¿Por qué estamos viviendo tanta maldad?

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El mal ha sido un fenómeno que siempre ha llamado la atención de la humanidad, ¿cómo podemos enfrentarlo para que no siga haciendo tanto daño?

Uno de los primeros filósofos en analizar este fenómeno fue Sócrates. En los Diálogos de Platón, el maestro griego atribuía el mal a la ignorancia. Es decir, que los humanos somos malvados por la sencilla razón de que no conocemos qué es el bien y cómo hemos de actuar para vivir conforme a él. El malvado no sería tal si tuviera verdadero conocimiento de su error. Si fuera consciente de que vivir éticamente es la mejor manera de vivir más feliz, no optaría por la maldad.

El filósofo alemán Arthur Schopenhauer defendía que el mal tiene un punto de partida incontestable: nosotros mismos. El mal forma parte de nuestra naturaleza tal y como lo hacen el amor, la violencia o el deseo.

Aún y que la maldad nos enoja y llena de rabia, también nos ha llevado al interés casi morboso por sus casos de mayor impacto. Como sociedad, llegamos a sentir cierta fascinación por lo malvado y no nos damos cuenta. Inclusive nos contamos historias en el cine, en las series y en los libros donde siempre hay un malvado y le llamamos el antagonista. Inconscientemente esto nos gusta.

Maldad y bondad.
Ilustración: @Montt.

¿No será que todos tenemos un protagonista y un antagonista dentro de nosotros? Un antagonista que en ocasiones se convierte en el protagonista de nuestras vidas. Si nos observamos en autoreferencia, podemos encontrarnos desde los casos más pequeños donde nuestros pensamientos críticos y burlas terminan siendo actos de maldad inconscientes llegando a maltratar a otros o inclusive a uno mismo.

Para iniciar una evolución de consciencia colectiva a favor del bien, tendríamos que romper primero el paradigma de sentirnos separados de todo. Nos sentimos desconectados del cosmos, de la naturaleza y seres vivos, así como de nosotros mismos. Al sentirnos separados tenemos deseos propios que interfieren con los deseos de los demás y de ahí se genera una cadena de desencuentros que nos llevan a la competencia y a la ambición por sobre todas las cosas.

Los actos como el de El Paso Texas y muchos otros que han sido experimentados por la humanidad, seguirán existiendo mientras no nos demos cuenta de que tenemos frente a nosotros una realidad que hay que asumir y atender. No sólo son los video juegos, el permiso de las armas o el presidente Donald Trump en su discurso de odio. Somos toda la sociedad que aún no terminamos de aprender que todos formamos parte de lo que sucede bien y de lo que sucede mal.

Nos perdemos de lo más importante que es el significado profundo de lo que está sucediendo. Seguimos creando un mundo que no nos gusta y no hacemos mucho por cambiarlo. Estamos viviendo un momento en la humanidad que nos alerta con este tipo de casos dolorosos en medio de una sociedad que experimenta ansiedad por alcanzar creencias de felicidad y comodidad. Vamos a una gran velocidad por el futuro y se nos está perdiendo el presente.

Solidaridad.
Ilustración: The San Diego Union Tribune.

The Economist publicó hoy un estudio acerca de cómo 70% de la generación “Z” (13-17 años) vive en ansiedad y depresión; y 55% ve el bullying como el segundo problema que enfrentan. ¿Qué vamos a hacer con estas estadísticas? ¿Proveer más tecnología, medicamentos y drogas para controlarlo? ¿Nos vamos a asombrar y asustar sin hacer nada escondiéndonos en las bellas distracciones de la vida? O nos detendremos para preguntarnos, ¿qué es lo que realmente estamos enfrentando?

Nada de esto es sencillo y se requiere de movernos hacia la incomodidad, para entonces desde ahí, observarnos y crear nuevos paradigmas de consciencia para integrar en la sociedad. Es momento de darnos cuenta de que en cada instante tenemos la decisión de hacer lo que conscientemente suma o resta a la situación que hoy vivimos.

El día de hoy, un tuit de una madre que lucha por los derechos de su hijo con discapacidad, me dejó congelado y me regaló un momento profundo de consciencia. Al lado de una foto de un niño sonriente dice “Es increíble cómo el exceso de un cromosoma puede borrar toda la maldad en un ser humano”.

Sin palabras. Sin pregunta final.

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