“Productividad” es una palabra que ocupa el pensamiento de todas las personas que tienen la responsabilidad de generar valores agregados en una organización, la medida de la eficiencia y el mejor aprovechamiento de los recursos son los elementos fundamentales que se contemplan y evalúan. Existen muchas formas y metodologías para medirla, con enfoques particulares dependiendo de la industria y la forma en que el líder desea que se conduzca el desempeño, dentro de ello debemos contemplar un par de enfoques primordiales:
a) La evolución y
b) La revolución
La evolución implica un camino de mejora natural, donde se busca en forma secuencial y ordenada el avance, desechando aquellas prácticas que no generan el valor agregado suficiente para mantenerlas. Se prueban opciones y aquellas que no funcionan son desechadas, las que sirven permanecen y se someten a mejoras bajo la misma mecánica, así funciona la selección natural
La revolución implica grandes cambios, saltos tecnológicos y metodológicos que aportan cambios de pensamiento, enfoque, formas y dinámicas diferentes, son medidas que cambian y transforman en plazos breves. Propone visiones diferentes que transforman todo a su alrededor, llevando a las organizaciones a planteamientos nuevos y soluciones novedosas.
En ambos casos las ventajas son evidentes, pero también presentan desventajas. La evolución es más lenta y nos puede hacer perder el nivel de competencia ante mercados o retos agresivos; la revolución, por su parte, es cara e implica tomar riesgos altos que pueden ponernos a todos en peligro de subsistencia. Es un verdadero dilema y se soluciona frecuentemente por la cantidad de recursos que estamos dispuestos a destinar y por el enfoque que pueda tener el líder. Pero ¿estos dos caminos son los únicos? ¿No existe alguna alternativa? En realidad, sí existe y es el ser humano.
El ser humano es una constante de cambios y mejoras que aportan permanentemente a la organización, sin embargo, existen momentos o situaciones donde no se presenta de esa manera. Esos momentos son cuando las personas eligen por encima del deber ser y en contra de la organización, y en esas situaciones en lugar de aportar, ¡restan!
Las faltas al cumplimiento ético e institucional y los quebrantos por los actos cometidos por las personas en contra de las organizaciones, representan entre el 4–6% de las ventas, según estadísticas publicadas por diversas organizaciones. Entendamos esto, esa cantidad tiene costo y gasto “0”, es decir, para una empresa con EBITDA de entre el 8–12% serían aproximadamente una merma del 50% de posibles utilidades, lo cual es mucho recurso desviado. La mayor parte de las veces esos recursos no son detectados por los sistemas tradicionales de contabilidad y auditoría por dos razones: están perfectamente registrados y son constantes.
Por ello, aumentar la certeza en la forma por la cual las personas se conducen es tan importante, el aporte que puede dar a la productividad de la organización es crítico. En este apartado no nos referimos a capacitación o a desarrollo organizacional, nos referimos a detectar aquellas actitudes de riesgo que ponen en peligro a la organización, aquellas que representan una posible afectación patrimonial o de seguridad, aquellas que alteran la forma correcta, ordenada y eficiente de hacer las cosas.
Actualmente, la velocidad a la que se implementan las mejoras evolutivas es muy alta y el límite al que están sujetas representan niveles de rendimiento inesperados en la vida de las organizaciones, estamos alcanzando niveles insospechados de eficiencia y rendimientos; sometemos las mejoras a niveles de optimización pocas veces visto en la historia de la gestión empresarial. Llevamos al límite los métodos y las tecnologías. Esa forma es cara y alcanzar la optimización y productividad de cada método tiene un costo muy elevado.
Las revoluciones tecnológicas y metodológicas son impactantes, el ritmo al que aparecen las nuevas tecnologías y soluciones, vuelven casi imposible estar al día con las últimas apariciones, es por ello que debemos buscar más allá de esos espacios, debemos buscar en el talento de nuestros recursos humanos, promoverlo, estimularlo y asegurarnos que esas grandes mejoras también formen parte de nuestro activo y valor.
La próxima frontera de la productividad será tener el mejor talento calificado, estar bien preparado, con experiencia desarrollada, óptimamente evaluado y dispuesto a comprometerse. La humanidad avanza por su creatividad y pensamiento, ¡por las ideas!, no por ser capaz de hacer en forma más eficiente un proceso.
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