#MirarHaciaAdentro #Introspeccion
Esta semana, todos los que de alguna u otra manera nos enteramos de lo que pasa en el mundo, ya sea a través del Internet, las redes, la televisión, la radio o los periódicos, estamos preocupados por un tema que no entendemos, que no conocemos sus alcances, que veíamos lejano y que ahora es una realidad en México: el virus COVID-19, que ha provocado una pandemia y nos ha puesto a prueba. ¿Por qué a prueba? Porque hoy se vive algo desconocido para muchos de nosotros, que nos provoca miedo y nos limita para llevar nuestras vidas de una forma “normal”. ¿Es normal vivir como vivimos? ¿La prueba tiene que ver en si ahora sabremos vivir con poco movimiento, con pocas salidas, con falta de abrazos a los amigos y de conciertos masivos? La prueba parece fácil de superar porque todos tenemos claro que este problema del Coronavirus (como mejor se le conoce en el país) es temporal. Pero… ¿qué no lo es? Yo ya aprendí que la expresión “para siempre” no es aplicable a nada. Ni bueno ni malo. Todo es por un tiempo, y así será la pandemia que hoy nos azota. Entonces, la respuesta es sí. Sí pasaremos la prueba y casi todos seguiremos con nuestras vidas. Sólo algunos morirán y entonces, aquellos pocos cercanos a esos muertos, jamás olvidarán lo qué pasó cuando nos visitó el nuevo virus.
“Seguir con nuestras vidas” cuando termine la pandemia, es una oración seca, poco clara y puedo decir que hasta vacía. Si tratamos de darle una interpretación muy simplista, “seguir con nuestras vidas” será vivir exactamente como lo hacíamos antes de que llegara el coronavirus. Yo invito a mis lectores, aprovechando el poco movimiento, las pocas salidas y la poca socialización, a que en estos días reflexionemos, precisamente, sobre “nuestra vida” y cómo la queremos vivir. Nadie tiene una respuesta correcta o errónea. Todos somos constructores de nuestra vida y la edificamos como queremos o podemos. Nadie puede vivir por nosotros. La vida es de las pocas cosas que son indelegables. No hay sustituto para Pepe Elías, ni lo hay para cada uno de ustedes. Aunque esto que acabo de decir parece una obviedad, nunca nos ponemos a pensar en ello.
El estilo de vida de los habitantes de este planeta, en el siglo XXI, está caracterizado por seguir patrones irreflexivos de conducta que vienen siempre del exterior de nuestro ser. Es decir, lo que pasa afuera dicta nuestro comportamiento. Cada vez hay menos introspección. La dinámica social del siglo XXI es de hacer contacto con miles de personas en las redes, para no contactar nuestro ser interno. Las tecnologías para el desarrollo del transporte de personas por cielo, mar y tierra, hace que los seres humanos puedan estar del otro lado del mundo en menos de 24 horas, que conozcan puertos en diferentes países en cuestión de días o que manejen por todos los caminos en ciudades y campos. Creemos que eso es lo “normal” y no paramos. Pero ese personaje único, que somos cada uno de nosotros, ahora mismo está en un conflicto porque, por lo menos en la parte de movilidad, tendremos que hacer un alto. Debemos dejar de viajar, dejar de salir y estar más con nosotros mismos. Podemos seguir desperdiciando nuestra oportunidad de mirar hacia adentro, conectados todo el día con el exterior a través de las redes y los medios, o en ese alto forzado en el camino, hacer una verdadera introspección de quiénes somos y qué vida tenemos, para así reflexionar sobre la vida que queremos.
Mirar hacia adentro es descubrirnos vulnerables, mortales y miedosos. Probablemente eso no nos guste, pero por lo menos sabremos lo que no nos gusta de nosotros mismos. La gran ventaja es que, al mirar hacia adentro, también descubriremos nuestras pasiones, nuestra creatividad y todas las cosas que realmente amamos y que muchas veces ni siquiera nos habíamos dado cuenta.
Yo deseo, con todo el corazón, que estos días extraños, en los que todo parecerá un caos –la salud, la economía, el empleo, la movilidad y un sinnúmero de etcéteras–, les traiga en su vida interior, certidumbre de quiénes son, paz, armonía y amor. La realidad del ser humano está ahí, en su ser interior.
Dice la Kabbalah que el 99% de nuestra realidad no está en el exterior, pero que vivimos como si ese 1% fuera realmente lo importante. Meditar, leer, crear, es sin duda lo mejor que podemos hacer en estos momentos, en vez de seguir “conectados” con el mundo exterior. Nada nos desconecta más de nosotros mismos que esa falsa conexión. Con la única persona que estamos 24 horas al día es con nosotros mismos, y si nunca nos miramos hacia adentro no podremos realmente “seguir con nuestra vida” cuando la crisis virulenta termine. Si no lo hicimos antes, es el momento de hacerlo. Yo no creo que estas calamidades vengan nada más porque sí. Hay mucho que aprender de ellas, pero sobre todo, hay mucho que aprender de nosotros mismos cuando estamos en esas pruebas. No las reprobemos y mejor saquemos mención honorífica.
La vida la tenemos para vivirla a plenitud, pero es plena cuando la vivimos de adentro hacia afuera, no al revés.
Que tengan buena semana y manténganse seguros y reflexivos.
Bravo !! Excelente – Una pauta para un momento de introspeccion – una oportunidad de vernos como seres unicos e irremplazables … Abrazo Pepe Elias …como siempre un gusto leer tus notas
Maravillosa reflexion. Totalmentende acuerdo en q estamos en un Mateix wue nos tiene ciegos y nos impide vernos y conectarnos con nuestro verdadero ser. Gracias Pepe Elias. Un abrazo
Espectacular!!
Un despertar interno y externo de conciencia plena y un aterrizaje forzoso que nos obliga a replantearnos muchas ideas .
Brillante !
Tocayo muy interesante y real nunca miramos a lo más importante
Nosotros mismos. Un fuerte abrazo virtual
Gracias PEPE ELIAS, que cierto lo que he leído, me lo compartió Clau y lo agradezco mucho
Un beso con mucho cariño
Susana De La Peña