Varios son los recorridos virtuales que podemos visitar en tiempos de la contingencia sanitaria. El American Research Center in Egypt (ARCE) nos ofrece poder apreciar la Tumba de Menna, un escriba egipcio que vivió durante el inicio de la etapa conocida como Imperio Nuevo y cuyo cuerpo fue depositado en la necrópolis de Tebas.
La muerte en el Imperio egipcio tuvo un significado particular. Creían en una vida más allá de la terrenal. El cuerpo debía ser conservado (de ahí las prácticas de momificación) para que cuando despertaran pudieran reconocerse de forma física, así como también identificar las actividades que realizaban (por eso se pintaban escenas de su vida cotidiana en las paredes de los mausoleos). El difunto debía presentarse ante el dios Osiris mediante rezos que leían en “el libro de los muertos”, un pergamino que se incluía en el sarcófago y que prevenía de las dificultades del camino. La prueba final era colocar el corazón en una balanza en contraposición a una pluma. Así se evaluarían las buenas acciones y el derecho a la eternidad.
Un aspecto importante fue la forma cómo se representó el cuerpo humano en estos lugares. Debía dibujarse en todas sus partes, pero bajo ciertas especificaciones. Al despertar del “largo sueño”, el egipcio había olvidado cómo era, por tanto, debía tener conciencia de la forma de su cabeza, por eso se representó de perfil, pero el ojo de frente. El tórax se trazó también en posición frontal, aunque los brazos y las piernas de lado. De esa manera, tendría conocimiento de la totalidad de su corporeidad. Las mujeres siempre de un color más claro que los hombres.
La técnica utilizada fue el estuco, es decir, a la pared de piedra se le aplicaba una capa de cal (una especie de aplanado) sobre el que se fijaban pigmentos de distintos colores en los que predominó una paleta de color cálida: amarillo, rojo, naranja, café, además del negro, con toques de azul y verde.
En un inicio, sólo los faraones tuvieron derecho a realizar este “camino” a través de sus mastabas y pirámides. Con el paso de las dinastías reinantes y el crecimiento del reino, cualquier persona con capacidad económica (sobre todo autoridades del gobierno) pudieron construirse sus propias tumbas ya no como en estructurales piramidales sino como hipogeos, tumbas excavadas en las laderas de las montañas estableciendo numerosas necrópolis en distintas provincias de ese país que hoy son estudiadas por arqueólogos, historiadores, restauradores, arquitectos e instituciones tanto del país como internacionales.
La Tumba de Menna fue descubierta en 1886. En 2007, ARCE comenzó un proyecto de restauración y conservación que incluyó la digitalización del lugar y que hoy nos da la oportunidad de visitarla desde la comodidad de nuestro dispositivo electrónico. El sitio web presenta varias opciones. Desde una vista general de la planta hasta la animación en 3D, tanto en recorrido automático o por partes, de acuerdo a nuestros intereses. A cada momento, se puede dar click en los círculos azules para obtener más información.
Desde la entrada podemos observar cómo fue excavada en la piedra. Presenta “forma de T invertida”, es decir, comienza con un corto pasillo que nos conduce a una sala de forma transversal cuyas paredes fueron pintadas con distintas escenas. Aquí se observan las principales actividades que realizó Menna en vida. Fue escriba además de inspector de los campos agrícolas, de ahí que se observen distintas acciones relativas a la labranza; desde la siembra, el arado, la cosecha, su resguardo y transportación por el río Nilo. En la misma parte, le acompaña su esposa Henuttawy y sus cinco hijos además de ofrendas a los dioses. Era común que incluso los techos se pintaran con motivos geométricos. En este caso, se han conservado en sólo una parte de esa sección.
El largo y estrecho pasillo (digamos el cuerpo de la “T”) también presenta pinturas. El tema principal fue la ceremonia funeraria con dos objetivos, rendir culto a los dioses y ayudar al dueño de la tumba a transitar en “la otra vida”. En el caso de la Tumba de Menna, aparece una imagen poco común y que era propia en los pergaminos conocidos como “Libros de los muertos”: el momento del pesaje del corazón del difunto. Los estudiosos de ARCE nos indican que es de los primeros lugares donde aparecerá también como parte de la pintura mural.
El sepulcro termina con un nicho en el que se encontraba la escultura del difunto, a veces acompañado de su esposa. En este caso, las esculturas se han perdido. Una de las razones, según señala el propio recorrido, es que este lugar se siguió utilizando para dejar ofrendas y como parte de las festividades egipcias. De ahí que pudiera haber sufrido daños, pero también como dato curioso, en algunas partes, el rostro y el nombre de Menna aparece borrado. La interpretación a este hecho es la posible existencia de algún opositor que no hubiera querido que el miembro de la élite egipcia “se mantuviera vivo” en la eternidad.
El Imperio egipcio fue uno de los más longevos en la historia de la humanidad. Padeció sequías, plagas y epidemias, además de varios conflictos sociales. Hacia el año 30, antes de nuestra era, la última dinastía reinante se derrumbó y el territorio pasó a ser parte del Imperio romano.
Para más información, visite la página de ARCE.
Para la visita de la Tumba de Menna, visite la página: https://bit.ly/2yA2Irg.
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