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Jacinda y los superhéroes en tiempos de pandemia

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Cuando era niña no leí las novelas de ciencias ficción ni tampoco lo que ahora llaman distopías. Por eso nunca me imaginé cómo sería el futuro.  En los cuentos de superhéroes, tanto Superman como Batman y el Hombre Araña, hacían sus hazañas en las grandes ciudades y operaban en el exterior. Como eran un tanto exhibicionistas, seguramente ahora vivirían deprimidos porque nadie puede salir de sus casas a verlos en acción. Además, no creo que estos personajes posean la capacidad de luchar contra el coronavirus.  Sus enemigos siempre eran grandes y visibles. Por mucho que puedan volar o desplazarse por las paredes, no tendrían las facultades para enfrentarse contra un bicho diminuto e invisible, mucho más potente y letal que la criptonita.

Debido a la cuarentena forzada, el huérfano Peter Parker no lograría salir del departamento de sus tíos en Nueva York ni lucir su maleable cuerpo escalando rascacielos. Para existir en la vida cotidiana, Superman no podría convertirse ahora en Clark Kent ni asistir a la oficina para encontrarse con Luisa Lane. Estos espacios de trabajo ya no existen y todo se hace desde la casa donde resulta imposible mantener una identidad secreta.

El más desfavorecido con la situación actual sería Batman porque hay quien sospecha que el nuevo virus es contagiado por los murciélagos. El millonario y flamante Bruno Díaz tendría que deshacerse de toda su vestimenta y desaparecer rápidamente la bati-cueva para que el archivillano del Guasón no lo acuse de haberse aliado con un nuevo enemigo. Tal vez lo aliviaría saber que, en la sociedad actual ya existen algunos espacios, para poder sacar fuera del closet su eterno amor homosexual por el joven Robin.

Quizá el único con la mente lo suficientemente sinuosa y perversa para imaginarse las actuales condiciones sería el elegante Fantomas. Posiblemente él sí abrigaba alguna sospecha de la amenaza de un futuro virus y para evitar ser contagiado nunca se quitaba sus máscaras. A diferencia de los otros, este intrépido ladrón siempre se aceptó a sí mismo y no dio muestras de poseer una personalidad esquizofrénica. Además, tenía una sabiduría que provenía de sus lecturas de las obras clásicas. No en vano le puso Yago al gato que siempre lo acompañaba y que, como el villano del Otelo de Shakespeare, podía tejer las peores intrigas.

Fantomas
Imagen: Revista Levadura.

En la actualidad, la única Superwoman es la mandataria de la gran nube blanca donde también habita el Señor de los Anillos y se filman las películas de Avatar.  En este territorio rodeado por el mar, con paisajes dramáticos marcados por volcanes, glaciación, y un monte cerca de su capital que no en vano tiene en nombre de Victoria, Jacinda ha gobernado de forma ejemplar. La valentía y destrezas que ya había mostrado frente a los ataques terroristas, han vuelto a resurgir ante las embestidas del nuevo enemigo. Sin poseer ninguno de los recursos sobrenaturales, ni usar un lenguaje que hable de guerras y venganzas, ella ha podido exhibir su firmeza de otra forma.

A diferencia de los superhombres de antes, a la nueva heroína no le gusta esconderse en una doble personalidad.  Fue la primera mandataria de los últimos tres décadas en dar a luz mientras estaba en el cargo y, sin problema, distribuyó las fotos con su esposo y la recién nacida, y dio a conocer el nombre de su hija por las redes sociales.

A ella tampoco le gustan las promesas a medias asociadas a la confusa estrategia que busca el “aplanamiento de la curva infecciosa”. En su lugar, ha optado por una táctica dirigida a eliminar al enemigo cerrándole todas las puertas. Con su amplia sonrisa y una enorme corona de dientes blancos que esbozan una abierta franqueza, Jacinda ha llamado a la resistencia formando burbujas humanas de solidaridad. Su mantra “Por favor, se fuerte y amable. Por favor se fuerte y amable”, ha mostrado ser lo más efectivo para ahuyentar al enemigo.


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