Cada día es nuevo, aquí recluidos, unos más que otros, pero todos de alguna forma nos hemos aislado y cuidado de la mejor manera que esté dentro de nuestra capacidad física, emocional o económica.
Cada día tenemos sentimientos nuevos, diferentes y encontrados, algunos días con ganas de emprender algo nuevo, otros sin ganas de levantarnos; todos estamos leyendo muchas cosas, no todas ciertas, no todas positivas, tenemos un mar de recomendaciones, de cómo combatir esta pandemia, de cómo debemos cuidarnos, o aislarnos, de qué usar o qué no hacer, pero desafortunadamente muy poca información de cómo debemos cuidarnos emocionalmente, de cómo lidiar con la ansiedad, el miedo, la soledad y el aislamiento.
Cada vez nos cuesta más trabajo conciliar el sueño, a veces acudimos a la meditación, los que saben y pueden, otras a remedios caseros y si no a medicinas. El nivel de incertidumbre es altísimo, algunos por temas de trabajo, otros por miedo a contagiarnos de esta enfermedad o que alguno de nuestros seres queridos se infecte, todos al apagar la luz al acostarnos, en la obscuridad, tenemos que lidiar con esto de la mejor forma posible para poder dormir y después amanecer con la esperanza de un día nuevo, de tiempos mejores.
Todos quisiéramos despertarnos y que esto ya hubiera pasado, que pudiéramos recuperar nuestra libertad, nuestro ritmo de trabajo, el poder de nuevo abrazar a nuestra pareja, a nuestros hijos, nuestros nietos, a hermanos y amigos, somos un pueblo que estamos acostumbrados y nos gusta abrazarnos, disfrutamos tener contacto con nuestros seres queridos, sentarnos en una mesa y mirándonos a los ojos, hablarnos, tocarnos, ayudarnos y saber de nuestras vidas.
Esta pandemia deberá servirnos a todos, realmente me refiero a todos, sin importar raza, origen, color, nacionalidad, preferencia política o religiosa, sexo o educación, para valorar lo importante que es la vida y lo vulnerable que somos, lo poco coordinados que estamos y, sobre todo, de la alta dependencia que tenemos en nuestras autoridades para que las cosas salgan bien, de la poca intervención de nosotros como sociedad organizada para ayudarnos y apoyarnos.
¿Qué sigue…? recuperar todo esto, sin duda valoraremos mucho más lo que significa la salud, la libertad, el trabajo, el amor y la amistad; tomaremos conciencia de lo mucho que tenemos que hacer para protegernos, para buscar el bien de todos. Exigirnos como individuos y a nuestros gobernantes el establecimiento de medidas, protocolos y procedimientos para tener la capacidad de salir adelante, no tan sólo de cómo prever un evento futuro, o de cómo actuar más rápido y de manera más eficiente, sino qué necesitamos para restablecer nuestras vidas de una manera digna y satisfactoria.
Tenemos que asegurarnos qué les dejaremos a los que nos siguen un mejor modelo, un mejor sistema de vivir, de compartir, de trabajar y, principalmente, la conciencia de lo frágiles que somos y lo mucho que tenemos que hacer nosotros mismos.
Lograr el bien común debe ser nuestra prioridad no sólo desde un punto de vista moral, ético o religioso, sino también debe quedarnos claro que es fundamental para sobrevivir.
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Felicidades Pépe, gracias por tus reflexiones. DtB
JMA
Me uno a tu comentario de encontrar ahora mas que nunca nuestros valores, hacer a un lado tanto discurso y luchar mas que nunca por los nuestros.
Muy cierto primo, aprendamos, después de las crisis tenemos la oportunidad de reinventarnos, te mando un abrazo