#LunaDeMiel
Cuando dos personas se juran amor eterno, se comprometen entre ellas y se casan, acostumbran a irse de “luna de miel”.
Para entender el origen de la frase me encontré con diferentes fuentes que nos remiten a orígenes distintos, pero lo que todas tienen en común es que se basan en el ciclo lunar.
Para la cultura babilónica, en concreto, tras el enlace de los novios, el padre de la novia debía abastecer al novio de cerveza de miel durante una luna o mes.
En Roma, era la madre de la novia quien debía dejar, durante una luna, un tarro con miel en la habitación de la pareja. Esto se hacía para que tuviera un efecto reconstituyente en la pareja o para que se embelleciera la novia.
Hoy en día, cuando nos referimos a la “luna de miel”, se visualiza cordialidad, amor, respeto, felicidad y buenas intenciones. Así amanecimos el pasado lunes, 2 de julio, después de ver la civilidad con la que concluyó el proceso electoral y las acciones de los candidatos ganadores y perdedores de la contienda (excepto en el estado de Puebla que, estarán de acuerdo conmigo, es un berenjenal). El Presidente de la República salió a felicitar al nuevo presidente electo, e incluso ya lo tuvo en Palacio Nacional, caminando por sus largos pasillos. Todo es amor y paz, como pregonaba el vencedor desde su campaña. También todo es “amistoso y cordial” con el Presidente, según sus propias palabras; e incluso reconoce el respeto del otrora adversario directo. Lo reconoce como el único de los tres últimos mandatarios que no ha intervenido en el proceso electoral, y hasta lo elogia por la labor que su gobierno está haciendo en la renegociación del TLC.
Amor y concordia entre el Presidente que se va y el Presidente que llega; una auténtica luna de miel. No sé si en esta relación el padre será “el gobierno” quien, como en la Babilonia antigua, abastecerá de todo lo necesario (la cerveza de miel) al nuevo gobernante. O si la actitud del actual Jefe Supremo de la Fuerzas Armadas sea como la de una madre Romana y de forma legítima quiera “reconstituir” a la nación dándole al ganador el tarro con miel lleno de esperanza para millones de mexicanos quienes, convencidos que era necesario un cambio, se volcaron a las urnas para votar por el Tabasqueño. Lo que sí sé es que, como todas las cosas maravillosas, la luna de miel siempre es temporal y la realidad llega con ánimos de arrebato a poner todas las cosas en su lugar.
Hoy estamos felices de ver lo meloso de la transición. La aplaudimos desconcertados porque parece demasiado bueno para ser cierto. Con todo mi corazón deseo que efectivamente todas las cosas que estamos viendo sean verdaderas y, sobre todo, duraderas. Los dirigentes nos darían una lección de amor a México; de poner por encima de cualquier interés personal el interés de la nación y sus ciudadanos; de que el camino es el adecuado y se lograrán cosas maravillosas para México. Yo, como buen entusiasta que soy, como alguien que siempre busca lo positivo, que trata de ver la vida desde el lado iluminado y no obscuro, me voy a quedar con lo que estoy viendo y espero que esta serie de acontecimientos afortunados, se sigan encadenando a otros muchos más de forma continuada. Así, la luna de miel no sólo será con el Presidente, sino con toda la población. Una luna de miel permanente que nos envuelva en un estado de bienestar, paz, concordia y abundancia, que nos ponga a todos nosotros, los mexicanos, como el ejemplo a seguir en el resto del mundo.
Yo sueño con eso y, sí, hay veces que los sueños se vuelven realidad. Lo que sí tengo claro es que yo logro mi realidad entre más hago y menos sueño, así que los dejo con una pregunta ¿Qué realidad queremos para el futuro de nuestro país? Conjuguemos el verbo hacer, en lo que a cada quien nos toque.
Buen fin.
¿Qué realidad queremos para el futuro de nuestro país? Reflexiono sobre el artículo y pienso, quiero un México más igualitario.
Que hacer, tener paciencia y hacer lo que nos toca como bien dices… tener la actitud de amar a nuestro México de manera incondicional, hablar muy bien de él, tenerle fe, ser responsables cívicamente y como ciudadanos, tendernos la mano entre nosotros, educar a nuestros hijos para que vean por los demás y sean empáticos siendo conscientes de las necesidades de los que menos tienen. Hay muchos Méxicos y debe existir uno en el que todos tengan los necesario para vivir y vivir con oportunidades.
Dice un dicho que “el amor es ciego pero el matrimonio te abre los ojos”. Esperemos que no sea este el caso. Felicidades Pepe.
No cabe duda de que la esperanza muere al último y que es de lo poco bueno que nos queda. Y tenemos que ser optimistas en cuanto al futuro de nuestro querido México y hacer lo que debamos hacer para lograr los resultados que deseamos.
Tomará tiempo, pero como otro sabio refran dice: Mas vale tarde que nunca.
Saludos.