Angustia, desesperación y terror casi irracional son expresiones del miedo y temor cotidianos. Así lo retrataba en 1920 el escritor y activista social austriaco, Stefan Zweig, en su emocionante novela corta “Miedo”, la historia de una mujer infiel cuya angustia escala hasta límites tormentosos por la amenaza de un chantajista, de informar a su marido de su falta. Casi un siglo después Bob Woodward, ícono el periodismo de investigación de la superpotencia mundial, publica su investigación “Miedo: Trump en la Casa Blanca” que ilustra el dramático ambiente que priva entre el gabinete y personas cercanas al presidente de Estados Unidos.
“El poder verdadero es el miedo”, aseguraba el magnate-presidente a Woodward en una charla cuando aún era candidato. Tal frase sintetiza la convicción del empresario inmobiliario de que, para ser poderoso “debes apagar los faros a la gente y manipularles”.

Sin embargo, entre las revelaciones del periodista ‒quien admite que su investigación se basa en fuentes anónimas al estilo “deep background”‒, resulta que las personas de más confianza de Trump lo han manipulado y tomado decisiones de Estado en su nombre sin autorización. Todo por contenerlo.
Así ocurrió en el octavo mes de la presidencia del neoyorquino, cuando el expresidente de Goldman Sachs, Gary Cohn, juzgó apropiado cambiar de la carpeta de Asuntos Resueltos a la de Pendientes, el expediente con el membrete KORUS con las bases sobre el Acuerdo entre Estados Unidos y la República Popular Democrática de Corea. Ahí se contemplaba que el Pentágono retiraría sus más de 28 mil tropas estacionadas en Surcorea a cambio del desmantelamiento del proyecto nuclear de Pyongyang.
Cohn actuó así para “evitar que el Presidente pusiera en riesgo los logros vitales de Estados Unidos en inteligencia y seguridad nacional”, relata Woodward. Fuentes gubernamentales afirman que Trump respaldaba ese plan “furioso” por el déficit comercial anual de 18 mil millones de dólares de su país ante Seúl y por el gasto anual de 3,5 mil millones de dólares que significa el despliegue de sus tropas ahí.
El acto de Cohn, que para muchos significaría un abuso de confianza rampante, ilustra la anarquía y desorden que prevalece en la Casa Blanca y en la mente de Trump. “El presidente nunca advirtió la carta perdida”, agrega Woodward.
Otro ejemplo es lo que el abogado Rob Porter refiere como estrategia para “retrasar y procrastinar” asuntos urgentes, que más tarde el mandatario decide someter a escrutinio legal y solicitar asesorías “10 veces o más sobre todos los documentos encima de su escritorio”.
El hilo conductor, a lo largo de las 357 páginas, es la descripción del carácter errático e impulsivo del presidente de la superpotencia mundial. A la vez, exhibe la angustia de abogados, asesores y personal de confianza por el impacto a corto y mediano plazo que les acarrean las arbitrarias decisiones que toma el 45º presidente estadounidense.
Esa situación implica recurrir constantemente a técnicas de control de ira, desde los impulsos del magnate, así como las periódicas prácticas de persuasión. En una palabra: su equipo aspira a controlar al hombre más poderoso del planeta.
Pero no lo logran: ahí están sus explosiones vía Twitter o en entrevistas a su exclusiva televisora FOX. En otros casos, opta por retirarles la acreditación para ingresar a la Casa Blanca a quienes considera “traidores”, en este caso nada más y nada menos que al exdirector de la Agencia Central de Inteligencia, John Brennan.

A la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, le correspondió la penosa tarea de anunciar que el comportamiento “errático” de Brennan estaba detrás de esa decisión. La verdad es que la expresión del exespía, en el sentido de que Trump es un peligro para la seguridad nacional del país, no fue una crítica que cayera bien al veleidoso magnate.
La inquietud y temor de quienes rodean y trabajan con Trump es permanente. Nadie escapa ni de sus explosiones de ira ni de sus caprichos. Menos aún en medio de la abierta confrontación que mantiene con la prensa y el llamado “Russiagate”.
“Lo que está ocurriendo en el Gobierno de Trump –y se lo dije al presidente cuando lo llamé por teléfono el mes pasado– es un momento crucial de la historia. Estoy convencido de que la gente debe despertar y no fingir que esto sólo es política o un asunto partidista”, declaraba el autor de Miedo a la radio pública NPR.
Y si a los cronistas del poder en Washington les atemoriza la conducta de su presidente ¡qué podemos esperar los mexicanos! De los insultos verbales contra los ciudadanos, estigmatizándolos como criminales, ha pasado a agravios y presiones como imponernos la renegociación bilateral del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte.

Todo está por suceder con el individuo al que sus colegas republicanos califican de “insolente” e “impredecible”.
Pese al revuelo mediático que ha generado el libro de Woodward, los volúmenes de venta son muy inferiores a los que generó Fuego y Furia, de Michael Wolff hace meses. Según los analistas, los estadounidenses ya están insensibilizados ante tanta información negativa de su presidente y no quieren que aumente su propia desesperanza.
Trump va en sentido contrario, eso es lo que quiere y hace. Desafortunadamente para la Sociedad Americana y para el mundo entero los resultados son negativos, para él no.
Guerra comercial VS la poderosa China, posible salida de la Organización Mundial del Comercio, causante de risas en el seno de NU, imposición unilateral de aranceles distorsionantes y de elevado costo para la economía de USA y del mundo entero. Ojalá se firme el acuerdo trilateral NAFTA como muestra de ir en sentido correcto.
Gracias por su comentario, apreciado Fernando de la Mora. Efectivamente, el libro de Woodward revela las veleidades de una presidencia que trastoca todos los ámbitos de la política estadunidense.