Por las mujeres: reconocimiento, solidaridad, acciones concretas

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En medio de la crisis del COVID-19 ha bajado la presencia del gran movimiento de las mujeres en México en cuanto a su centralidad en la agenda pública. Estoy seguro de que esto, como la contingencia de salud, será temporal. El tema retomará pronto el sitio que merece en el diálogo social, tanto porque tiene que ver con una problemática acuciante y no resuelta, en la que hay demasiado por hacer, como por la legitimidad y la fuerza inherentes a esta causa.

Las jornadas del domingo 8 de marzo, en la que se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, y del lunes 9, con el paro nacional “Un día sin nosotras”, fueron de gran trascendencia no sólo para las mujeres mexicanas, sino para el país en su conjunto. Todos necesitamos reaccionar y ser consecuentes con este momento histórico.

Ha sido una sorpresa gratificante constatar la repercusión de este llamado urgente al cambio, con tantas adhesiones de instituciones, empresas, organizaciones y mujeres como decisión personal. Así, hay que ver al movimiento como una oportunidad. Que dé paso a verdaderos vientos de transformación: en las actitudes, en las familias y en particular en nosotros los hombres; entre los gobernantes y tomadores de decisiones: hay que atender lo que se reclama con responsabilidad y oportunamente; desarrollar políticas públicas y, en el caso del sector privado, directrices organizacionales orientadas a construir una sociedad más justa y segura, en especial para ellas.

mujeres unidas
Ilustración: Clapps.

Es bien sabido que, en múltiples experiencias históricas, las problemáticas sociales más profundas difícilmente son superadas sin el principio de la visibilidad, al que sigue el reconocimiento, la concientización y el impulso al cambio. Hacia allá deben llevarnos las marchas y el paro: reconocer una situación de violencia contra las mujeres inaceptable, asociada a una gran inequidad de género y diversas formas de injusticia.

Más que ver manipulaciones políticas –siempre habrá quienes quieran explotar demandas legítimas–, hay que responder con actitudes y acciones a la altura. Se aduce que hay grupos o personas que antes no se interesaban por este tipo de demandas sociales y ahora, repentinamente, lo hacen. Habría que replicar: si es por un propósito como éste, que tiene que ver con ser, o no, una comunidad civilizada, bienvenidos todos los respaldos. Máxime si dan cauce a medidas efectivas de seguridad pública y para que nuestro sistema de procuración e impartición de justicia funcione; asimismo, a una evolución en las relaciones sociales y en las familias: en la vida económica, política, cultural y el entorno cotidiano.

No se puede curar una enfermedad si no se le reconocen como tal, y en ésta los síntomas son contundentes.

En cuanto a la violencia, tomo datos del esclarecedor artículo que publicó en Letras Libres, la semana pasada, Lisa Sánchez , Directora General de México Unido contra la Delincuencia. Sin duda, dan cuenta de lo que llama “una crisis de violencia de género y feminicidios que es urgente resolver”. Entre 2007 y 2017, la tasa de mujeres jóvenes asesinadas en nuestro país se triplicó: 10 son asesinadas diariamente y uno de cada 10 feminicidios se comete contra menores de 17 años. Entre las mayores a 15 años, el 66% ha sufrido algún incidente de agresión: 34% de tipo físico y 41% sexual.

mujeres ciudadanas
Ilustración: Herenia González.

Las agresiones van desde el acoso sexual hasta el feminicidio, pasando por violencia familiar, trata o distintas formas de hostigamiento y discriminación. De acuerdo con un informe de la Red Todos los Derechos para Todas y Todos, dado a conocer el miércoles pasado, entre 2017 y 2019 fueron violadas 22 mil 706 mujeres, pero se aclara que falta información de varias fiscalías estatales.

Subyacente a esa problemática está una situación de inequidad, que igualmente hay que reconocer. Precisamente, a inicios de año llamó mucho la atención el reporte anual sobre el estado de la desigualdad global de Oxfam, en particular por lo que resaltó en materia de género. Cada día, mujeres y niñas de todo el mundo trabajan 12 mil 500 millones de horas sin remuneración. El valor de su cuidado del hogar sin pago equivale a tres veces la industria tecnológica global. Así, el 42% de las que están en edad de trabajar, no pueden hacerlo por esas responsabilidades, contra sólo 6% de los hombres.

En México, de acuerdo con estimaciones del Observatorio Internacional de Salarios Dignos, cada día las mujeres realizan labores por un valor de 60 mil millones de pesos, pero sólo 33% de ese total es remunerado. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), tenemos la tasa de participación laboral femenina más baja de nuestra región: 44% contra un 51% promedio.

Ésa es justamente la situación que hay que cambiar. De entrada, porque afecta a más de la mitad de la población. Veamos en su reclamo a una gran oportunidad para que nuestra sociedad avance en todos los sentidos. Es por ellas y por todos, incluyendo a las nuevas generaciones.

inequidad de genero
Ilustración: Pinterest.

Tan sólo en lo que atañe a los negocios dirigidos por mujeres, de acuerdo con datos del Banco Mundial, constituyen una tercera parte de las Pymes en América Latina. El año pasado, ante la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, en la Ciudad de México se presentó un estudio pionero, por su alcance y profundidad: “Inversión con un enfoque de género: Cómo las finanzas pueden acelerar la igualdad de género en América Latina y el Caribe”, elaborado por BID Invest y el Instituto de Innovación Social de la Escuela Superior de Administración y Dirección –Universidad Ramon Llull de Barcelona–.

Este reporte estima que en nuestra región hay una brecha en capital privado, de riesgo y semilla de 5 mil millones de dólares para financiar microempresas manejadas por mujeres y de 93 mil millones para Pymes con esa condición. Ésta es una necesidad y a la vez una gran oportunidad con ventajas claras: las empresas con sello femenino están desde hace tiempo por encima del mercado en cuanto a crecimiento en consumo y crédito, y existe la previsión de que en 2025 las mujeres controlarán 75% del gasto de la población.

Si hay reconocimiento, solidaridad, visión de altura, aquí hay un motivo para unirnos y crecer como nación.


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