Dedico esta edición a mis enemigos
que tanto me han ayudado en mi carrera.
Camilo José Cela.
A pesar de que México y Estados Unidos firmaron el TLCAN, dicho instrumento no fue aprovechado adecuadamente para crear un verdadero bloque económico que tuviera como base una integración comercial y productiva con la importante participación de Canadá.
Es importante señalar que este país consideró fundamental que el Tratado fuera un acuerdo trilateral a fin de que los beneficios que pudiera generar se repartieran equitativamente, y así evitar que las ventajas del mismo se concentraran en Estados Unidos por ser el único país que tuviera acceso preferencial a dos mercados y aprovechar las economías de escala.
Desgraciadamente, el objetivo fundamental de crear un bloque competitivo y muy fuerte no se ha cumplido y, al contrario, se ha registrado una desintegración del TLCAN como bloque porque, especialmente, gran parte de la producción manufacturera que se realizaba en el área ha emigrado para ubicarse en Asia.
Por esta circunstancia, la participación del bloque norteamericano en la generación de riqueza mundial y la creación de bienestar para sus habitantes ha disminuido grandemente.
Frente a la creciente hegemonía asiática, para México resulta fundamental definir una estrategia a fin de integrarnos realmente con América del Norte, haciendo a un lado las cándidas ideas de nuestros altísimos funcionarios de lograr la integración con todos los países al firmar TLC’s al por mayor por todo el mundo, y llevando a cabo una desgravación unilateral totalmente incoherente.
Nuestros altísimos funcionarios no se han dado cuenta de que el gran problema de México es estructural y de base, pues ni siquiera se ha logrado una mejora en nuestro marco sistémico para hacerlo competitivo, lo que ha impedido una integración de la planta productiva nacional que nos permita abastecer al mercado doméstico adecuadamente ni acceder y posicionarnos en el mercado norteamericano.
Sin duda, primero hay que integrarnos internamente y, sobre todo, hacerlo con Estados Unidos y Canadá, que constituyen el mercado más grande del mundo, el más cercano, con el que somos muy complementarios y el más apetecido del mundo. Para ello, México deberá definir una estrategia integral para que nuestra planta productiva pueda competir en mejores condiciones, haciéndola competitiva con un marco sistémico idóneo, más fuerte y más productiva, así como definir una estrategia regional que permita a Norteamérica evitar la continua degradación del bloque y seguir perdiendo posiciones frente a Asia.
La reestructuración que está sufriendo la economía mundial deberá ser aprovechada por México para ocupar la posición de socio estratégico que le corresponde, misma que debió haber ocupado desde la entrada en vigor del TLCAN, aprovechando sus innegables y enormes ventajas en el proceso manufacturero que, por aparente omisión o desconocimiento de la estructura de la planta productiva, de la operación real del comercio internacional y del comercio exterior mexicano, por parte de nuestros altísimos funcionarios no pudimos capitalizar, situación que nos convirtió en el patio trasero de Estados Unidos.
Lo más ridículo, por no decir otra cosa, es que parece que, hasta la fecha, en estos prácticamente dos años del Nuevo Gobierno, no ha habido cambio favorable alguno en la política de comercio exterior ni en los altísimos funcionarios pues siguen en la luna, “pensando en grande” y señalando que ya están negociando un TLC con Ecuador.
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ni siquiera se ha logrado una mejora en nuestro “marco sistémico” para hacerlo “competitivo”, lo que ha impedido una integración de la planta productiva nacional automotriz y farmacéutica desde 1980, que nos permita abastecer al mercado doméstico a mejores precios…para los mexicanos…que se impactan al alza con impuestos a la producción y tenencia de los productos de mas alto precio.