Banco Central

El Banco Central y la emergencia económica

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Históricamente al Banco Central (BC) se le ha asignado de manera institucional la responsabilidad, entre algunas otras, de concurrir ante situaciones generalizadas de falta de crédito y liquidez, actuando extremadamente como “prestamista de última instancia”. Dada la evolución financiera, su acción ha ido profundizándose como quedó manifiesto en la pasada crisis financiera; actuación identificada como política monetaria no convencional.  

Ahora, como consecuencia de la emergencia económica que ha desatado la pandemia del COVID-19, se estima que el BC puede actuar más allá de la estabilización del tipo de cambio, swaps de monedas y operaciones de mercado abierto, entre otras acciones que no implican gasto fiscal alguno, tal como se está efectuando en casi todo el mundo.  Así, se ha recomendado que el BC desempeñe una suerte de prestamista emergente para asegurar que los préstamos puedan llegar a las empresas e individuos que los requieran.

Los instrumentos más importantes de política macroeconómica son la política fiscal, de ingreso-gasto, y la política monetaria. La primera corresponde en esencia al poder Ejecutivo de un país y la segunda al BC, actualmente autónomo en casi todos los países del mundo. En este contexto, con la emergencia la política fiscal se ha abocado a aumentar el gasto público y generar más deuda, y la política monetaria a estabilizar los mercados financieros e inyectar liquidez. 

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Fotografía: Economía Digital.

De esta manera, ante la crisis económica desatada por la pandemia, ambas políticas están concurriendo relativamente coordinadas en buena parte de los países para tratar de atender la caída en la i) producción, ii) el empleo, para iii) mantener el financiamiento, y iv) la liquidez de los mercados. 

Sin embargo, todo deja indicar que el Banco Central aún puede asumir un papel más profundo como prestamista para paliar la emergencia económica. Así, en el contexto de la necesidad de una política monetaria más activa y diferenciando las circunstancias de la crisis pasada y la emergencia actual, el Dr. Agustín Carstens, Gerente General del Banco Internacional de Pagos, dio a conocer su “opinión sobre el coronavirus”, en el contexto de los bancos centrales, con un artículo denominado Bold steps to pump coronavirus rescue funds down the last mile (“Pasos audaces para inyectar fondos de rescate de coronavirus hacia la última milla”), cuyo subtítulo es Central bank liquidity has to reach affected individuals and companies urgently (“La liquidez del Banco Central tiene que llegar urgentemente a las compañías e individuos afectados”). 

El Dr. Carstens significó que en la crisis de 2008 fue necesario el financiamiento directo de los bancos centrales a los bancos en dificultades, pero que ahora los bancos centrales deben llegar a las personas y empresas en problemas. En el mismo tenor, indicó que mientras en la crisis pasada los bancos jugaban un rol importante en el financiamiento, hoy es más importante el financiamiento a través de los mercados, en razón de los inversionistas institucionales y otros intermediarios no bancarios.  

De esta manera, las empresas e individuos que han recurrido a los mercados para su financiamiento no pueden solventarlo en tanto sigan rotas las cadenas de venta-compra-proveeduría, por lo que a pesar de contar con cuentas por cobrar, enfrentan cuentas por pagar no atendidas. De esta forma, dice el Dr. Carstens, el vacío dejado por el mercado financiero no está siendo llenado por los bancos. Así, “los bancos deben ser parte de la solución, no del problema”.

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Dr. Agustín Carstens, Gerente General del Banco Internacional de Pagos

“Hay que convencer a los bancos para que presten utilizando el financiamiento de los bancos centrales”, enfatiza el Dr. Carstens. Por lo que los gobiernos deberán asumir parte del riesgo con garantías, para evitar que se traslade totalmente a los bancos o al banco central. En su propuesta, el Dr. Carstens define inicialmente mecanismos a seguir con la posible titularización de los préstamos y otras acciones específicas, como suspender la distribución de dividendos y recompra de acciones, y llegar a la “última milla” del financiamiento. 

Casi en su conclusión, en el documento aludido, se indica claramente que Para que la liquidez de los bancos centrales llegue hasta el último rincón del sistema financiero, debe destinarse directamente a las personas y a las empresas que más la necesitan.

La propuesta del Dr. Carstens, en el contexto global y sin ser una receta para un banco específico, puede sonar audaz. Pero a la luz y resultados de la política monetaria no convencional aplicada, especialmente por los países desarrollados, que significó la expansión de las operaciones (hoja de balance) del BC, compra de activos (operaciones de mercado abierto) y préstamos objetivo, es hoy dable instrumentarla. Un programa emergente de crédito del BC que haga partícipe a los bancos comerciales no parece descabellado, aunado a un programa de operaciones de mercado abierto, que en 2009 permitió a Banxico adquirir bonos del IPAB (Instituto para la Protección al Ahorro Bancario).

En la circunstancia netamente nacional, es decir del Banxico, es posible pensar que la política monetaria seguida es realmente convencional, habiéndose centrado en tratar de atemperar el tipo de cambio, operar swaps y actuar rutinariamente en materia de la tasa de interés. Por lo que, ante la emergencia económica, no pareciera efectuar operaciones de mercado abierto y de financiamiento que su normatividad le permite realizar, acciones que pueden ser realizadas en el marco de su autonomía constitucional y de su ley normativa. 

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Fotografía: Diario de Yucatán.

Indiscutiblemente, todo deja indicar que el BC mexicano tiene potencialmente un espacio de política monetaria tal como está siendo asumido en el resto del mundo y la posibilidad de atender la recomendación del Banco de Pagos Internacionales (Bank for International Settlements, BIS), según el breve documento suscrito por el Dr. Carstens. El no hacerlo puede ser el resultado de la sobre-simplificación técnica de lo que puede hacer el Banxico o de la falta de atingencia del gobierno federal para alentar que la política fiscal y la política monetaria actúen coordinadamente ante la emergencia económica. 

De tal coordinación y de una mayor “audacia” de Banxico dependerá el éxito en la atención de la emergencia económica y del rescate del país. 


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