El proceso de desregulación de la economía mexicana tenía como objetivo crear un marco sistémico que permitiera a la planta productiva nacional producir en un nivel competitivo, pues esto reduciría los costos de producción y de desplazamiento de las mercancías que redundaría en un mejor precio final de los bienes.
Las reformas realizadas en los 80 y principios de los 90, incluyendo el acceso preferencial al mercado más grande del mundo con la firma del TLCAN, tuvieron resultados muy positivos, pues permitieron que la economía mexicana fuera muy competitiva, sin embargo, a partir del año 1999, los efectos de las reformas realizadas en los 15 años precedentes se diluyeron y se registró una enorme pérdida de competitividad debido a que, durante el sexenio de Ernesto Zedillo, no hubo reforma alguna que mejorara el marco sistémico.
En el año 1999, México se ubicaba en el 34ª lugar en materia de competitividad mundial y fue a partir del mismo que la caída de nuestra competitividad se presentó de una manera pronunciada.
Al final del sexenio de Vicente Fox, la competitividad de México había caído hasta a la 59ª posición y como economía mundial del 9º a 13º lugar, a pesar de que durante su sexenio se creó la Oficina de Políticas Públicas y una Comisión Presidencial de Mejora Regulatoria, supuestamente para impulsar la competitividad y el desarrollo económico.
Así mismo, se “reestructuró” a Bancomext, pero el desempeño de su nuevo Director General durante el sexenio foxista resultó igual de mediocre que el de sus tres antecesores, mismos que únicamente se preocuparon por la creación de puestos de alto nivel para colocar a sus cuates de tal manera que, entre 1989 y el año 2000, el número de altísimos funcionarios se incrementó de 132 a 737, y la tasa de empleado/funcionario se redujo enormemente de 7.45 a 1.56, es decir, muchos jefes y pocos indios, de tal manera que las funciones se atomizaron y las decisiones se fragmentaron dado que la principal función de esos altísimos funcionarios –mayormente recomendados sin conocimientos en materia de comercio exterior que fueron habilitados como expertos en comercio internacional– era justificar su presencia mediante un esquema de simulación.
Durante el sexenio de Felipe Calderón, el deterioro continuó, pues la competitividad de México cayó al 66º lugar y como economía descendió hasta la 15ª posición; independientemente de que tratando de mejorar el desempeño en la promoción del comercio exterior se creó un bodrio llamado ProMéxico, lo que resultó peor, pues se separaron las funciones de promoción y financiamiento que son complementarias al tratar de eliminar los vicios creados por la improvisación. Y aunque en el periodo de Enrique Peña se aprobaron las tan ansiadas reformas estructurales, la competitividad del marco sistémico mexicano continuó siendo muy deficiente.
El factor determinante en este proceso de deterioro, y la imposibilidad manifiesta de mejora del marco sistémico, ha sido la muy reducida capacidad de los teóricos y funcionarios mexicanos para definir políticas públicas que incidan en la mejora del marco y en la competitividad de México y, consecuentemente, esto se tradujo en la carencia de una estrategia de desarrollo con programas y proyectos realistas.
La apuesta de estos personajes para el desarrollo de México consistió en la firma compulsiva de Tratados de Libre Comercio, motivo por el cual las manifestaciones del empresariado mexicano en contra de esta situación fueron continuas y la respuesta de los funcionarios (en igual número de ocasiones) sostuvo que la apertura de la economía mexicana sólo continuaría cuando el marco sistémico hubiera mejorado, de tal manera que los productos mexicanos pudieran competir adecuadamente en el mercado interno y en el internacional, sin que en momento alguno esos funcionarios “hayan cumplido con su palabra”.
Como consecuencia de esta aberración, en total se firmaron TLC’s con otros 46 países, con la mayor parte de los cuales se han obtenido resultados muy negativos que se manifiestan en un mayor número de países con los que registramos un déficit, mismo que también es creciente.
Así, en el año 1993 tuvimos déficit con 24 países por un total de -11,347 millones US; para el 2017 fue con 32 países por -42,454 millones US; en tanto que para el periodo 1993/2017 fue con 35 países con -653,577 millones US.
A pesar de estos evidentes síntomas de fracaso de su “estrategia”, los altísimos funcionarios mexicanos insistieron en firmar El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica que, debido a la salida muy inteligente de Estados Unidos de este pésimo proyecto, ahora se denomina TPP-11.
Sin duda, es un proyecto en el que las posibilidades de México cada día son más reducidas, pues si en el año 2018, del total de 126 variables que medían la competitividad de nuestro país con esos países, sólo teníamos ventaja en 18 y desventaja en un total de 108; para el año 2019, de 140 variables, nuestra ventaja sigue siendo en 18 únicamente, y la desventaja se incrementó a 122.
Importante es señalar que la nula competitividad de México es originada por la pésima calidad de las instituciones públicas y sus funcionarios por lo que los resultados de su actividad, de acuerdo con los datos del cuadro anterior elaborado con datos del Foro Económico Mundial, se ven claramente mostrando las lacras que han impedido el desarrollo de nuestro país.
Como consecuencia, los resultados de los primeros 11 meses de vigencia del malhadado TPP-11, arrojaron un decremento de nuestras exportaciones hacia esos “6 nuevos socios” y un incremento de las importaciones procedentes de los mismos, lo que generó un déficit de -15,958 millones US.
Para el periodo 1993/2018, el déficit con los que ahora son nuestros “6 nuevos socios” del TPP-11 alcanzó la cifra de -150,483 millones US, mismo que como se ha visto en la tendencia de los primeros 11 meses de vigencia de dicho acuerdo, seguirá aumentando pues nuestra competitividad continúa decreciendo y la posibilidad para México de participar adecuadamente en el concierto económico internacional cada día es más reducida ante la carencia de una estrategia coherente y realista.
Nota bene: La información preliminar sobre nuestra relación comercial con Malasia para los doce meses del año 2019, ya nos dice que el déficit se elevó a -11,310 millones US, es decir, -2,160 millones US superior al de 2018, lo que significa 24% de incremento en un periodo verdaderamente corto.
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