El heredero del Benemérito

A Miguel Lascurain Cortina.

No se crea que esta columna se referirá a quien dice ser, sin razón, el heredero ideológico de Juárez, sino al único hijo varón superviviente del presidente, su tocayo Benito Juárez Maza, quien se casó con María Klerian de nacionalidad francesa, pero con quien no tuvo descendencia. Es por ello que, aunque el presidente tuvo seis hijas, el apellido del presidente se perdió para siempre.

Hace ya casi una década que la destacada historiadora Esther Acevedo publicó el libro Por ser Hijo del Benemérito. Una Historia Fragmentada. Benito Juárez Maza, 1852 – 1912, en el que da cuenta de su vida y obra, para lo cual tuvo que analizar y, de paso, sistematizar más de tres mil documentos que obran hoy día en poder de la familia Klerian, junto con una gran colección de armas y memorabilia.

De su lectura llama la atención la relación que mantuvo con Porfirio Díaz, quien lo trató con amabilidad y afecto, dándole cargos diplomáticos de menor nivel, pero en lugares privilegiados, como Washington, París y Roma, desde los cuales se entendía directamente con el presidente Díaz, saltándose a sus superiores, lo que obviamente le provocó sus desafectos. También llama la atención la cantidad de retos a duelo que realizó sin encontrar duelistas, cada vez que sintió que alguien deshonraba la memoria de su ilustre padre.

Explotó a cabalidad su homonimia con el presidente Juárez y no hizo honra a su linaje sino hasta que logró ser elegido gobernador de Oaxaca, cargo en el cual demostró cierta habilidad política, aunque no tuvo la estamina suficiente para terminar su mandato, ya que la muerte lo sorprendió al año y medio de haber tomado el cargo, antes de imaginar la dimensión del cambio político que la Revolución Mexicana significaba, sucumbiendo a un paro cardíaco ante las presiones que por todos lados lo embestían.

Pese a que como recientemente lo demostró Pablo Majluf en Letras Libres, la situación económica de sus padres fue sólida, llegando a tener el equivalente a tres millones de dólares de hoy, Beno, como era llamado, siempre vivió “endrogado”, “tostoneando” muebles y documentos que había heredado y obteniendo préstamos de amigos y familiares que nunca pudo pagar, dejando a su viuda con deudas.

Esther Acevedo descubrió en el archivo que Beno fue socio de algunas empresas junto con el presidente Díaz. Quizá por este hecho y por la lealtad debida, ante el trato especial que Don Porfirio le brindó, fue que el 25 de mayo de 1911, junto con mi tío bisabuelo José Peón del Valle, fueron los únicos diputados que votaron en contra de la aceptación de su renuncia a la Presidencia de la República. Lo anterior pese a que ambos parientes míos habían participado en la fundación del Partido Liberal que apoyó a Bernardo Reyes, antiguo contrincante de Díaz.

En el libro se da cuenta de que Beno siempre quiso hacerse del archivo del presidente Juárez, el cual incluía la correspondencia con mi tatarabuelo el escritor cubano Pedro Santacilia, su yerno y secretario particular, esposo de Manuela su primogénita.  Acevedo encontró constancia de que incluso su viuda lo intentó vender al Museo Nacional, lo cual no fue permitido por mi bisabuelo Ramón Prida y Arteaga, esposo de Margarita Guadalupe una de las nietas de Juárez, y en nombre de la familia Santacilia Juárez fue donado a la Biblioteca Nacional, formando parte hoy día del acervo cultural de la Nación.