Tengo algunas notas personales sobre la crisis sanitaria del coronavirus, COVID-19, y estimando estar más o menos en la mitad de la crisis, quiero resumir algunos puntos que me resultan importantes. Posiblemente el orden de las reflexiones no refleje su importancia relativa, y digo relativa porque las distintas medidas y los efectos de éstas no afectan a todos en la misma medida.
1. Coronavirus
Ya sabemos que el coronavirus es un virus viejo, suficiente para ser conocido por muchos. De los primeros coronavirus fue, por ejemplo, el Betacoronavirus que data de 3,300 a. C. Si bien el nombre lo recibe por tener la forma de una corona si la miramos desde arriba, pero por lo general estamos debajo, muy debajo de ésta. El COVID-19 sin duda por la repercusión mundial que tiene, ahora es “la corona” de los virus. Hace poco el virus EVE causaba la enfermedad del ébola y no recuerdo que me hayan explicado con tanto detalle cómo combatirlo y tampoco su forma. Otro virus, el VIH, causante de la enfermedad del SIDA, también debe tener una forma y no se ha hecho tan popular como la del coronavirus.
2. Mutación
Nos explican con mucha paciencia que el virus, los virus en general, van mutando y que no necesariamente cada mutación lo convierte en más peligroso. No se mucho de biología, medicina, genética, y soy generoso cuando digo “no sé mucho” porque en realidad no sé nada. Pero considero que también nosotros vamos mutando y, en especial, nuestra capacidad para recuperarnos. En uno de los tantos reportajes a un epidemiólogo o científico –está lleno de ellos, todos saben mucho y por supuesto entre más saben, más nos confunden–, el periodista, relacionando su pregunta a las teorías de la conspiración, le pregunta si está destinado a atacar a blancos o negros u otro color.
¡¡No!! Por supuesto que NO. Evidentemente fue una pregunta racista. Me pareció oportuna y desde luego ratificó que lo mejor que hacemos después de quedarnos en casa y lavarnos las manos cada 20 minutos –sin saber por qué si estamos solos en la casa–, sabemos que las diferencias entre blancos, negros, amarillos y cualquier variación, es mínima. No sé si exagero, pero la mutación está entre hombre y mujer, niños y ancianos, sanos y enfermos, y me atrevo a decir que entre ricos y pobres, ya que sobre eso no recibimos demasiada información. Sí, yo soy mayor de 70 años y estoy en el frente de esta guerra global.
3. Los datos
El 31 de marzo se publicó una nota en la que incluía los datos al 28 de marzo: 597,630 infectados y 27,370 muertos –del 21 de abril del 2020, 6:00 a.m., en Colombia, fuente: la Universidad John Hopkins, suman 2,494,915 casos, 171,249 muertos–. Son datos que en realidad no están basados en los casos que fueron revisados, ¿qué pasa con aquellos que no fueron revisados? Sabemos, por ejemplo, que mientras Chile tiene aproximadamente 5 mil revisiones por cada millón de habitantes, Perú tiene alrededor de 3,700 y Colombia 1,000. Estas cifras son determinantes para no dar mayor valor a la cantidad de casos en cada país. En un año o dos, estimo que tendremos datos que resumen esta pandemia y podremos saber con mayor precisión qué es lo que ha pasado. Un dato curioso que espero sea verdad es que Venezuela sólo declara tener 285 casos de coronavirus y 10 muertos. Soy incrédulo a ello porque ya son demasiados años que estoy en contacto con venezolanos que se fueron de Venezuela y las noticias que se reciben en general, no me permiten creer en la información oficial.
4. Los políticos
Cuando hago referencia a los datos oficiales que recibimos, no puedo dejar de pensar en los políticos. ¿Son realmente ellos quienes deben conducir esta lucha? No estoy convencido. En general y, por naturaleza, están acosados por la oposición, atemorizados por el éxito del mandatario, y temen perder las próximas elecciones. Somos testigos de conflictos entre los líderes locales, gobernadores, alcaldes y el primer mandatario. En parte, esto surge de ser opositores ideológicos y, por otra parte, porque los primeros encuentran una buena oportunidad de intentar promocionarse para las próximas elecciones.
Sin duda alguna, los políticos son los responsables directos de que no haya inversión en salud pública, o incluso, el incremento de la privatización de los servicios. Los discursos, por un lado, y la ejecución, por otro. Seguramente cada uno podrá revisar sus alforjas y comprender fácilmente qué es lo que pasa.
La cuarentena, el cierre total de todo o casi todo, es una solución relativamente fácil. Es como amputar un brazo afectado y evitar no atender la infección –me disculpo si no es correcta la comparación, pues no comprendo mucho de medicina–. Estamos ante un colapso del sistema sanitario. ¿Qué significa eso? Que haya mucho más enfermos de la capacidad hospitalaria y las autoridades responsables se sientan obligados a manifestar que hay preferencias en la atención médica.
Un artículo que nos explica el tema es el siguiente : Significa que, entre dos personas con posibilidades de supervivencia algo iguales, aquellos que perciben que tienen la mayor cantidad de años por vivir recibirían mayor consideración. La justificación moral de esta priorización es que brinda a las personas más jóvenes la oportunidad de vivir las etapas de la vida que aún no han alcanzado. Ése es el temor de todos los políticos. En nuestra plaza tenemos a Trump y Bolsonaro como muestra que ellos, realmente, confían en otras fuerzas: “las manifestaciones racistas”; no hay otro término que ellos apoyan; son la prueba.
5. La economía
Este tema es posiblemente el más importante y estimo que mis próximas reflexiones se referirán a él, que incluye subtemas como la salud, el petróleo, el consumo, la oferta y seguramente otros puntos más, que por supuesto se entrelazan. Alguna reflexión sobre los bancos y posiblemente sobre los dueños de éstos.
Uno de los lemas muy utilizados es “no hay salud sin economía y no hay economía sin salud y es verdad”. Es por eso que pienso que el tema de la cuarentena debe ser visto con otros ojos. Pues de no liberarse el movimiento de las personas, no habrá trabajadores para la cosecha de café en mayo y junio. Eso en Colombia y seguramente en los demás países, por ejemplo, en España se ha dicho: a menos de dos semanas para que empiece la campaña de la fruta de hueso, el sector ha puesto el grito en el cielo porque no hay trabajadores suficientes para la recolección. El cierre de fronteras ha hecho que sea imposible traer empleados de países como Bulgaria, Rumania o Marruecos. A nivel nacional, impera la enfermedad, el miedo al contagio o la necesidad de cuidar a los menores que no tienen colegio.
Un chiste que llegó por medio de las redes sociales decía que “el COVID-19 es un fenómeno, ya que es la primera vez que un virus ataca a un parásito: el Político”. Me gustó. Reviso nuevamente los datos, pasó una hora y media y la cantidad de enfermos aumenta al igual que los muertos en el mundo. Pero también, en este tiempo, los recuperados han incrementado. Esos son los datos que utilizan los políticos, además de controlar las manifestaciones en la calle. Porque no olvidemos que uno de los objetivos de la cuarentena es evitar manifestaciones populares diciendo que tienen hambre.
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