¿Qué es esto de la motivación?
La motivación es la fuerza que nos mueve a realizar actividades. Estamos motivados cuando tenemos la voluntad de hacer algo y, además, somos capaces de hacer el esfuerzo que ese algo requiera durante el tiempo necesario para conseguir el objetivo que nos hayamos marcado. Por ejemplo: hacer ejercicio, terminar de leer un libro, elaborar un trabajo.
Esa fuerza está directamente relacionada con la actitud que yo tomo en cada momento, de manera que son mis valores, actitudes y opiniones los que me dictan lo que necesito en cada momento y aquello que es y no es importante o, dicho de otro modo, por ejemplo: si estoy dispuesto a hacer el esfuerzo de salir de casa para ir al cine es porque “ir al cine” es algo que considero atrayente, valioso, dentro de mis posibilidades, etc. A lo mejor me apetece ir al cine, pero si tengo trabajo que entregar puede resultar más importante terminar el trabajo que ir al cine.
La aparición de esa “fuerza que nos lleva a realizar actividades” se crea como resultado de la conjunción entre mis valores y mis circunstancias exteriores (de poco sirve que me guste el cine si vivo a 1,000 Km del cine más cercano)
Con frecuencia se distingue entre motivación externa y motivación interna. La primera es aquella provocada por un estímulo del entorno. Por ejemplo, un aumento de salario me puede animar a trabajar más. Pero para que algo del mundo exterior me motive primero tengo que calificarlo yo como atrayente, y esa calificación va a depender de lo que yo piense del evento.
Por el contrario, la motivación interna sería la que surge de mí misma, sin necesidad de ningún estímulo externo. Por ejemplo: “trabajo porque amo trabajar.” ¿Cuál podría ser mi marco de referencia para tener buenas motivaciones? Tener pensamientos positivos, elegir vivir del lado positivo del mundo; está comprobado que la positividad nos hace sentir muy bien y no solo eso, transforma nuestra mente.
Al cambiar pensamientos malos por buenos, no solamente se transforma el contenido, sino también cambia el alcance y los límites de nuestra mente al ampliar el repertorio de posibilidades que vemos.
Cuando estamos clavados en un pensamiento negativo nuestro panorama se acorta, no vemos más allá de nuestra nariz. Con los pensamientos positivos ampliamos las ideas sobre las posibles acciones, tenemos un repertorio más amplio de lo que podemos lograr.
La alegría, por ejemplo, suscita el impulso de jugar y ser creativo. El interés despierta el impulso de explorar y aprender, la serenidad nos hace observar nuestra situación presente e integrarla dentro de una nueva manera de vernos.
La positividad, además, transforma el futuro, y aunque las buenas sensaciones sean efímeras y no se queden con nosotros indefinidamente, sí nos generan un gran cambio con el tiempo. Las emociones positivas fortalecen nuestros recursos a medida que se acumulan lo que nos permite enfrentar la vida de una mejor manera.
Las repetidas experiencias de positividad fortalecen al menos:
- Un recurso físico: duermes mejor;
- Un recurso mental: estás más consciente de tu situación actual;
- Dos recursos psicológicos: estás más optimista y resiliente;
- Diversos recursos sociales: te sintonizas mejor con tu familia y tus pares.
Todo esto contribuye a que tengas un mañana mejor. Así, para poder adentrarnos en el mundo de la positividad es muy importante ir más allá de los términos genéricos como “feliz”, “bien”, o “bueno”.
Nombraré algunas emociones para que sean tu guía hacia una vida con mejores pensamientos, motivaciones y actitudes.
Alegría:
Hay muchas fuentes de alegría, el nacimiento de un hijo, un aumento de sueldo, una fiesta sorpresa. La alegría es radiante y ligera. Los colores parecen más vivos. Caminas con brío y tu rostro se ilumina con una sonrisa y un brillo interior. No quieres perderte ni un solo detalle. Sientes ganas de jugar, de saltar y de involucrarte.
Gratitud:
La gratitud llega cuando agradecemos algo que ha venido a nuestro encuentro como un preciado regalo. Tu pareja te hace de cenar en un día en que tú tienes mucho trabajo. El empleado de la tienda te tiene mucha paciencia en un cambio de ropa complicado. Puedes sentirte agradecido de respirar aire limpio, de estar sanos, de tener un lugar seguro al cual llegar. La gratitud abre tu corazón y genera el impulso de corresponder.
Diversión:
Es un hecho social, siempre la compartimos con otra persona. Crea lazos con los demás.
Inspiración:
De vez en cuando nos topamos con la verdadera excelencia humana. Trascendemos lo corriente y descubrimos mejores posibilidades. Presenciar la naturaleza humana en su mejor versión puede ser algo inspirador. La inspiración cautiva nuestra atención, reconforta nuestro corazón y nos involucra.
Amor:
El amor es multifacético, pues en éste habitan todas las formas de positividad dichas anteriormente. La alegría, la gratitud, la serenidad, el interés, la esperanza, el orgullo, la diversión, la inspiración y el sobrecogimiento. Cuando estas sensaciones agradables despiertan nuestro corazón dentro de una relación segura y, por lo general, abierta, lo llamamos amor.
La positividad tiene que ver con nuestro modo de pensar. Al igual que todas las emociones, las emociones positivas surgen de acuerdo a la manera como interpretamos los acontecimientos y las ideas a medida que se desarrollan, depende de si nos concedemos un momento para encontrar lo bueno y una vez encontrado, lo dejamos fluir.
Enciende tu positividad ahora mismo. Tómate un momento para observar tu entorno físico y pregúntate:
- ¿Qué hay de bueno en mi situación presente?
- ¿Por qué soy afortunada de estar aquí?
- ¿Qué aspecto de mi situación presente puedo ver como un regalo preciado?
- ¿En qué me beneficia esto a mí o a los demás?
Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome… Gracias.
Todo es posible!