Si algún torero español atrapó la atención a José Luis Carazo Arenero –después de Domingo Ortega y Manolete–, rotundamente fue Paco Camino; era muy niño su servilleta cuando el camero vino a México en 1962 a sumar partidarios.
Arenero me decía que la sabiduría de su interpretación del toreo era a veces comparable con quien fue su inspiración para hacerse torero, Fermín Espinosa Armillita.
Con el transcurrir del tiempo y ya más maduro Paco, lo vimos actuar en mano a mano con Manolo Martínez, en Querétaro el 18 de diciembre de 1977 cuando la famosa faena que instrumentó a “Navideño” de Garfias, toro que por cierto brindó a Lorenzo Garza.
He tenido el lujo de charlar con Paco en especial cuando con Julio Téllez lo entrevistamos para el programa “Toros y Toreros”; su desparpajo y gracia son únicas, su pasión le lleva a expresarse sin tapujos, y recientemente en una entrevista en España dio muestra de ello, comentó: “Que corren tiempos de adoptar perros y abandonar a los padres en las residencias de ancianos”.
El próximo diciembre cumplirá 80 años el Mozart del toreo y siempre será oportuno recordar momentos inolvidables de su gran carrera, como uno de los toreros más importantes que el mundo ha tenido, nació en Camas el 14 de diciembre de 1940 y debutó de chiquillo, como él mismo dice, a los 14 años en 1954.
Recién cumplió sesenta y un años de alternativa, fue el 17 de abril de 1960 en Valencia, España, llevando como padrino al maestro Jaime Ostos, mientras que como testigo fungió Juan García “Mondeño”, con el toro “Mandarín”, de la ganadería de Carlos y Antonio Urquijo. Esa tarde de su lote obtuvo un trofeo de cada uno.
Es conveniente recordar que de octubre de 1957 a 1961, las relaciones taurinas entre México y España se suspendieron como represalia de los toreros españoles que no veían con buenos ojos que Carlos Arruza, ya torero a caballo, lo hiciera conjuntamente a pie.
Una vez resuelta la suspensión, Alfonso Gaona, empresario de La México y El Toreo de Cuatro Caminos (hoy plaza comercial), lo contrató, y así fue cuando el lunes 1 de enero de 1962 partieron plaza Alfonso Ramírez “El Calesero”, Antonio del Olivar y Paco Camino con toros de Pastejé, dejando grata impresión en su debut mexicano.
En La México rayó a máxima altura la tarde del 27 de enero de 1963 con una grandiosa faena al toro “Novato” de Mariano Ramírez. Máximos trofeos tras brindar al entonces presidente de México, el Lic. Adolfo López Mateos, a través del sabio micrófono de Pepe Alameda, recordando que en aquella época era tradición ver los festejos taurinos por el Canal 2 en todo el país, por lo que la audiencia fue muy alta.
Tal vez la tarde más representativa en su trayectoria mexicana fue la de los berrendos de Santo Domingo, en el Toreo de Cuatro Caminos el 31 de marzo de 1963. Faenas vibrantes que se pueden apreciar en las imágenes que existen en las redes sociales, con la voz emocionada de Pepe Alameda, celebrando la manera de interpretar el toreo del andaluz y del “romance” con la afición mexicana.
“¡Torero, torero!”. Retumbó con gran fuerza en el abarrotado coso mexiquense.
Y un dato que no es menor resaltar es que esa tarde era en la que decía adiós de su campaña mexicana, la faena de su segundo, “Traguito”, un toro al principio complicado pero muy emotivo –como ninguna otra vez antes o después–, y fue aderezada por la banda de música con Las Golondrinas cuando reiteró que él acababa su campaña mexicana pero no se retiraba de los ruedos.
Tal obra de arte fue merecedora de máximos trofeos y de siete vueltas al ruedo en hombros de la afición; sus compañeros de cartel fueron Juan Silveti y José Ramón Tirado.
“Recordar es vivir” y por eso lo traigo a cuento, cierro con una frase que nos dijo a Julio Téllez y un servidor hace ya varios años: “Hay que ponerle más alma al toreo, que aquí ya van todos de maestros y eso no es bueno para la Fiesta”.
Genio y figura del que siempre es una alegría recordar, sabiendo que actualmente goza de cabal salud en tiempo de coronavirus. Paco Camino es y será uno de los ídolos más importantes de la historia del toreo de México, como también lo fue en su país y en todo el planeta taurino. Dios lo bendiga.
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