya la hiciste mijito!”, las culpas generalizadas de una sociedad, son solapadas por la indiferencia de la vergüenza sin duda. Dicen por ahí, en mi modesto pueblo de las Lomas de Chapultepec, que la corrupción “equilibra el orden”, que es algo “cultural” y es nuestra “forma de vivir”, así somos. Que es algo establecido en la “genética ideológica” y humana del país y que inclusive logra “impulsar” mucho la economía nacional, ya que la formalidad no da de comer a tantos compatriotas, sino ¡la informalidad lo hace! Si no, pregúntenles a los polis que gracias a la política del “chesco” pueden solventar sus gastos familiares, porque no les alcanza con sus sueldos base. Por lo tanto, si la corrupción es tan informal y si es imposible de erradicar o extirparla de la forma de vivir de los mexicanos, ¿por qué mejor no la formalizamos y la regulamos y salimos de tanto auto engaño nacional, quitamos la máscara de la falsa moralidad y dejamos de agredir más la autoestima de cada ciudadano? Seríamos ejemplo mundial así como la “mota” ha sido legalizada en algunos países y no les da pena ajena.
Las políticas anticorrupción de otros países, de cortar manos o fusilar y encarcelar corruptos, de plano no es para nosotros, entonces, poniéndola en orden, podemos decir que un “defecto cultural” puedo ser convertido en una virtud en provecho de todos. Imagínese usted que si un funcionario usara como eslogan de campaña “La corrupción al beneficio de todos”, sería automáticamente la única promesa lograda. “Segurito” y ahora sí de plano se cumpliría esto de “Mover a México”, por lo tanto, se me ocurren algunas aportaciones al problema. Primero empecemos por cambiar la palabra “corrupción” que es horrible y que tanta culpa nos da y transformemos su significado de inmoral a algo “políticamente correcto” y mejor llamémosle, por ejemplo, “impulso procesal” o lobbying a la mexicana. Así suena más bonito, elegante y motivante y así no entramos en feos conflictos de doble moral, ya que a los mexicanos no nos gusta practicarla, ¡aquí todos somos bien santos!, o bien, llamémosle el impuesto extendido denominado en sus siglas “CHESCO” que significan Corrupción Hecha En Sociedad y Con Organización. Si hoy le cobramos más impuesto a la bebida azucarada, ¿por qué no la extendemos ese impuesto a todo acto de impulso procesal?
Segundo, cuando nazca cada mexicano, al sacarle el CURP hay que tramitarle su credencial del programa CHESCO, para que vaya acumulando sus puntos con el buen ejemplo de los padres y que a la mayoría de edad tenga el derecho de escoger su nivel de contribuyente, que su profesión le permita acumular. Por ejemplo, si decide el chamaco ser líder sindical, le cobráramos el 50 por ciento de impuestos a las casas de Miami que saque de sus “impulsos procesales” y podríamos ingresar una buena lana para mantener mas maestros en sus bloqueos. También, por ejemplo, y si le cobráramos impuestos a los moches que los empresarios pagan para obtener contratos, tanto privados como públicos y todos los mexicanos declaráramos nuestra lana “por fuerita”, ¡haríamos una cadenita que lograría recaudar lo que la gran reforma fiscal no ha podido hacer! Es más, hasta podemos incentivar el crecimiento económico para generar muchos nuevos empleos y mitigar la baja del precio del barril de petróleo.
Tercero, regulemos la cantidad de impulsos procesales que puedas dar o recibir o la cantidad de personas que puedes “llevarte entre las patas”, por profesión o actividad. Por ejemplo, si eres constructor, solo puedes dar mochada por excederte 20 por ciento de metros de construcción y el funcionario que la recibe por autorizarlo, sólo puede recibir su “impulso procesal” por 20 por ciento del proyecto y ambos declarando un 50 por ciento de impuesto a la mochada previamente establecida, al menos se comparte a todos los dignos ciudadanos de este país y a los que “amolaste” directamente. ¡Al menos algo sacan de lo que siempre se hace de todas formas! O sea, regulemos la corrupción, salgamos del closet masivamente y quitemos estas enormes cargas morales ¡viva la corrupción en beneficio de todos!
Cuarta, en tus prestaciones laborales, por ley sería bueno que te ofrezcan cuando pidas trabajo: sueldo base, seguro médico o seguro social y tus “moches” permitidos, así como los lápices, las copias, los cuadernos y algunas cosas que puedas “clavarte” como prestación y las horas permitidas para “hacerte güey” en tu futuro trabajo, ver el “Facebook”, ir a ver tus “pompis” o darle el pésame a la familia por la “prima muerta”, etcétera.
Quinta y última, crear un sistema de “inscripción” en línea: CHESCO on line, que le permite a todos los ciudadanos “ser partícipes de todos los “moches” disponibles en el sistema nacional en transparencia y con límite por persona, dependiendo a lo que te dediques para así equilibrar la “desigualdad e injusticia social” y las “oportunidades de crecimiento para todos”. Imagínese querido lector, la cantidad de millones de pesos que se maneja en corrupción al año en el país repartido equitativamente. Marx y Engels tendrían una nueva razón para afirmar la “socialización de los moches”, como ampliación del lenguaje socio-político.
En fin, creo que los tacos ya me dañaron el cerebro y la desvariación de tanta corrupción histórica que sentimos y practicamos día a día, me intoxican de humor negro las palabras; mejor me apuro, no vaya a ser que le tenga que dar una “lana” al de los parquímetros.