En un artículo mío reciente exponía cómo se ha ido desplazando la iniciativa y financiamiento de la investigación y desarrollo (I+D) hacia el sector privado y, si hay un ejemplo notable de ello, es lo que encarna el genial Elon Musk.
Elon Musk se convirtió a fines de noviembre del presente año en la segunda persona más rica del mundo después de Jeff Bezos (CEO de Amazon). Entre los empresarios más acaudalados e innovadores, Elon Musk es de los más osados, imaginativos y perseverantes y está ayudando a ampliar el conocimiento y la innovación en varias áreas medulares para la humanidad. Éstas se centran en actividades que pueden ayudar a mitigar los problemas de las emisiones efecto invernadero, proyectar a los seres humanos hacia la conquista del espacio y desarrollar una Inteligencia Artificial (IA) que él llama “amigable” (DW).
En el ámbito del combate al cambio climático, Elon Musk ha impulsado Tesla Motors (o Tesla Inc. en su versión actual), SolarCity y The Boring Company que contribuyen a acelerar la transición a la electricidad limpia y al transporte eléctrico. Tesla, la compañía que produce automóviles eléctricos y que controla aproximadamente un tercio del mercado de vehículos de este tipo actualmente, quintuplica el valor conjunto de General Motors y Ford (Fortune).
Musk, junto con otros socios, comenzaron a desarrollar la idea de producir un coche eléctrico en 2003, justo cuando General Motors abandonaba la idea de hacerlo debido a todas las dificultades y limitaciones que presentaban los automóviles basados en esta tecnología hasta ese momento (insuficiente autonomía, baterías con capacidad limitada, baja velocidad, falta de infraestructura, entre otros). Elon Musk entró a esta actividad justo cuando parecían inviables los coches impulsados por energía renovable. Además, con una visión mucho más amplia de los retos energéticos, simultáneamente se propuso desarrollar baterías significativamente mejores para el almacenamiento de energía renovable de amplio uso.
Los objetivos de Tesla Motors eran muy ambiciosos: elaborar un vehículo eléctrico que pudiera competir con los mejores automóviles deportivos de gasolina, empezando con un modelo de lujo muy caro para luego, en etapas posteriores, fabricar coches eléctricos mucho más accesibles y así irlos popularizando (nótese que aún no llega a esta meta pues el más económico de ellos sigue siendo bastante caro, 36,000 USD). Este emprendimiento era carísimo, tardado y muy complejo, considerando toda la I+D y las inversiones que se debían hacer. Si bien Elon Musk y en menor medida otros socios del sector privado aportaron enormes cantidades de dinero para llevar a término este proyecto, de no haber sido por fondos públicos de la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA) en 2008, y un importante préstamo en 2009 como parte del Advanced Technology Vehicles Manufacturing Loan Program (ATVM), la empresa hubiera quebrado. Aún así, y habiendo logrado aumentar su producción año con año, durante la década de los 2010 y hasta 2019, registró pérdidas. Entre 2019 y 2020 Tesla por primera vez logró tener ganancias. La venta de créditos de emisiones de CO2 a otras automotrices fue lo que más le ayudó.
La fabricación de los vehículos y los demás productos elaborados por Tesla tienen detrás una enorme cantidad de I+D e invenciones cuya utilidad irá mucho más allá de Tesla misma. Según un abogado especialista en patentes, Tesla tenía más de 900 solicitudes de patentes ya aprobadas o en proceso en 2020 (desde 2014 se supone que hay libre acceso a las patentes de Tesla). Como muchos procesos de invención y, luego, innovación, los emprendimientos de Elon Musk han enfrentado innumerables obstáculos, demoras y fracasos, pero en suma, ha sido una historia de éxito.
Elon Musk prevée que al transitar enteramente a una flota de automóviles eléctricos el consumo de electricidad se duplicará. Por eso se necesitará poder almacenar energía de generación intermitente como la eólica y la solar con baterías especiales para ello. Desde 2015, Tesla ya produce dos sistemas de almacenamiento de energía renovable que podrían llegar a abastecer mucha de la actividad eléctrica en la economía. En 2016, Tesla se fusionó con SolarCity, que se especializa en la instalación de paneles solares fotovoltaicos y creó el proyecto Solar Roof para fabricar tejas de vidrio que absorben los rayos solares para producir electricidad, pero con una tecnología diferente de la de los paneles solares. Estos proyectos tampoco han estado libres de problemas técnicos y financieros.
The Boring Company fundada por Musk responde a su preocupación por el inmanejable nivel de tráfico que se ha generado en las ciudades (se inspiró en un embotellamiento que le tocó en Los Ángeles). La compañía tiene el propósito de construir túneles subterráneos en forma eficiente para que en ellos se puedan instalar los tubos para el sistema HyperLoop, que revolucionaría los medios de transporte. En ellos podrían trasladarse cápsulas o vagones con 28 pasajeros a una velocidad casi supersónica de 1200 km por hora aproximadamente, por lo que un viaje de Los Ángeles a San Francisco se haría en media hora, por ejemplo. Esta velocidad sería posible de alcanzar porque los tubos casi carecerían de aire, lo que reduciría al mínimo la fricción de los vehículos, además de que éstos flotarían. El sistema funcionaría con energía eléctrica generada por paneles solares y el costo del transporte sería menor al del tren, el avión o el automóvil actualmente. Indudablemente, si se hace realidad esta gran innovación, habría un gran beneficio para el medio ambiente y para las personas. Las primeras pruebas de esta vía de transporte ya se están realizando.
El otro gran emprendimiento de Elon Musk es la conquista del espacio, facilitando los viajes a esa dimensión y teniendo como meta final la colonización de la Luna y de Marte. Por lo pronto, desde 2002 este empresario ha desarrollado la compañía Space Exploration Technologies Corp., conocida como SpaceX, que provee servicios de transporte espacial. La empresa ha revolucionado la industria espacial al inventar un cohete que puede re-utilizarse, regresando a la tierra una vez cumplida su misión y pudiendo emprender nuevos viajes al espacio, lo que además, abarata el transporte extraterrestre. SpaceX ha completado más de cien viajes al espacio y recientemente hizo su primer traslado de astronautas de la NASA a la Estación Espacial Internacional, lo cual no tiene precedentes, pues anteriormente no había habido una colaboración público-privada espacial de este calibre.
En el campo de la investigación de la Inteligencia Artificial, Elon Musk en asociación con otros emprendedores creó la empresa sin fines de lucro OpenAI (2015), cuyo objetivo es “avanzar en el campo de la inteligencia digital de una manera en que sea posible beneficiar a la humanidad como un todo, sin las limitaciones de tener que generar retornos financieros” (traducción propia). La empresa ofrece acceso gratuito a sus resultados de investigación de IA y además de los avances propios en este terreno espera contribuir a la seguridad de dicha IA y evitar que grupos poderosos la monopolicen.
El fin último de esta compañía no está del todo claro porque es una tecnología en marcha, que avanza a pasos agigantados y a lo que contribuirá la empresa. Pero cuando la IA supere la inteligencia humana, OpenAI quiere asegurarse que esa inteligencia se usará con buenos propósitos. Más recientemente (2020), OpenAI ha comercializado una Interfaz de Programación de Aplicaciones (o API, por sus siglas en inglés), que son un conjunto de funciones y procedimientos que pueden ser usados por otro software. Con ello la empresa deja de ser puramente altruista y logrará así tener fondos para financiar la I+D de OpenAI.
No menos importante es la incursión que está haciendo Elon Musk en el desarrollo de interfaces cerebro-computadora, para lo cual fundó la empresa Neuralink Corporation (en 2016). Acerca de sus actividades, se puede leer en su página web: “Estamos creando el futuro de las interfaces cerebrales: estamos construyendo dispositivos que ayudarán a personas con parálisis y estamos inventando nuevas tecnologías que expandirán nuestras habilidades, nuestra comunidad, y nuestro mundo”. La idea es que puedan tratarse problemas neurológicos estimulando el cerebro en forma directa. Están diseñando el primer implante neuronal que permitirá a las personas controlar los aparatos digitales y la computadora desde el cerebro con sólo pensar qué quieren hacer.
Viendo la impresionante capacidad de Elon Musk de empujar la frontera del conocimiento en tantas direcciones diferentes y cruciales, no sorprende que desde 2006 haya recibido más de 25 reconocimientos de los más diversos organismos: ambientales, aeronáuticas, aeroespaciales, exploradores, entre muchos otros. Hay que agregar a los logros tecnológicos de Elon Musk que muchas de sus innovaciones las ha compartido, pues al ser de fuente abierta, quedan a disposición del público para emplearlas de diversas formas y para que otros también puedan realizar avances adicionales a partir de esos nuevos conocimientos. Por último, también es necesario reconocer que la motivación de muchos de sus inventos tienen que ver con resolver algunos problemas importantes que enfrenta la humanidad como el cambio climático, la contaminación, y las limitaciones que enfrentan muchas personas con problemas físicos que les impide usar los medios digitales, entre otros.
Dicho esto, retomemos el tema de quienes desarrollan la innovación actualmente. Es el sector privado en los países desarrollados el que realiza la mayor parte de la I+D (los países emergentes con la gran excepción de China, no contribuyen mayormente a ello). Las empresas privadas asumen el 60% de tal esfuerzo en Singapur, el 78% en República de Corea, y 72% en Estados Unidos. El sector público en realidad tiene más importancia de la que parece porque provee buena parte del apoyo de investigación básica, la educación y la infraestructura que se necesita. La pregunta, entonces, es: ¿debería continuar esta tendencia o debería el sector público asumir un rol más activo en orientar el avance de la tecnología para que ésta realmente responda a las mayores necesidades de la humanidad?
En el caso de Elon Musk, varios de sus inventos e innovaciones responden a prioridades sociales y otros innovadores también han hecho importantes contribuciones, pero los retos son enormes y no se puede esperar que la iniciativa privada responda a todos ellos espontáneamente. Los gobiernos que tienen una visión de conjunto de los grandes problemas de la sociedad necesitan tomar más responsabilidad.
Algunas personas como Arati Prabhakar, nada menos que ex Directora de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada en Defensa (o DARCA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, y que ahora dirige una ONG –Actuate– que se enfoca en ubicar las innovaciones que pueden resolver los mayores problemas sociales, considera que la I+D e innovación debería poder responder adecuadamente a cuatro retos fundamentales: generar datos e información confiable; una verdaderamente buena salud para toda la población; oportunidades para cada persona (superar la desigualdad); y mitigar el cambio climático.
Se necesita un ecosistema de innovación que ayude a enfrentar estos retos sociales y los genios tecnológicos como Elon Musk deberían ser parte de un esfuerzo colectivo para resolver los problemas más apremiantes de la humanidad. Pero los gobiernos también deberían asumir un mayor rol para que la tecnología que producen los actores privados se orienten más a resolver los problemas urgentes de la sociedad. Y, por cierto, si no lo hacen por falta de recursos sería hora de cobrar, para este fin, los impuestos necesarios a los grandes gigantes tecnológicos que han producido multibillonarios.
También te puede interesar: La tecnología de la información: herramienta esencial para enfrentar la pandemia.