Tres sucesos han atraído la atención nacional: la marcha feminista y el Día sin Mujeres, realizados el 9 y 10 de marzo; la caída de los precios del petróleo; y la ya declarada pandemia del coronavirus por la Organización Mundial de la Salud. Los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales se han colmado de reiteraciones hasta el cansancio. Por ello, vamos por partes.
Uno.– La marcha resultó un éxito cuantitativamente. Entre 50 u 80 mil mujeres inundaron las principales calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, y en muchas entidades se registraron manifestaciones en sus ciudades capitales. Sin embargo, los efectos de sus logros cualitativos están por verse en un país en que la violencia general, y en particular, contra las mujeres, no cesa. Una percepción apresurada puede considerar que la violencia tiene sus raíces en el seno de la familia, fundamentalmente en la educación de los niños y niñas en el seno de las familias. El machismo dominador y la sumisión de las niñas se inicia con los malos y pésimos ejemplos, hábitos y tradiciones que se generan en el hogar mismo. ¿Reeducar a los padres y madres? ¿Programas sociales para lograr una educación basada en el respeto a las mujeres? ¿Cómo crear conciencia en un país tan dislocado, multicultural y pluriétnico para lograr el cambio hacia al género femenino? Preguntas difíciles de contestar que merecen una respuesta idónea de la sociedad en su conjunto y de los gobiernos. Pierre Bourdieu, sociólogo francés, ha dado una respuesta lapidaria: la dominación masculina está tan arraigada en nuestro inconsciente que ya ni siquiera la notamos.
Dos.– Duro y a la cabeza ha pegado la baja del precio del petróleo a todos los países del mundo. Atribuida a la disputa entre Rusia y Arabia Saudita, dos potencias petroleras, los efectos se dejaron sentir en México de inmediato en la depreciación de nuestro peso frente al dólar, la caída en la Bolsa de Valores y el precio de la mezcla mexicana en más del 4 por ciento, que aumentaron el nivel de incertidumbre que aún muestra nuestra economía. No obstante, el gobierno federal, autollamado de la Cuarta Transformación, ha salido a afirmar que ésta tiene blindajes internacionales y reservas monetarias internas suficientes para afrontar los problemas derivados de este factor externo; que se agrega al exiguo crecimiento económico de la mayoría de las naciones en el mundo en esta última década, incluido México, que muchos analistas y expertos avizoran como preámbulo de una gran crisis cuya única salida posible es la transición a nuevos modelos económicos en el orden mundial.
Tres.– Al parecer, el pánico al coronavirus es más poderoso que la propia pandemia desatada. Semeja al grito real o ficticio de la palabra fuego en un teatro repleto de personas cuyas víctimas en la estampida provocada resultan ser mayores al acaecimiento. Hoy vemos ciudades desiertas, países como Italia y otros que cierra sus fronteras totalmente, el gobierno de Donald Trump dando un portazo a la Unión Europea (menos al Reino Unido), o medidas cuyo extremismo nos llevan a panoramas apocalípticos.
Slavoj Zizek, filósofo esloveno, en un artículo publicado en Russia Today el 3 de febrero, dice que en este fenómeno existe una paradoja más profunda en el trabajo: cuanto más conectado esté nuestro mundo, más desastre local puede desencadenar el miedo global y eventualmente una catástrofe, y encuentra también un claro elemento de histeria racista en la amenaza de la pandemia que lleva a pensar que todo mundo quiere poner en cuarentena a los chinos. Sin embargo, todas las precauciones sanitarias para enfrentar el nuevo desafío deben ser aquellas que dicten las políticas y medidas, que se tomen para evitar en menor número de personas afectadas.
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