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Mi carta a Los Reyes Magos sobre política exterior

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Tras un difícil 2021 en el ámbito nacional y el planetario, plagado de tragedias, desafíos e incertidumbre, pero con grandes lecciones y aprendizajes locales y universales, me parece oportuno comenzar el año escribiéndole una carta a los Santos Reyes Magos –Melchor, Gaspar y Baltazar–, buscando algunas definiciones en la política exterior mexicana.

1. La década de los 20 exigirá una política exterior de principios, pero también muy realista y pragmática –a la altura de las demandas nacionales, y del nuevo entorno global postpandemia–. Las bases tienen que partir de lo que México ha sido, es actualmente, y al mismo tiempo de un proyecto renovado de nación, con una visión y estrategia de corto, mediano y largo plazo, enmarcada en el complejo e incierto contexto global, en el que pocos países parecen haber domado la pandemia.

2021 está lleno de buenos deseos y esperanzas a partir de la llegada de las vacunas; pero México y el resto del mundo tienen todavía un arduo camino por recorrer. Será una tarea titánica continuar el combate sanitario y al mismo tiempo vacunar a la población mundial y regresar a una relativa normalidad. Se van a requerir grandes capacidades nacionales y mucha cooperación internacional para asegurar suficiente producción, distribución y aplicación equitativa y oportuna de la vacuna a lo largo del año.

México no la tiene fácil, con casi 130 millones de habitantes y grandes rezagos económicos, sociales y sanitarios acumulados, incluyendo el deterioro de sus propias capacidades de investigación, producción y distribución de vacunas. Un estudio del FMI de 133 países muestra en las últimas dos décadas un aumento de la crisis sociales tras de las pandemias.

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Imagen: Reporte Índigo.

2. Según el Secretario General de la ONU, la actual crisis económica es la peor desde la Gran Depresión del 1929 –y puede resultar mayor–. La economía global está estancada y más desigual. Millones de personas están desempleadas y sin ingresos en México y en el mundo. Se estima que 90 millones de pobres cayeron en extrema pobreza en el mundo en 2020. La pobreza y desigualdad generadas por el COVID-19 tardarán muchos años en ser superadas, en particular en el caso de trabajadores de bajo ingresos, jóvenes y mujeres.

Con excepción de China y Asia del Este, se prevé una recuperación muy lenta de la economía mundial. El regreso a niveles de ingreso per cápita de 2019 tomará varios años. La pérdida productiva acumulada con motivo de la pandemia crecerá hasta alcanzar en 2025 un monto de 28 trillones USD. Todo dependerá de las políticas y acciones que podamos imaginar y construir con el resto del mundo y las que adoptemos en nuestro país, en un panorama poco promisorio.

3. Para el mundo y para México en particular será crucial lo que suceda en Estados Unidos. Tras 4 años de Trump y “America First” y una desastrosa acción frente al COVID-19, la nueva administración va a necesitar cuando menos todo 2021 para superar los estragos de la pandemia, relanzar su economía y tener un impacto en los corredores internacionales del poder.

Biden tiene ya un programa para 2021 y un paquete nacional de emergencia sanitaria y económica para los primeros 100 días. También prevé una nueva política exterior y un regreso al ámbito multilateral. Sin embargo, requerirá algún tiempo para que estas intenciones se traduzcan en realidades, considerando los retos de la pandemia, un país dividido, un Senado incierto, un aparato institucional y burocrático muy dañado y una agenda nacional repleta de urgencias y presiones.

La agenda multilateral promete volver a sus cauces y el regreso a foros internacionales importantes, como el Acuerdo de París sobre Cambio Climático y la OMS. Tendrá gente muy experimentada en Washington, Nueva York, Ginebra y Viena; pero es probable que será hasta la Asamblea General de la ONU en septiembre, cuando escucharemos a Biden definir una nueva política multilateral y de cooperación internacional.

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Imagen: Nexos.

4. América Latina y México no parecen estar en sus prioridades. Sin embargo, la vecindad geográfica e histórica, los desafíos compartidos en materia de seguridad, crimen organizado, tráfico de armas, migraciones y medio ambiente y la realidad económica que vincula a Estados Unidos con México, impulsarán el retorno a una nueva normalidad. Nuestro gobierno debe estructurar y promover una nueva política bilateral.

El T-MEC, con sus adiciones importantes de última hora, promovidas por los Demócratas en materia laboral y ambiental, será pieza central en la relación comercial y de inversiones entre los dos países y Canadá.

5. China y los países de Asia-Pacífico (Asociación Económica Integral Regional, RCEP, por sus siglas en inglés) representan un nuevo arreglo regional de comercio e inversiones con gran peso en la economía mundial en la próxima década.

México tiene su propio acuerdo con los países de la zona a través del CPTPP (Tratado Integral Progresista de Asociación Transpacífico), exceptuando a China y Corea del Sur, con los que tendrá que buscar la forma de vincularse. Recién renegoció el TLCUE con la Unión Europea.

En este contexto será vital reactivar, reconstruir y reorientar la política exterior mexicana y fortalecer las instituciones y mecanismos conducentes del gobierno, el sector privado, los sindicatos y la sociedad civil. Ello exigiría:

a) Repensar a América del Norte y nuestra relación bilateral con Estados Unidos y Canadá, fortalecer los mecanismos de integración económica, social y de seguridad, más allá del T-MEC y las tradicionales instancias de coordinación y cooperación-públicos, privados y de la sociedad civil. La pandemia ha confirmado que necesitamos establecer políticas convergentes en materia de salud, educación, medio ambiente, protección social, y avanzar hacia una integración económica, social, y de infraestructura física, comenzando por los estados fronterizos.

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Imagen: Milenio.

Tras la firma del TLCAN, durante la presidencia de Zedillo, los tres países exploraron la posibilidad de un programa regional de mediano y largo plazo de inversiones en infraestructura física (carreteras, vías férreas, aeropuertos, telecomunicaciones) de Alaska al Suchiate. Gobiernos, académicos y empresarios de los tres países participamos en reuniones de alto nivel que examinaron incluso las posibilidades de coordinar políticas sociales. Recuerdo bien la última en Santa Fe, Nuevo México, encabezada en lo académico por Javier Beristain, entonces rector del ITAM, a la que asistieron Secretarios de Estado de los tres países. Cambios de gobierno sepultaron esas discusiones. ¿Habrá llegado la hora de proponer a Biden y Trudeau reanudar esas exploraciones –al estilo europeo o asiático– para promover el desarrollo regional de los tres países y eventualmente de Centroamérica?

b) Es crucial una renovada y reformada gobernanza mundial. El COVID-19, la crisis económica global y el cambio climático lo han confirmado. Ésta tiene que apoyarse en una multilateralismo de nueva cuña: democrático, previsor, ágil y eficaz. Muchos países la propugnan. La canciller Merkel acaba de hacerlo.

México requiere diseñar y poner en marcha, como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU 2021-22, del Consejo Económico y Social, de la Comisión de Derechos Humanos, de los organismos de Bretton Woods –BM, FMI, OMC– y del Grupo de los 20, una política digna de nuestras tradiciones y muy imaginativa, con apoyo político y alianzas en el entramado global y bilateral.

c) Urge recuperar a Latinoamérica y el Caribe como región estratégica y crear un mecanismo de integración económica y cooperación. La pandemia lo ha evidenciado una vez más. Nuestra región carece de acuerdos y mecanismos efectivos. Es un contrasentido. África ya firmó en 2020 el suyo, Afta, que está entrando en vigor este año. La presidencia “pro-tempore” de la CELAC podría promover esos estudios y acciones, buscando incorporar a todos los países.

d) Es necesario un efectivo Gabinete de Política Exterior, encabezado por Cancillería, para la eficaz acción de entidades del Gobierno Federal y el apoyo al Presidente.

e) Será clave fortalecer y aprovechar cabalmente al servicio exterior mexicano, plataforma básica para el ejercicio de la agenda internacional.


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