Los mexicanos somos increíbles, nuestra capacidad de crear y de modificar nuestro destino es una de las principales características por lo que somos reconocidos en muchos lugares del mundo. Nuestra capacidad de dar vuelta a todas las expectativas, tanto para bien como para mal nos acompaña y hace historia. Así, hemos hecho lo imposible, cambiado los paradigmas, modificado los estándares y superado muchas adversidades. Nos caracteriza una interminable lista de ellas; desde muy pequeños nuestra realidad nos prepara para luchar, para sobresalir y cambiar ese destino.
Pero así como nos pintamos solos para ser creativos, también nos encanta sabotearnos. Muchas veces tiene que ver el contexto en el que nos desempeñamos, otras veces es nuestro arraigo por la zona de confort. De hecho, el auto sabotearnos tiene que ver exactamente con un deseo inconsciente de quedarnos en donde estamos por la conveniencia que implica. Porque el movernos es cambiar, llegar a lo desconocido, temer por lo que está delante de nosotros y detenernos (para muchos) es la mejor respuesta para evitar una sorpresa.
En épocas mundialistas es muy común hacer las famosas “quinielas”. ¿Cuántos de nosotros apostamos por México? Lo que pasó en el partido de México con Alemania es uno de los ejemplos más claros y recientes, ese pesimismo por enfrentar al equipo campeón del mundo, esas críticas y el menosprecio a los mexicanos por nosotros mismos.
Es como el chiste que hace un par de años circulaba en internet, en donde un grupo de bandidos internacionales quería acabar con la Ciudad de México y aunque estaban entrenados por los mejores kamikazes, no lo lograban porque los mismos mexicanos hacían todo tipo de trampas, los subían a taxis piratas, les daban billetes falsos, querían secuestrar un avión y no había porque estaban en huelga, querían entrar a trabajar en una empresa pública para poner una bomba y no se podía porque tenían que dar una buena cantidad de dinero para sobornar al jefe del sindicato. El chiste termina con los malos escribiendo una carta a sus jefes: “No pudimos arruinar a México, porque para eso están los mexicanos”.
No sé qué tan gracioso pueda ser eso, no sé qué tan gracioso sea que uno de los memes que más circuló en las redes sociales el domingo fue el que decía que no teníamos preparados memes por si ganaba México. ¿Dónde está la gracia? ¿Por qué no creemos en nosotros mismos? ¿Por qué se veían tan felices los jugadores?
La respuesta es sólo una: porque nos callaron la boca. Porque nadie creía en ellos, ni nosotros mismos. Porque todos jurábamos una derrota memorable. Ésa es otra actitud que nos caracteriza. Durante el partido del domingo, si estaban reunidos en familia, seguro más de uno le iba a Alemania. Si alguien decía: “México metió un gol”; su interlocutor respondía: “seguro nos empatan”. Si celebramos el gol, nosotros mismos no lo creíamos. Esperábamos que lo anularan, o que Alemania metiera dos goles. ¿Por qué?
En todos los escenarios en donde me ha tocado hablar, he escuchado a los emprendedores y empresarios, quienes me afirman que les gustaría crecer profesionalmente, pero en realidad muchos se quedan en el camino por esa falta de actitud, por ese miedo que tienen a que no funcione. Es una probabilidad, es cierto. Pero no es la única. ¿Qué pasaría si en verdad nos la creyéramos? Ojalá nos llenemos de actitud, de fe y empatía para nuestra selección y para todos los mexicanos.
Me parecen comentarios muy atinados que hablan de una realidad que muchos mexicanos tratamos de ignorar, no somos solidarios entre hermanos y caemos en actitudes arrogantes, mostramos a toda luz la ignorancia que como pueblo hemos perdido, por haber dejado de insistir en los valores que se aprenden en los senos familiares. y si, nadie le apuesta a que los mexicanos si podemos, hasta que alguien logra algo, para después murmurar como lo habrá conseguido. no generalizo porque se que hay un alto porcentaje de la población que tiene actitud positiva, respeto y vergüenza por su país. si bien es cierto que los mexicanos somos ingeniosos, debemos estimularlo para beneficiar a nuestro país, no para deteriorarlo.Yo espero que lo peor no este por venir ya que el mal ejemplo viene de arriba y la impunidad que salva al poderoso que rompe la ley se entroniza desde las mas altas esferas y las mayorías lo aplauden y premian con permisividad y complicidad.