En el primer debate por la dirigencia panista, los dos candidatos cruzaron acusaciones; Ricardo Anaya acusó a al senador con licencia de opositor a todo y simpatizante de la izquierda, mientras que Javier Corral acusó a su oponente de aplaudir la corrupción del gobierno del presidente Peña Nieto.
México (elsemamanario.com).- La disputa por la dirigencia nacional del Partido Acción Nacional (PAN) dio inició y la noche de este jueves tuvo su primer episodio con el debate entre los dos candidatos; uno visto como heredero de las cúpulas del partido, Ricardo Anaya Cortés, y el otro como un panista rebelde que busca recobrar los orígenes panistas, Javier Corral Jurado.
Desde el inicio del debate Anaya sorprendió con una estrategia ofensiva contra su oponente. Acusó a Corral de ser un rebelde opositor a todo, de promover una disputa interna y buscar la fractura del PAN cuando, sostuvo, el enemigo está afuera.
También señaló al senador chihuahuense de ser simpatizante de la izquierda comparándolo con Andrés Manuel López Obrador y ser amigo de Cuauhtémoc Cárdenas y Fidel Castro. Argumentó que su partido no necesita una guerra, sino lo que necesita es unión.
Por su parte, Corral respondió los ataques de su adversario diciendo que no es rebelde a todo, sino a “un régimen político que está en crisis” pues recordó que el PAN ha perdido muchos militantes a raíz del mal trabajo, sin nombrarlo, hizo referencia a Gustavo Madero, actual dirigente blanquiazul, que ha sido duramente cuestionado por apoderarse del partido y cerrar el paso a corrientes ajenas.
Afirmó que su llamado es a la “rebelión de las bases”, para recuperar al partido y enfrentar el grave deterioro institucional que hay en México. Acusó a Anaya de ser parte de la política de acuerdos y contubernios.
En concreto, Anaya dijo que su proyecto es de regeneración del partido, de sacarlo de la crisis en la que se encuentran todos los partidos políticos. Mientras que Corral insistió en que su propuesta es un llamado a la “rebelión de las bases” para recuperar la esencia blanquiazul.
Al final del debate realizado en el auditorio Manuel Gómez Morín, los dos candidatos levantaron la mano en señal de triunfo, sin embargo, el impacto en los medios, en la opinión pública pero sobre todo, en la impresión de los panistas, así como lo que suceda en lo que resta de la batalla definirá quién ganará la silla de la dirigencia nacional panista que se decidirá el próximo 16 de agosto.