En 1933, la novela Un refugiado en sus límites de Aksel Sandemose, se acuña la Ley de Jante. En esta novela, se describe como un decálogo en donde no importa lo que las personas hagan, al final del día, nada importa, porque no son lo suficientemente buenos para sobresalir entre la sociedad escandinava de la época. Bajo los preceptos “No pienses que eres alguien especial”, “No pienses que estás a nuestra altura”, “no pienses que eres más inteligente que nosotros”, “no pienses que haya alguien que se preocupa por ti” y demás ideales negativos, prácticamente recomiendan que ser mediocres, invisibles e indiferentes es la mejor decisión, para evitarse problemas gratuitos.[1]
En alguna ocasión, le preguntaron a Paulo Coelho si por la Ley de Jante el mundo estaba como estaba. Su respuesta fue clara y dura: “el mundo ha sido manipulado por esta Ley, por gente que no teme los comentarios ajenos y que hace tanto mal como quiere”. En nuestro país, incluso, no sólo volteamos hacia otro lado cuando vemos una injusticia, la negamos y eso nos hace cómplices de la acción. Por esta causa (y por muchas otras), es necesario ayudar al país con el ejemplo y con nuevas estrategas para crear la anti-Ley de Jante.
Veamos el entorno que nos rodea. ¿Cuál es nuestra reacción al leer notas en donde se discrimina a la gente? Según el último reporte del INEGI, en el que el Módulo de Movilidad Social Intergeneracional realizó un estudio en donde se midió el desempeño de la sociedad mexicana por medio del “autoconocimiento del color de su piel”, los resultados fueron tajantes: los “morenitos” tienen menos estudios y peores condiciones de trabajo (28.8% tienen primaria trunca). Los más “güeros” cuentan con carreras y con mejores puestos (arriba del 28% de los que consideraron tener la piel más clara, cuentan con estudios universitarios).[2] La anti-Ley de Jante debería activarse no sólo para pensar en la desigualdad como una mera percepción de nuestra realidad, sino para brindar apoyo a quienes han vivido un asunto discriminatorio por razones de esta índole.
¿Cómo crear acciones que reflejan que alguien me importa?
No es necesario investigar mucho. Sólo hay que ser empáticos con las personas que se cruzan diario en nuestro camino. Tomar una dosis de humildad no le cae mal a nadie y, por ello, creo que puede cambiarse el modelo de pensamiento de cada mexicano si ponemos en práctica estos cinco consejos anti-Ley de Jante:
- “Eres muy bueno, busca mejorar la vida de alguien más con una acción que pueda significar para él un cambio verdadero”.
- “Eres capaz de llegar a cualquier lugar si llevas contigo buenas dosis de determinación, pasión e integridad”.
- “No eres más bueno o menos bueno que alguien… eres diferente porque las circunstancias y el entorno de cada quien los marcó de otro modo”.
- “Siempre deja espacio para reír. De ti más que de alguien. Disfruta tus errores, aprende de ellos y ríe porque todo va a salir mucho mejor”.
- “Tú puedes ser el cambio que otros quieren ver en el mundo. Por eso prepárate y ayuda a todos por igual”.
Aunque no creas, podríamos lograr mucho si encontramos una manera de aplicarla en nuestra empresa, nuestra escuela o ante cualquier escenario en donde alguien quiere aprovecharse del menos afortunado. Seamos ese cambio que queremos ver en el mundo, porque como decía Alejandro Magno: “De la conducta de cada uno depende el destino de todos”.
Referencias:
[1] Las 11 reglas de la Ley de Jante: https://www.pymesyautonomos.com/reflexiones/las-11-reglas-de-la-ley-de-jante
[2] Comunicado de Prensa Núm. 261/17: “Presenta INEGI, por vez primera, estudio sobre la movilidad social intergeneracional”, Instituto Nacional de Estadística y Geografía”: http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/boletines/2017/mmsi/mmsi2017_06.pdf