El mexicano no es un sujeto sin moralidad. Existe una moralidad construida en el crisol de nuestra historia y nuestra circunstancia. La moralidad se forma en casa, en familia, sólo ahí puede trasmitirse eficazmente. Pronto llegará el día en que todos los mexicanos seamos familia y todo México, nuestro hogar.
Existe un cierto acuerdo social sobre el creciente deterioro en la población en su capacidad de diferenciar entre lo bueno y lo malo, entre lo correcto y lo incorrecto. En otras palabras, hay un claro diagnóstico sobre el deterioro moral de nuestra sociedad.
En estos días, vale la pena reflexionar en medio del puente Guadalupe-Reyes sobre esta realidad que nos confronta cada día cuando nos enteramos, por ejemplo, que a una persona con discapacidad le fue robada su silla de ruedas o sus muletas; cuando en un asalto el criminal no duda en golpear por igual a hombres, mujeres, niños o adultos mayores para lograr su propósito; cuando nos enteramos que un templo fue saqueado para vaciar sus depósitos de limosnas o sus obras de arte; o inclusive, que al Estado Mayor Presidencial (cuando existía) le fue robada la nómina de sus trabajadores; para no hablar del cotidiano linchamiento y agravio de las fuerzas del orden que tratan de hacer cumplir la ley, en un país donde ésta es esencialmente letra muerta.
Esto me llevó a reflexionar sobre si ¿en verdad somos una sociedad carente de toda moralidad? Me parecía increíble; pero ¿cómo describir esa moralidad subyacente de tal manera que la gente la reconozca efectivamente como propia? Entonces llegó a mis manos un texto, de autor anónimo, que en la forma de “las palabras del abuelo” hacía total sentido con lo que quería confirmar y trasmitir. La moralidad mexicana contemporánea, es más o menos ésta:
Mira cabrón, pa’que dejes de andar jodido y jodiendo. Te voy a dar unos cuantos consejos para que vivas bien y no no’más sobrevivas. Mírame a mí, que me sigo riendo a pesar de tanta desgracia.
1. Agradece por todo. No te quejes. Dale gracias a Dios por todo, que sigues, que vives, mientras hay muchos otros que ya se los cargó la chingada.
2. Cuando puedas comer, come; cuando puedas dormir, duerme; cuando puedas disfrutar, disfruta; cuando puedas trabajar, trabaja; y si aún puedes echarte unos tragos, pos échatelos. Juega dominó; haz el amor; y chifla en la regadera.
3. Da gracias a Dios porque tienes salud. No te la pases quejando mijito. Altas y bajas siempre ha habido y siempre habrá.
4. Si en la noche no puedes dormir y estás vuelta y vuelta en la pinche cama, pos párate, ponte a hacer algo arregla un cajón, escribe una carta, ponte a leer. Si te quedas acostado con los ojos pelones vas a pensar puras pendejadas y lo peor es que después las haces, Si ya de por sí.
5. Los problemas grandotes que son del mundo y que salen en la tele, esos mijo, mándalos a la chingada, no los vas a arreglar tú. Luego ni les entiendes, no te hagas pendejo, deja que los que puedan los arreglen, pero tú, arregla lo que sí está en tus manos.
6. Si te dan, agarra todo; aprovéchalo, así sea un chingadazo, un beso o una pendejada. Porque no saben de qué forma te van a llegar, así que agarra y no te apendejes. ¡Ah!, pero eso sí. No agarres lo que no es tuyo. Cada quien tiene lo suyo, lo que se gana y lo que se merece.
7. Lo que hagas hazlo con ganas. Y hazlo bien o no lo hagas. Y olvídate de las envidias. Tú a lo tuyo, porque nunca sabes cuándo vas a valer madre.
8. Cuídate de los cabrones y aléjate de los pendejos. Fíjate bien cómo son, porque hay un chingo. Conócelos bien. Para que nunca seas como ellos.
9. Ayuda y escucha a tus amigos.
10. No hables mal de nadie.
11. Sé orgulloso, pero no arrogante ni prepotente.
12. Sé humilde, pero no agachado.
13. Sé valiente, pero no imprudente.
14. Cuando ganes sonríe.
15. Cuando pierdas no armes un drama. Y si te da la gana llora, se vale, para que se te quite la impotencia, pero luego afánate en otra cosa.
16. Nunca te preocupes por lo que no tienes, por lo que no puedes comprar. Cuántos cabrones tienen todo y están en la cárcel o en el hospital, y son bien espantados e inseguros. Tú tienes algo más valioso que es tu gente, tu salud. Esos otros tendrán mucho, pero ¿sabes qué?, a la hora de la hora no tienen ni madre.
17. Manda a la chingada a la muerte, que sea ella la que se preocupe por no poder llevarte, no tú, porque tú de todos modos algún día te va a cargar la huesuda.
18. Mira mijo, “si la vida te da limones…”, pide tequila y sal. No te pongas a hacer limonadas.
19. Nunca te olvides que más vale el Diablo por viejo, que por Diablo.
EN PERSPECTIVA, tal parece que sí existe una “moralidad mexicana” funcional, forjada para resistir y subsistir en nuestro entorno sociocultural. Y es en la familia y la voz de las personas a las que más respetamos donde se puede trasmitir con eficacia. A esta moralidad agregaría dos elementos que, a mi juicio, no han cristalizado. El hecho de que todo México es nuestro hogar y todos los mexicanos somos familia.
¿O usted qué piensa, estimado lector?