“«No sé si tengo voto», expresa Ser Davos Seaworth –conocido como el Caballero de la Cebolla– al final de la serie ‘Juego de Tronos’, en la arena El Hueco del Dragón ante el grupo que intenta decidir quién será el líder de los Siete Reinos de Westeros”. Así inicia la crónica de Amy Davidson Sorkin en el The New Yorker en la que uno se pregunta: ¿qué podríamos aprender en “Juego de Tronos” acerca de la política electoral?
En principio, aunque esa saga se sitúa en pleno medievo, representa situaciones verosímiles en nuestro muy occidentalizado mundo real. Por ejemplo, los pasados comicios para renovar la Eurocámara, estuvieron permeados por el desencanto ciudadano con los políticos conservadores y la izquierda tradicional. Ahí, el resultado del masivo voto de unos 400 millones de europeos se tradujo en apoyo a grupos ecologistas y alternativos, con el objetivo de frenar el Caballo de Troya del populismo y los extremismos.
Es paradójico que hoy, para analizar causas y hacer prospectiva de conflictos mundiales, los politólogos gocen del inédito beneficio de recurrir a herramientas multidisciplinarias como escudriñar los sesgos y giros políticos de las series de ficción televisivas. Sería el geopolitólogo francés Dominique Moïsi, con su Geopolítica de las series o el triunfo global del miedo, quien vincularía esos aparentes programas de entretenimiento con su obvio sentido geopolítico.
Y es que la geopolítica no se contenta con invadir la realidad de nuestras vidas cotidianas: penetra nuestros imaginarios, en un viaje de ida y vuelta irresistible y, sin duda peligroso, explica. ¿Por qué entrar en un argumentario complejo, cuando es posible impactar, mediante una fórmula de choque, en el imaginario de aquellos a quienes se quiere convencer o seducir?, describe Moïsi quien cita que la serie “House of Cards” goza de gran popularidad en China y agrega que apenas hay diferencias de fondo entre el sistema político estadounidense y el chino. “La lucha por el poder es la misma en todas partes. Al menos, los chinos no son hipócritas” afirma.
Y si bien ya es costumbre que gran parte de las series se desarrollen en ambientes oscuros o semi-iluminados, las occidentales se unen por su cultura del miedo en un discurso opuesto al de la Ilustración. Lo que triunfa no es el bien, sino el relativismo, el cinismo cuando no el hiperrealismo, describe el también autor de Geopolítica de las Emociones.
Para confirmar esa premisa, bastaría ver la cronología de la llamada “guerra comercial” desatada por el huésped de la Casa Blanca, Donald John Trump contra China, ¡al tiempo que sostiene negociaciones con ese coloso asiático!
Un aporte de seriales como “Juego de Tronos” es que muestra las distintas formas de concebir el poder, las diferentes estrategias políticas para alcanzarlo, ejercerlo y conservarlo, apunta a su vez el politólogo Miguel Candelas. Y es que desde Platón a Rousseau, pasando por Sun Tzu, Maquiavelo, Hobbes, Marx, Weber o Foucault, la mayor parte del pensamiento político y estratégico se concentra “en este magistral manual de ciencia política para todos los públicos”, sintetiza el profesor de comunicación política de la Universidad de Alcalá.
Y precisamente, la serie creada por David Benioff y D. B. Weiss, es una de las tramas contemporáneas que mejor muestra las relaciones de mando y obediencia, las muy diversas formas de dominio y la lucha por desequilibrar el balance de fuerzas. Es así que las audiencias descubren que “el poder es un proceso fundamental de la sociedad y, a la vez, un juego infinito” sentencia Candelas. En México, pionera en ese análisis, ha sido la internacionalista María Cristina Rosas, autora de Los Simpson: sátira, cultura popular y poder suave.
Tampoco es casual que los capítulos de las ocho temporadas de la historia tejida por George R. R. Martin, se rodaran en varios países, acercando a su audiencia a inéditos escenarios europeos y mediterráneos en su mayoría, sólo conocidos hace décadas por sus propios conflictos. Croacia, Escocia, Irlanda del Norte y Marruecos son algunos países donde la competencia ficticia por controlar el Trono de Hierro ha tenido dramáticos antecedentes en la vida real.
En 1991, Croacia y Eslovenia eran las zonas más industrializadas de la República Federativa de Yugoslavia, en el corazón de los Balcanes. Al independizarse, Croacia sería escenario de una guerra fratricida que duró cuatro años; hoy ese país detenta uno de los más altos índices de desarrollo humano. Otras sedes de la filmación son Escocia e Irlanda del Norte, dos actores a los que indudablemente afecta el Brexit, mientras que Marruecos, rivaliza con España e Islandia con sus bellezas naturales a las que la serie “Juego de Tronos” hace gran promoción. Como colofón todo apunta a que los seriales de distintas nacionalidades han llegado al mundo político y académico para quedarse. Ahí están, como ejemplo: “Borgen”, “The West Wing”, “Hombres en sombras”, “Occupied”, “Balance of Power” y “Homeland”.