Estamos en una temporada de cambios, que dentro de poco tiempo sucederán en el país. La fecha está asignada, y los combatientes siguen buscando más y más votos que les den la victoria. Los sectores económicos del país ya se han pronunciado y si no lo han hecho, están a nada de buscar esa comunicación con los candidatos a la presidencia. Los partidos políticos nos llenan de mensajes… pero, ¿qué esperamos cuando llegue el nuevo gobernante?
Déjenme explicarlo de manera clara: desde hace tiempo he visto cómo las personas se vuelven cada vez más agresivas en las redes sociales y en persona. Sólo hay opiniones divididas que reclaman, algunas con mucha razón, y otras, no tanto. Se acusan unos a otros de apoyar a tal o cual candidato, pero déjenme decirles algo: no importa el color de piel de quien gane, si en su casa juzgan y discriminan a la gente por su color, el estatus social o el equipo de futbol al que le vayan; si cometen actos de corrupción, si dicen mentiras a sus clientes, si se meten “a la mala” en cualquier tipo de fila, si corrompen o se dejan corromper, nunca vamos a lograr nada si nos pasamos gritando en el tráfico, si vemos injusticias y no las tomamos en cuenta. El país no se dirige solo, y para que haya un presidente que trabaje por nosotros, tenemos que ayudarlo, sea quien sea. ¿Lo merece? Tal vez no, pero nuestro país, sí.
Por si ya se les olvidó, les recuerdo lo que pasó el 19 de septiembre del año pasado. ¿Cuánta ayuda se prestó? Ese es el país que necesitamos, uno que esté unido, que levante el puño para callar a todos los que no dejan trabajar. Que trabajemos un día y el otro y el otro… Necesitamos un país que se levante en pie después de la desgracia.
La economía, la seguridad, la educación, la salud. Todos son temas que le duelen al país. Pero, ¿qué estás haciendo para cambiarlo? No es necesario tener razón o estar de acuerdo con todos. Es hora de unirnos a pesar de nuestras diferencias. México es un país lleno de cultura, de historia, de sabores, de gente que apoya. México tiene muchas caras, muchas personas, más de 110 millones de habitantes y ¿quieren ponerse de acuerdo en un solo color?
Personalmente, creo que es momento de ver más allá de la próxima elección. Creo que hay que trabajar y esforzarnos, principalmente, para alcanzar un objetivo común: el bienestar de nuestro país. La sociedad mexicana está envuelta en una apatía generalizada por diversos factores, pero creo que no habrá mejor momento para resarcirlo, que el que viene.
Por ello, hay que empezar un día a la vez, el próximo 2 de julio, cuando sepamos a ciencia cierta quién lleva la ventaja en el conteo de los votos. Se trata de ser más consciente de que el cambio no está en uno u otro candidato. Está en uno mism@, porque si de algo estoy seguro es que nada cambiará con el sexenio que viene, si no estamos dispuestos, nosotros mismos, a cambiar. Lo que debemos hacer es ponernos siempre en los zapatos del otro y mirar lo que está viendo y viviendo. Tal vez tendrás una percepción diferente, pero siempre hay que comprender lo que está viviendo la persona a tu lado, para así entender su punto de vista y respetarlo. Tal vez queremos cambiarlo, tal vez queremos que piense como nosotros, pero eso no va a ocurrir si tratamos de imponerle nuestras ideas.
Todos tenemos un presente, un pasado y un futuro que definirá lo que viene, con o sin presidente, ya sea azul, amarillo, rojo, verde o multicolor. Si quieres pelear, perfecto. Si quieres aplaudir, perfecto. Lo que quieras hacer, ¡hazlo! Sólo no te olvides que, como tú, hay 110 millones de mexicanos y mexicanas que también buscan su propio bienestar. Ahí es donde empiezan las diferencias, si no nos ponemos de acuerdo. Si pensamos en el bien común, en lo que podríamos lograr si todos jalamos hacia el mismo lado, entonces podemos empezar a cambiar desde adentro nuestro maravilloso país.
Porque, si a estas alturas de la vida no has comprendido que el cambio no está en el color que nos guíe, sino en tus acciones, entonces, como dice el Filósofo de Güemes: “Estamos como estamos porque somos como somos”.
Una reflexión interesante y necesaria. Tiene el mérito de enfocarse en el rol activo, crítico y eficaz de los ciudadanos.