Muy próxima a la idea animista de espíritus o deidades en los objetos y seres del mundo, está la de que todo cuerpo material y el cosmos entero tienen mentalidad. Así ha surgido desde antiguo la propuesta de que espíritu y materia son una y la misma cosa. Ésta es la postura del llamado panpsiquismo (de pan = todo; psique = mente), una consecuencia del panteísmo (de pan = todo; theos = dios), la visión que Dios es el cosmos y el universo es divino o bien corresponde a la propia deidad. Si se acepta este credo, parece necesaria la deducción de una psique extendida y prevalente, pues las propiedades espirituales, anímicas o mentales estarían infundidas en la naturaleza misma del mundo. En pocas palabras: si el universo se considera divino, entonces, de manera insólita, también debe ser consciente.
Según el panteísmo no hay creador y creación, sino un Universo plenario que por su vastedad, complejidad y prevalencia constituye un proceso creativo prodigioso, eterno e incesante, una unidad de estructura y espíritu en acción. Al suponer verosímil una unidad esencial, un mundo único de naturaleza psicofísica, material y mental a la vez, no es necesario considerar una relación entre cuerpo y espíritu, sino de explicar su insondable identidad.
El panteísmo es muy antiguo. Aunque hay elementos panteístas en el hinduismo, el budismo y el taoísmo, estas antiguas enseñanzas del Lejano Oriente no pueden catalogarse sólo con este rubro. Es más evidente que los estoicos hayan expresado un credo panteísta, como sucede con Lucrecio (99-55 a.C.), pues en su obra clásica, La naturaleza de las cosas, plantea que alma y cuerpo están formadas por átomos, aunque de diferente calibre. En algunos escritos, el emperador romano Marco Aurelio (121-180) defiende una idea similar. Poco después, en la misma Roma, el filósofo Plotino (205-270) consideraba a Dios como una unidad impersonal de la cual emanan manifestaciones sucesivas hasta terminar en todos los objetos del mundo, una entidad material infinita y dotada de alma.
Una idea similar surgió en algunos místicos de las principales tradiciones monoteístas, pues los cabalistas judíos, ciertos sufíes mahometanos y algunos monjes cristianos sintieron fundirse con un Dios inmanente. Independientemente de la religión y la cultura en la que ocurrieron, estas diluciones amorosas del yo en la creación y su creador tuvieron su origen en experiencias de éxtasis, estados de conciencia amplificados mediante arduas técnicas contemplativas que resultaron en la rotunda certeza de una Unidad cósmica y sagrada. La materia dejó de ser un elemento inferior, producto de un poderoso ser espiritual, como se concibe al Creador en la teología tradicional de las tres religiones del Libro. Como se puede comprender, el conflicto entre místicos y teólogos fue recurrente y cuando la noción de un alma del mundo ocurrió entre pensadores renacentistas, como el dominico napolitano Giordano Bruno (1548-1600), desembocó en su inmolación por hereje en la hoguera inquisitorial de Roma.
Se ha dicho que dos grandes filósofos del XVII, Spinoza y Leibniz, sustentaron el panpsiquismo, pero veremos adelante que son artífices de dos nociones afines, aunque diferenciadas y trascendentes, llamadas teoría del doble aspecto y paralelismo psicofísico, respectivamente. Es notable constatar que varios pioneros de la psicología científica en el siglo XIX como Gustav Fechner, Wilhelm Wundt y William James sustentaron ideas asonantes al panpsiquismo que revisaremos con mayor detalle en su momento. El gran filósofo y psicólogo William James lo reclama de manera elocuente: “debemos tratar toda forma posible de concebir a la conciencia de tal manera que no parezca equivalente a la irrupción en el universo de una naturaleza nueva que antes no existía en él”[1].
El mayor expositor del panpsiquismo en el Siglo XX fue el matemático inglés Alfred N. Whitehead (1861-1947) quien, en sustitución de la trinidad aceptada de materia, espacio y tiempo como ingredientes básicos de la realidad física, adelantó una idea dinámica del universo. El cosmos de Whitehead es un proceso incesante de unidades temporales que denominó “ocasiones”, cada una conformada por elementos físicos y mentales. Esta “teología procesal” elaborada por un matemático eminente, ha sido sustentada como una forma de religiosidad alternativa y compatible con la ciencia.
En los últimos lustros ha resurgido el panpsiquismo en la discusión académica del problema mente cuerpo y la naturaleza de la conciencia, pues es compatible con la evolución biológica. Siendo la mente y la conciencia inmanentes, se puede postular una evolución de capacidades mentales y de conciencia en paralelo con la complejidad del cerebro, del cuerpo y del comportamiento de las diversas especies animales. La mente no surge repentinamente, sino que prospera con la complejidad de los organismos y está sujeta a las leyes evolutivas. Desde esta perspectiva cabe la capciosa pregunta de si cualquier sistema físico tan complejo como el cerebro podría tener mente. Pongamos el caso de nuestra galaxia, la Vía Láctea, formada por un número de estrellas similar al de neuronas del cerebro humano. Pero sucede que, dado el colosal entramado de conexiones o sinapsis que intercambian información entre todas las neuronas, el cerebro es mucho más complicado que la galaxia. Todo indica que tal conectividad es lo que permite, alberga y procesa la conciencia humana, aunque ignoremos precisamente cómo ocurre.
Algunos consideran que los ecosistemas, dada su pluralidad de elementos, vínculos y acoplamientos, manifiestan características mentales. De hecho, una hipótesis científica, conocida con el mítico nombre de Gaia (por la diosa griega de la Tierra) postula la unidad global de toda la biosfera del planeta en un organismo vivo en algún sentido dotado de mente. Ahora bien, aunque se aceptara una mentalidad o cognición en sistemas complejos de diversa estructura, no se puede saber si ese proceso de información es consciente. Como veremos repetidamente, lo que hace particularmente difícil al problema mente-cuerpo, es precisamente la conciencia.
Aunque es posible admitir propiedades intrínsecas a la materia, parece improbable que las moléculas o los átomos tengan conciencia, por lo cual se ha sugerido una mentalidad en ciernes, una proto-conciencia. También es difícil aceptar que, aunque presenten movimiento enérgico en estrecha relación con su entorno, la atmósfera o el fuego tengan alguna forma de experiencia. La conciencia parece más admisible en organismos vivos excitables y sensibles, capaces de ser alterados por estímulos del medio ambiente y de responder a ellos con sentido. Estas capacidades objetivas bien pueden tener una contraparte psicológica o subjetiva, como lo propone el panpsiquismo.
En suma: aunque es verosímil otorgar mente a los sistemas físicos en relación a su complejidad, no lo parece atribuir conciencia, cognición o libre albedrío a partículas más y más elementales de la materia. Existen otras nociones de mente generalizada y en la siguiente publicación abordaremos tres principios sapienciales fascinantes que rebosan a la razón. Luego revisaremos al idealismo absoluto engendrado en la antigua India y que ha renacido sucesivamente hasta la actualidad en algunos físicos cuánticos.
[1] William James (1890/1950, p. 148).
QUE FASCINATES CONOCIMIENTOS Y CUÁNTAS CONEXIONES EN MÚLTIPLES NIVELES Y TIEMPOS.
GRACIAS ?
Supe del Panteismo en Mayo 1977, 1977. Me atrae la sacralidaf de el Cosmos, del Mundo. Llegue a decir en 1980: DIOS NO NOS HIZO DE PLATICO!
NOS HIZO DE SÍ MISMO, DE SU CUERPO!
Pero por otra parte no me cuadra con tanta crueldad en el Mundo!
Y en otro orden de ideas y sentimientos, me sentí muy mal pues sentí que mi individualidad era aniquilada.
Siento que se me oprime el pecho y que me asfixio y que se me va el aire. Siento como un suicidio espiritual. Amplio más mi creencia, mi Cosmovision en mi comentario a su ensayo “Tres Filosofas del medio siglo”. Y en el siguiente..
Lo que no he
Corrección. dice : y en el siguiente… me refiero a el siguiente artículo “Teoría de la identidad”, 7 julio 2018.
Se debe suprimir “ lo que no he”
…Tambien en mi comentario a el ensayo “Teoria de la identidad”, escribo un comentario amplio , donde amplio mi cosmovision.
Soy consciente que el no querer renunciar a mi individualidad , es visto como la suprema ignorancia en el Hinduismo y en el Budismo. Aunque hay una corriente minoritaria en India que afirma que tanto Dios como los humanos somos coeternos. En el Cristianismo, en Efesios 1:4 , dice que Dios nos conoció en Cristo desde antes de la fundación del Mundo. Me sugiere la posibilidad anterior.
Y esto lo creo pues Dios no pudo habernos sacado de la nada, para traernos a sufrir a este infierno.
Me parece que Jeremías estaba muy molesto con Dios por las injusticias, las enfermedades, por tanta maldad en el Mundo, y por eso maldice el día en que nació, Jeremías 20:14-18).. Lo anterior es una fuerte crítica al Teísmo clásico.
Quiza por las objeciones de Jeremías al Teismo clásico, es que surgió el Gnosticismo. La Fe de que este Mundo lo crearon dos deidades inferiores, uno tonto y otro loco.
En el 2006, cuando tuve la certeza de que éramos sres espirituales cpeternos con Dios, que no éramos criaturas sacadas de la nada, sentí mucha paz, disminuyó mucho mi lucha con Dios.
Por otro lado, en 1 Corintios 3:9 , dice que “somos colaboradores de Dios”. Esto si me llama, lo siento real.
Me doy cuenta que cualquier creencia tiene defectos. Tiene fortalezas y debilidades. Que lo importante es “hacernos corazón nuevo y espíritu nuevo “ Ezequiel 18:31, para poder ayudar a los demás, humanos y no humanos.